Tener a Gideon a su lado la ponía ansiosa. No dejaba de recordar lo ocurrido la noche anterior y aquella mañana, el rostro le ardía cada vez que veía sus grandes manos, con aquellos delgados y ágiles dedos, pero debía concentrarse.
Entre sus manos tenía las primeras noticias de su familia en casi dos semanas, y no podía resistir un segundo más sin leerla.
—Si quieres privacidad puedo irme. —dijo Gideon a su lado, y aunque no lo dijera odiaría irse luego de haberla buscado por tantas horas y a solo minutos de haberla encontrado.
—No, quédate. No me tomará mucho leerlo, después de esto podríamos dar un paseo. —A ambos se les vino a la mente el paseo de la tarde anterior, que había terminado con ambos acalorados en la arboleda a unos metros de donde se encontraban.
Ignorando el ardor de sus mejillas, Orla abrió el pergamino en sus manos, emocionándose al ver la prolija letra de su hermana menor.
Querida Orla:
Te hemos extrañado tanto, nada es lo mismo sin ti. He estado ansiosa por escribirte desde el momento en que te fuiste.
Me gustaría decirte que han sido semanas tranquilas desde que partiste, pero no ha sido así. Al cuarto día de tu partida, llego el amigo de nuestro padre Lord Everett y su hijo Rivian, el prometido de Joana. Ambos llegaron sin aviso, así que desde el comienzo supimos que no venían por nada bueno. Papá los llevo a su despacho y no paso mucho tiempo antes de que los gritos y golpes comenzaran. Al parecer habían venido para desposar a Joana lo antes posible.
Nuestro padre obviamente se negó, Joana aún tiene dieciséis años y la promesa que le hizo a tía Floriana no la rompería nunca. Así que le insistió que esperaran a que Joana cumpliera los dieciocho años, porque él no la entregaría ni un solo día antes. No les pareció nada de bien, pero no podían hacer más que aceptar.
La que no lo lleva nada bien es Joana. Rivian es tremendo, parece un oso, peludo y corpulento, es inclusive más alto que papá. Y al parecer Joana le teme más que al diablo. A penas se hubieran ido del castillo Joana no paro de llorar y rogarle a padre que no la obligara a casarse con él, pero tú sabes como es papá, él nunca falta a sus promesas, pero es evidente que él también se arrepiente.
Bueno, ya te conté lo único emocionante que ha sucedido por acá, ahora tú debes contarme absolutamente todo lo que has vivido en Latham. Pensaba que también —si todo va bien con Gideon— podrías contarle a Joana sobre la vida de casados, para que se tranquilice un poco. De todas formas, tiene dos años más para hacerse a la idea de ser la esposa del Rivian el oso.
Todos te envían muchos saludos, esperamos que estés bien y que nos escribas lo antes posible. También mamá y yo esperábamos que nos pudieses visitar antes que comience el invierno, pero papá dice que no podrás. Aun así, si puedes no dudes en hacerlo.
P.S.: Regina no quiso escribirte, pero te envía un paquete con listones para que te arregles el cabello. Nunca pensé decir esto, pero incluso Regina te extraña.
—Zinnia
Orla leyó la carta una y otra vez. Había esperado tanto por oír de su familia, pero nunca imagino que tendrían novedades tan emocionantes. Sin poder contenerse le leyó la carta a Gideon, quien se encontraba mirando el dibujo de la rosa que había hecho antes que él llegara.
—Mi padre hablaba de Lord Everett, sirvieron juntos cuando eran niños. Creo que vive en una especie de isla, o algo así. No lo recuerdo muy bien, solo sé que es muy lejos de aquí y se llega en barco.
—Espero que Joana no sepa eso, o se pondrá aún más nerviosa.
—No quiero entrometerme, pero ¿Cuál es la promesa que le hizo tu padre a tu tía? ¿No desposar a sus hijas hasta los dieciocho años?
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Gideon (1° Libro de Las Crónicas de Caister) ✔️
Ficción históricaLas promesas de su padre obligan a lady Orla a desposarse con un desconocido, sin embargo, ¿Logrará ser feliz sin antes aprender a amarse a sí misma? • • •...