Capítulo 4: Sentirse bien

1.1K 65 0
                                    

Al día siguiente, la luz del sol me pega en la cara, abro los ojos con dificultad y miro a mi alrededor, no estoy en mi casa. Recuerdo el día anterior y no puedo evitar sonreír, aunque mi sonrisa desaparece cuando recuerdo el audio que le mandó Milo a Brendon.

-Buenos días- dice Milo adormilado en su cama, cuando le miro, tiene los ojos cerrados.

-Buenos días- saludo sonriendo, nos levantamos a la vez.

-Voy a hacer el desayuno, mis padres ya se habrán ido a trabajar- me informa, baja las escaleras y yo me meto al baño, por suerte siempre llevo en el bolso un cepillo de dientes y un peine. Me lavo los dientes y la cara y me cepillo el pelo, me lo sujeto en una coleta alta. Me echo colonia y mi pintalabios, cuando salgo, Milo está recogiendo su habitación.

-Espera que te ayudo- le digo cuando veo que apenas puede levantar el colchón en el que he dormido, el cual está sin las sábanas. Le ayudo a meterlo debajo de su cama, y no entiendo cómo puede caber ahí.

-Resulta que mis padres han dejado hecho el desayuno- sonrío y escucho de fondo una música, del piso de abajo- Estoy poniendo música para que la mañana no se vuelva tan aburrida, esa es la magia de la música

-Coincido contigo

-Toma, quédatela, no la uso y además no vas a ir con la misma ropa- dice dándome una camiseta negra de manga corta.

-Gracias por todo Milo, estás haciendo mucho por mí

-No las des, es lo menos que puedo hacer por la gente- eso me hace pensar que lo que está haciendo conmigo, lo hubiera hecho con cualquiera que necesitase ayuda.

Me meto en el baño y me cambio de camiseta, la camiseta negra me la meto por dentro del pantalón corto y me queda bastante bien. Cuando salgo del baño, le doy la camiseta roja a Milo.

-Vamos a desayunar- me dice, ambos bajamos por las escaleras y vamos a la cocina la mesa tiene dos platos con huevos y patatas fritas, además de estar complementado con un zumo de naranja para cada uno. Milo mete la camiseta roja en la lavadora y se sienta a mi lado en la mesa de la cocina, la música que hay nos anima y alegra. Me llega un mensaje al móvil y es mi hermana, suerte que no es mi madre, porque si no, Milo hubiera visto el mensaje de nuevo.

Hablo con ella y la digo que todo está bien y que no ha pasado nada interesante, pero que la tengo que contar bastantes cosas sobre mis sentimientos, ella es la única con la que puedo hablar de eso sin ser juzgada. Me dice que Paul les ha dicho a todos que tienen que estar por la tarde, ya que hoy vamos a grabar las dos versiones de "Someday" y solo cantamos Milo y yo.

Milo y yo terminamos de desayunar casi a la vez, a las once y media de la mañana. Mientras él quita la música, yo subo a su habitación para coger mis cosas. Segundos después él también sube, coge algunas cosas y me mira.

-Hora de irnos

-¿Tenemos que montarnos de nuevo en tu moto?- le pregunto, él se ríe y no me responde, ya sé la respuesta de la pregunta.

Salimos de la casa y nos montamos en la moto, me vuelvo a poner yo el casco aunque le haya rogado a Milo que se lo pusiera él ya que era el que conducía. Llegamos al alto edificio marrón y pasamos las puertas giratorias.

-Milo Manheim y Lana Russell- dice Milo al recepcionista.

-Adelante- responde apuntándonos en una lista, todas las mañanas tenemos que decir nuestros nombres para estar registrados como que hemos ido y no nos hemos colado.

La mujer que siempre nos acompaña al ascensor, lo vuelve a hacer y le da al botón por nosotros, como siempre. Subimos todas las plantas conversando y riéndonos, cuando llegamos, entramos a la habitación correspondiente y ahí están ya los técnicos, Kat y Paul.

Unexpected ✨ (Milo Manheim y Tú)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora