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Oliver

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Oliver.

Había pasado una semana desde que Emma inició las clases de verano. No hablábamos, era como si fuésemos completos desconocidos. Me sentía mal por ello cada vez que ella me desviaba la mirada.

Duncan comenzó a comportarse raro, ahora no tiene tiempo para pasar el rato, me hace entender que es por el castigo que me impusieron mis padres, pero realmente pienso que no es así. Hay algo raro pasando y no sé que es.

He encontrado a ambos hablando a la salida de clases, por lo general Duncan pasa por mí, hace un par de días que eso cambió, lo cual hace la situación más incómoda, ya que Emma y yo caminamos al mismo sitio. Para no encontrarnos, dejo que ella avance primero y yo comienzo a caminar cuando ella ya está a una distancia considerablemente lejana.

Con Alba tampoco he hablado como me gustaría, ella está disfrutando de su verano con sus amigas, a veces siento que no soy tan importante en su vida como quisiera.

Es una mierda.

Tengo amigos y no puedo verlos, apenas y hablo con ellos cuando mi madre no está cerca para recriminarme sobre el tiempo que pierdo dentro de las redes sociales. Lo único que me queda es entrenar en el jardín de mi casa, como loco. Si tengo suerte, los días que mi padre llega temprano del trabajo, acepta jugar una partida conmigo.

Esta tarde, al llegar de clases, mi padre se encuentra en casa, era su día de descanso. Mi madre no tardaría en llegar, ella es asistente en la oficina de correos del pueblo.

Algo era diferente al entrar. Escucho ruido proveniente del jardín, dejo mi mochila sobre el sofá y me dispongo a caminar. No veo por ningún lado a Tabita, por lo general siempre está frente al televisor viendo las películas de "High School Musical", nunca se cansa.

Mientras me voy acercando al jardín, escucho la voz de mi hermana, es algo lejana, pero es ella definitivamente. Salgo y me encuentro con pedazos de madera bastante deteriorados, mi padre está sobre el grueso tronco del único árbol en nuestro jardín, está desmantelando la casa de madera en donde solía jugar con mis amigos.

—Un poco más a la derecha —indica mi hermana.

—A su otra derecha, señor Cox —esta vez es Emmett quien habla.

No me había percatado de su presencia ¿Qué hace aquí?

—Niños, retrocedan, es peligroso que se mantengan tan cerca.

¡Ay no! ¡La madre de Emma también está aquí? ¿Pero qué hacen en mi jardín?

La señora me mira por un instante y vuelve la vista hacia el gran árbol, después me mira nuevamente como si fuera la primera vez que me ve.

—¡Oliver! ¡Que bueno que llegas! —Me sonríe.

Todos me miran confirmando lo que la señora Paije acaba de decir.

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