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Oliver

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Oliver.

El peor verano de mi vida.

Encerrado en cuatro paredes, sin celular, sin videojuegos, sin vida.

De casa a clases de verano, de clases de verano a casa.

Mis padres no comprenden que están echando mi vida a perder, ¡tengo una vida lejos de ellos!, ¿por qué no lo entienden? Son egoístas, viven amargados, como todos los adultos en este maldito pueblo.

Mi padre me obligó a trabajar en la nueva casa del árbol como castigo. No veo porque mi hermana y Emmett necesiten esa porquería, las casas del árbol ya pasaron de moda, ya nadie tiene una, ni siquiera en Vermont.

Mi vida social se acabó este verano. Duncan inventa cualquier cosa para no venir a casa y ayudar con la maldita casa del árbol. Podría jurar que en cuanto entre a la escuela, nadie me reconocerá, he estado tanto tiempo ausente en internet, que ya ni mi rostro les sonará.

Ahora tengo que aguantar los sermones de mi madre por la mañana, lo bueno es que mi padre se ha ido a trabajar. Soportó sus reclamos, sus cuentos absurdos de las buenas notas y como me ayudaran en un futuro. Soportó la burla de mi hermana en su rostro, y soportó que nadie en esta vida me comprenda.

El primer día de clases era lo mejor que me podía pasar cada año —hasta ahora—. Es el día de "chocolate blanco"; el día en donde todos los estudiantes cuentan todo lo que hicieron durante el verano, antes de clases, durante clases y después de clases.

Tuve que tomar el autobús, porque "sorprendentemente", Duncan no pudo pasar por mí. Ya me estoy cansado de esta situación. Tengo que hablar con él, y lograr que me diga la verdad, aunque esta tenga que ver con Emma.

Emma...

La veo ir y venir en su bicicleta durante el día. A veces me dan ganas de salir corriendo de casa y preguntarle: «¿Cómo estuvo tu día?, ¿Qué tal el paseo?». Pero ambos somos muy orgullosos, es una de las pocas cosas que no han cambiado. De pequeños, cuando nos molestábamos con el otro, no hablábamos por días, lo máximo que duramos fue una semana.

Emma es distinta, claro que sabía que no luciría igual ahora que tiene 16 años, a cuando teníamos 10. Pero mi yo más joven imaginó nuestro reencuentro algo diferente, especialmente sin esa discusión y mi mejor amigo entrometiéndose. De todas formas... soñar eso ya no es una posibilidad, en realidad es una idiotez, yo hice mi vida sin ella, ahora, ella tendrá que acoplarse a un pueblo en el que dejo de existir hace mucho tiempo.

Entro por la puerta principal de la escuela. Nada extravagante, son dos puertas de madera – vaya novedad -, que dan al pasillo principal de todo el edificio. Los casilleros están pegados en las paredes de los costados por lo largo de este. Una multitud de estudiantes camina en direcciones opuestas, haciendo que todo luzca como un caos. Solo distingo cabelleras de todos los colores, al director y algunas secretarias.

SWEET ✔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora