Capítulo 18

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Capítulo 18

Narra Elara

No sabía qué hacer. Ya habíamos comido y llevaba un rato tumbada en la cama mirando al techo. Ninguno de los dos decía nada. Era aburrido. La situación sin duda era aburrida y esto era solo las primeras horas de la cuarentena. Imaginarme encerrada era sin duda abrumador. Nunca había sido una persona que le gustase mucho salir, pero sin lugar a duda el solo saber que no podía hacía que me replantease muchas cosas.

Cuando ya me había cansado de mirar el techo de la cabaña me levanté y me acerqué a una de las ventanas. La cabaña era tan oscura como cuando era de noche. Era en cierto punto tranquilizante, nunca me había gustado excesivamente la claridad, pero ahora que llevábamos casi todo el día encerrada sin ver la luz del sol decidí que lo mejor era levantarme y que me diese algo la luz. Cuando me levanté pude ver como Nico se había quedado dormido otra vez, al parecer estaba muy cansado, sin lugar a dudas dormir en el suelo le había pasado factura, algo que me hacia sentir un poquito mal.

Por fuera no se veía a nadie, el ambiente sin duda era triste. Me preocupaba. Intentaba pensar que harían los otros campistas. Cuando ya había pasado alrededor de media hora mirando por la ventana decidí que lo mejor era recorrer la cabaña. A pesar de la oscuridad que había en ella se podía ver claramente todo, por lo menos en estos momentos, ya sabía que cuando viniese la noche todo volvería a oscurecerse más de lo normal. Desde la ventana podía ver las camas puestas una paralela a la otra. Pero eso era lo único que había visto el ayer por la noche. Solo había dos puertas. Una de ellas, la que estaba más próxima a la cama que en la que había dormido, al parecer era el cuarto de baño, era espacioso, su baño era más grande que todo mi cuarto, bueno mi excuarto, aún era duro recordar todo. Sacudí la cabeza alejando esos pensamientos y decidí salir del baño y descubrir que había en la otra puerta. Cuando me acerqué pude ver que era una pequeña cocina habilitada con lo necesario para sobrevivir. Todo, tanto en el baño como en la cocina, estaba ordenado tan perfectamente que me sorprendía que fuese el mismo chico que estaba durmiendo el que lo utilizase, dado que donde estaba las camas estaba todo hecho un pequeño desastre.

Cuando me giré pude ver que Nico estaba mirándome. No sabía cuanto tiempo hacía que me miraba.

Narra Nico

Cuando llegamos a mi cabaña y comimos solo me tumbé en mi cama y decidí recuperar las horas de sueño que había perdido en la madrugada. Pensaba que no estaba soñando nada en concreto, cuando me di de cuenta que estaba delante de las puertas del castillo de mi padre.

Llevaba mucho tiempo sin hablar con él, me había negado después de intentar explicarle que lo que sentía por Percy era admiración, podía recordar como gritaba, él ni siquiera me escuchó, sólo me gritaba mientras me juzgaba con la mirada.

Cuando quise darme la vuelta para evitar el confrontamiento, escuché su voz diciendo mi nombre. Me giré y lo miré. Hoy me miraba distinto. Sin lugar a dudas no se parecía para nada a la persona que me había gritado hace unos meses.

-Nico. Me alegra que estés aquí. Entra tenemos que hablar. -dijo mientras se giraba, sin lugar a dudas a los dioses le encantaba el drama. Mientras giraba los ojos y lo miraba mal decidí seguirle a la distancia hasta la sala del trono.

-Nico, creo que ya te han informado de como esta la situación. Espero que te comportes como corresponde y hagas caso. Puede que necesite de tu ayuda, ahora mismo hay más trabajo y no podemos abarrotar las almas como paquetes. Te avisaré cuando necesite de tu ayuda.

Cuando quise darme de cuenta me estaba despertando, sin duda, iba a ser una situación interesante. Podía sentir la presencia de Elara cerca y no equivoqué cuando me giré estaba metiéndose en la cocina. No sabía que pasaba, pero su aura era sin duda hipnotizante. Desprendía algo que aún no podía descifrar.

-Hola. – dije cuando vi que no iba a decir nada.

-Hola...- dijo mirándome fijamente, sin lugar a dudas tenía una mirada que marcaba a quien lo mirase- ¿te he despertado? – preguntó cuando me quedé como un imbécil mirándola.

-No para nada, para lo que soñaba no valía la pena. -dije mientras la miraba fijamente. Podía observar que no iba a decir nada, pero yo tenia curiosidad. - ¿Ayer tuviste una pesadilla? - dije mientras me sentaba contra la pared, pude ver como se tensaba de arriba abajo, mientras ella murmuraba algo, que al parecer no esperaba que yo escuchase.

-...Ojalá fuese solo una pesadilla... - Ella solo se tumbo en la cama y cerró los ojos haciendo que tuviese aún más curiosidad.

La hija de Eros- Nico Di AngeloDonde viven las historias. Descúbrelo ahora