Gideon (1° Libro de Las Crónicas de Caister) ✔️

Capítulo 41: Sangre

Las tropas de infantería arremetieron sobre las tropas de Eudon.

La diferencia era evidente. A pesar de la distancia, podía ver como estos derribaban a sus debilitados adversarios sin menor esfuerzo. La facilidad en que sus hombres herían y acababan con los demás, sin complicaciones, bordeaba lo cómico.

Gideon quería pensar que los arduos entrenamientos a los que se habían enfrentado los habían preparado para esto, pero la lentitud y falta de habilidad de los enemigos claramente los estaban ayudando.

Esperaron a que los adversarios dieran la orden de avance de las tropas de caballería, para enfrentarse y evitar la matanza, pero esta no llegaba. Parecía que Eudon quería alargar lo más posible aquel enfrentamiento.

Las batallas solían ser cortas y brutales, pero Eudon no daba la orden. A Gideon se le pasó por la cabeza que tal vez habían notado su clara desventaja y se planteaban la rendición. En aquel instante, gritos se escucharon desde el otro lado del campo, flechas cayeron sobre los infantes que se enfrentaban en el centro del campo, sin importar si herían a aliados o adversario.

Luego que hasta la última flecha cayera, los caballeros arremetieron contra ellos.

De inmediato, Gideon ordenó la avanzada de las dos primeras líneas de caballeros.

Ahora ellos eran los aventajados, ni siquiera había tenido que enviar a todos sus caballeros al ataque. Los reservaría para dar el golpe final. Sin embargo, Gideon no era conocido por su paciencia.

Esta era la primera vez que tenía la primera oportunidad de mirar una batalla desde el exterior. Todo se sentía tan ajeno. El ruido de las armas, los gritos, los caballos relinchar espantados. Gideon quería terminar con esto rápido, y para eso, ocuparía su ventaja para volver lo antes posible a Latham.

¿Dónde estaban las cartas bajo la manga que había mencionado Eudon? De seguro no había sido más que falsa confianza, una forma de preocuparlo y mantenerlo alerta, pero Gideon seguía teniendo un mal presentimiento.

—Alexander, esto terminará pronto. ¿Por qué no te adelantas y vuelves a Latham? Algo no se siente bien.

Su amigo siempre había confiado en sus instintos, por lo que, sin reprocharle, giró en dirección hacia el castillo.

Miró alrededor. Aún contaba con cerca de la mitad de sus hombres. Si arremetían todos ahora mismo, darían fin de una vez por todas a la batalla y volverían a Latham para el almuerzo.

Gideon tomó su espada, y guiando al resto de sus hombres, arremetieron sobre las tropas de su hermano.

Tantos años de luchas y entrenamientos habían acostumbrado a Gideon a entrar en un estado de ensimismamiento, donde tan solo veía rostros extraños y se defendía lo mejor que podía para no morir.

Mientras avanzaba hasta el centro del tumulto, alguien se abalanzó sobre su caballo y lo hizo caer. Inmediatamente se hubo puesto de pie, tomó la daga en su costado, y le corto la garganta a su oponente.

La batalla continuó en tierra. Gideon batalló enceguecido, ni siquiera noto cuando tu espada se rompió en dos. Sin darle importancia, tomó un hacha que estaba en el piso y continuó luchando sin detenerse.

Gideon miró alrededor, esperando ver si su hermano continuaba estático al otro lado del campo, o se había unido a la batalla. Eudon permanecía acompañado de sus hombres cercanos, como un mero espectador, luego de haber causado todo aquello.

Sin poder evitarlo, Gideon partió a su encuentro, no sería el único en luchar.

Mientras avanzaba por el campo hasta llegar él, enfrentándose a los que se cruzaran en su camino, logró abastecerse de una nueva espada. No era tan firme como la antigua, pero funcionaria. Aprovechando la oportunidad, tomó las riendas de un caballo que vagaba sin su dueño, y montó en él.

Gideon espoleo al caballo, haciéndolo avanzar con más rapidez. En ese exacto momento, notó como Eudon y su séquito arremetían al fin a la batalla.

Debido a la velocidad de ambas bestias, el encuentro sucedió en cosa de segundos. El hierro de su espada colisionó con la de su hermano.

En un pestañeo, Gideon miró alrededor, para ver que los demás caballeros de su bando que seguían en pie se enfrentaban a los de Eudon. Ahora solo tendría que concentrarse en vencerlo a él.

Había algo extraño en Eudon. No sabía si era la forma de usar la espada la que llamaba su atención, o su postura sobre el caballo, pero algo se sentía fuera de lugar.

Eso, y el hecho de que el caballo que había conseguido entorpecía su ataque. Cada vez que guiaba su espada en cierta dirección, el caballo decidía avanzar en una dirección diferente, evitando a las personas que combatían a su alrededor. Fue en aquel momento cuando Eudon logró darle en la muñeca, haciendo que accidentalmente dejara caer la espada.

Sin darle tiempo a aprovechar aquella ventaja, Gideon se abalanzó sobre él, dejando su caballo y arrastrándolo con él al suelo. El impacto en la tierra y el peso de sus armaduras, los dejo a ambos sin aliento.

Mientras se ponían en pie, ambos se dieron un instante para recobrar la respiración.

Al mirarlo, se dio cuenta de que era lo que había llamado su atención en él. La visera de su casco se había levantado, dejándolo en evidencia. Antes de que pudiera decir o hacer algo, un fuerte sonido a la distancia llamó su atención.

Los cuernos de alerta del castillo habían sido accionados. Latham estaba siendo atacado.

Orla

Habrá sido un segundo en el que el cerebro de Gideon se desconectó de la realidad, pero no necesitó más para que su adversario aprovechara la ocasión, estampándole un mazo en el costado izquierdo de la cabeza, dejándolo inconsciente y con su sangre tiñendo la tierra.

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