El primer amor.
Aquella primera ilusión que te hace idealizar la perfección y se queda en tu memoria como un sentimiento puro y verdadero.
Un recuerdo de la niñez dando paso a la juventud, apostando a un futuro incierto.
¿Recuerdas tu primer beso?
¿...
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Oliver.
Emma camina lentamente hacia a mí, su amiga Karla nos da una mirada antes de irse, esa chica es rara. Mis ojos se clavan en esas motas grises que me miran con pena, odio esto.
—Necesito hablar contigo.
—No creo que sea el momento —dice mirando sus zapatos.
—Emma, mírame —le suplico.
Un par de chicos del equipo pasan, los saludo con la cabeza y regreso a ella.
—Podemos ir a un lugar más privado, si quieres.
—No. —Niega rotundamente—. Primero quiero hablar con Malik.
Mi corazón da un salto, pero no sé si es bueno.
—¿Eso quiere decir que... vas a terminar con él?
Emma abre los ojos con sorpresa.
—No ¡Claro que no!
Sus palabras atraviesan mi pecho, tragó con dificultad. Al parecer ella nota lo que me hizo sentir y me mira con las cejas unidas.
—Oliver...
—Yo te quiero —digo sincero—, sé que soy un tonto por no decirlo antes y me he portado como un idiota desde que volviste. Pero nunca he dejado de quererte.
Su ceño se frunce más que antes, sus ojos me miran con nostalgia y aprieta sus labios antes de hablar:
—No es verdad, apenas y nos conocemos, hemos cambiado mucho.
—¿De verdad te crees eso?
Desvía la mirada y aprieta la mandíbula mirando a otro lado.
—Debo irme.
—No... —Tomo su muñeca, me mira de la misma forma—. Dime que no sentiste nada cuando te bese, dime que soy solo yo quien sigue recordando la promesa que te hice.
—Yo... —Comienza a negar con la cabeza—. No lo olvidé, simplemente ya no es igual.
—¿Y el beso?
—Estuvo mal, Oliver —suelto mi agarre—, yo necesito hablar con Malik y decirle lo que pasó.
Retrocedo olvidando que los casilleros están atrás. Suelto un largo suspiro de derrota.
—No fue suficiente... yo no soy suficiente.
—Olivier, no es verdad —pone su mano sobre mi hombro, pero no tengo el valor para verla a los ojos—. Eres un gran chico, eso lo sé muy bien.
—¿Entonces, por qué te gusta ese chico? No lo conoces como a mí.
—Yo ya no te conozco, Oliver, ya no somos los niños de hace 6 años.
Tomo su mano y la quito de mi hombro con tristeza. Me paro erguido y la miro a la cara.
—Me quedaré con el título del primer amor, en ese caso.
