ℐ𝓃𝓉𝓇ℴ𝒹𝓊𝒸𝒸𝒾ó𝓃

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¿Recuerdas tu primer amor?

¿Recuerdas cómo te hizo sentir?

¿Recuerdas como terminó?

Yo recuerdo la última vez que lo vi, ambos teníamos 10 años, éramos unos niños.

Solíamos pasar días enteros juntos, nuestras madres eran amigas desde la Universidad, nos criaron como si fuéramos familia, uno junto al otro.

Oliver, escribí su nombre junto al mío cientos de veces, dentro de un corazón, círculo, o simplemente en algún lugar de mi libreta.

No me di cuenta de que era un niño hasta que acaricio mi mejilla aquella vez que caí de la bicicleta, cuando su piel toco la mía, sentí un remolino dentro de mi. Teníamos 9 años, sus ojos marrones me miraron con angustia, él temía por mí. Recuerdo que deje de llorar, porque el sentimiento me dejo sin aliento, mi cabeza no lograba procesar aquello.

Él quiso que subiera a su espalda para llevarme a casa y curar mi rodilla raspada, era unos centímetros más bajo que yo, pero también más fuerte e insistente. Me convenció, y ya en su casa, en ese sofá color mostaza, él curó mis heridas.

En ese momento todo cambió, Oliver ya no era mi mejor amigo, se convirtió en mi primer amor. La razón porque me levantaba a las siete de la mañana en fin de semana, me ponía los vestidos más bonitos y salía corriendo a su casa para jugar con él.

Quería ser su persona favorita, odiaba cuando se iba con Duncan, el amigo con quien jugaba fútbol en el parque frente a la escuela primaria donde asistíamos.

No me di cuenta cuando las chicas pasamos de hablar sobre muñecas y películas de Barbie, a hablar sobre niños y sentimientos románticos hacia ellos.

La primera vez que sentí celos hacia otra persona, ni siquiera sabía que así se le llamaba. Camilla Griffin dijo que Oliver tenía el cabello rizado más bonito del mundo, yo sabía que así era, pero odiaba que ella lo notara.

Otoño siempre fue mi época favorita del año, amaba ver las hojas caer y correr sobre ellas tomada de la mano con Oliver.

Pero ese otoño en especial, seis años atrás; mis padres me sentaron en la sala de nuestra antigua casa y con pena en su rostro me dijeron lo peor que podía escuchar una niña de mi edad, completamente enamorada de su vecino:

—Al terminar tu curso, nos mudaremos.

—Me han transferido a San Francisco.

San Francisco, para eso entonces no tenía ni idea qué tan lejos estaba de Vermont, solo imaginé que era demasiado lejos de Oliver, muy lejos de mis amigos, tan lejos que tendríamos que dejar la casa en la que crecí.

Emma ¿Por qué lloras? —Preguntó mi madre aquella vez.

Lloraba porque sabía que me iría, y no volvería a ver a Oliver.

Mi último día en Vermont fue doloroso, mis padres guardaron todo en cajas. Papá ayudaba a los de la mudanza a subir todas ellas, mamá cuidaba al pequeño Emmett para que no fuera tras los hombres uniformados.

Recuerdo que mi pecho dolía, y se multiplicó cuando salí al jardín y vi esa casa color azul marino, su casa.

Corrí, mamá me llamo, pero no fue tras de mí, creo que ella sabia que tenia que despedirme, aunque una noche antes, lo habíamos hecho con ambas familias reunidas.

Toque la puerta una y otra vez gritando su nombre, temía que no abriera, pero lo hizo. Al ver esos ojos marrones me solté a llorar, pero no quise que él me viera en ese estado, así que lo abrace, con todas mis fuerzas.

Emma —dijo en un susurro que no podré olvidar jamás.

No quiero irme —dije con el corazón destrozado.

Me alejo un poco, vi sus ojos cristalinos, así supe que le dolía tanto como a mí.

Ven —me tomo de la mano y me condujo hasta su casa del árbol.

Su padre la construyó para nosotros, era nuestro lugar, ni siquiera permitíamos que nuestros hermanos menores entraran en ella.

Los rayos del sol iluminaban el interior de esa casa de madera, Oliver no soltaba mi mano, no lo hizo al subir y no lo hizo en ese momento, que ambos mirábamos hacia nuestros pies.

Cuando sea mayor —habló con nerviosismo—, te buscare —al decir aquello, me miro a los ojos—. No voy a olvidarte, lo prometo.

Oliver...

Ahí, en esa casita del árbol hecha de madera, Oliver Cox, me dio mi primer beso.

El otoño nunca volvió a ser el mismo, nada se comparaba con Vermont y nadie podría sacar a Oliver de mi corazón.

Hasta que...

Seis años después.

Volveremos a Vermont —dijo mi madre.

En ese momento hubiera saltado de felicidad, pero no fue así, porque la razón para volver no era lo que yo, o cualquiera esperara.

Papá había fallecido. 









♡♡♡

𝒩ℴ𝓉𝒶 𝒹ℯ 𝓁𝒶 𝒜𝓊𝓉ℴ𝓇𝒶:

¡Hola sweetties!

Quiero saber que es lo que piensan, si les gusto lo que han leído anteriormente y si piensan quedarse jeje 

Como mencione en el apartado de personajes, esta historia es mas inocente, no tiene +18, para las que prefieren algo así, mejor busquen en mi biblioteca, tengo otras historias propias que sí  contienen picante, y también varias más de amigas, conocidas o simplemente que me llaman la atención. Recomiendo 100% a kinomera tiene historias muy buenas y que valen la pena.

Muchas gracias por leer, dejen su voto (no les cuesta nadita), y espero leer sus comentarios.

🍭 ¡Mucha dulzura para su vida, si que la necesitamos! 💗

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