Las promesas de su padre obligan a lady Orla a desposarse con un desconocido, sin embargo, ¿Logrará ser feliz sin antes aprender a amarse a sí misma?
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Mientras Orla pretendía escribir la carta, escuchaba la conversación de los hermanos. No es que lo hiciera a propósito, más bien estaba intentando estructurar sus pensamientos antes de escribirlos para Zinnia, pero la conversación de los muchachos la distraía. Así que Leo llevaba años enamorado de una chica, nunca lo hubiera imaginado —pensó Orla.
—Antes que Orla llegara, vi a Aldana por última vez —continuo Gideon. —Vino a una audiencia con su esposo. Tenían un problema de tierras con su vecino, pero nada serio.
—¿Y quién es su esposo?
—¿Si te lo digo no harás una estupidez? —Gideon sabía que su hermano menor no era impulsivo, pero aun así temía que si le decía, él iría a visitarla sin medir las consecuencias. Por el otro lado, sabía que llevaba años amando a la chica, y verla por última vez tal vez podría ayudarlo a seguir adelante.
Después de largos segundos, Leo negó con la cabeza.
—Está casada con Boris, el leñador. —continuo Gideon— Viven en el linde del bosque. Y antes de que hagas una estupidez, ambos tienen un hijo llamado Zachary de un año y meses.
Leo pareció procesar la información con detenimiento. Podía ver en sus ojos como se debatía entre ir, quedarse o marcharse lo antes posible y continuar con su vida.
—¿Qué harías tú? —preguntó susurrando lo más bajo posible, evitando que Orla pudiera oír. Gideon no entendió su pregunta al principio, no podía dejar de ver el rostro angustiado y melancólico de su joven hermano. —Si tuvieras la oportunidad de ver a Eda por última vez, ¿Lo harías?
—Lo mío con Eda no fue igual a lo tuyo con Aldana. Lo nuestro nunca iba a funcionar, además yo ya estaba comprometido.
—Lo mío con Aldana tampoco nunca iba a funcional, el hijo de un lord y la hija del pescador, pero sigo amándola de la misma manera desde que éramos niños.
—¿Entonces que harás? Y basta con eso de "¿Qué harías tú?" No bases tus decisiones en las de los demás, haz las tuyas propias, ya no eres un niño. ¿De verdad estás enamorado de ella, o amas su recuerdo?
—No lo sé, pero debo ir y comprobarlo. —dijo Leo poniéndose de pie de golpe, con decisión.
—Piénsalo bien antes de ir.
—Llevó pensándolo años. —dijo dando la conversación por terminada, y saliendo por las anchas puertas de la biblioteca.
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Gideon continuó sentado en el mismo lugar por un largo tiempo luego de que su hermano se hubiese ido, rogando que Orla no hubiera escuchado acerca de Eda. Ya sentía que Orla se comportaba distante con él desde aquella mañana, y no quería imaginar como reaccionaria si ella se enterara de Eda.
Miró en su dirección una vez más, Orla parecía tranquila escribiendo a su familia, como si no hubiera notado la presencia de ambos ni la conversación que había tenido con Leo. Gideon se debatió una vez más si continuar sentado a metros de ella, o ir y acompañarla.
