17. 1

265 44 1
                                    

Dacre POV

Me dolía todo el cuerpo pero más la pierna, sentía como si arrancaran una parte de mí o lo presionaran una y otra vez sin detenerse. Una camioneta me había atropellado después de haber recibido varios golpes por los hombres que me tenían hecho su prisionero, y ahora, después de no dormir nada, estaba recibiendo los bocados del desayuno que el secuestrador me había traido.

De pronto, la puerta del granero se abrió y por el umbral pude ver la silueta de una mujer, era la señora Cabello.

No puede ser cierto.

Aquello me sorprendió y estuve por pedirle ayuda hasta que noté que algo no iba bien. Nada iba bien. Ella no parecía sorprendida por encontrarme, y tenía un rostro serio, como si estuviera dejando claro que no estaba para juegos. Hasta que sonrió fríamente en mi dirección y saludó.

—Buenos días, Dacre.

Caminó hacia mí con tanta seguridad. Paso tras paso hasta detenerse frente a la silla donde me tenían prisionero.

—Dije buenos días—repitió al no escuchar mi saludo.

—Buenos días, señora Cabello—respondí en voz baja.

—Chris, ¿me puedes dejar a solas con él?

El hombre rubio asintió y salió del granero, dejando a la mujer lo suficientemente cerca como para escuchar mi respiración.

Lo estaba intentando asimilar.

Ella no era la buena, ni quien me iba a salvar, ahora mismo ni siquiera podía reconocerla, no parecía la misma mujer que conocía, o al menos, que creía conocer. La tierna, amorosa y delicada Camila ahora era otra, incluso en su mirada. Su maldita y atractiva mirada.

Se apartó de mí y miré cómo siguió paseando por el lugar, supervisando cada detalle del granero, y cada golpe en mi cuerpo.

—¿Cómo te sientes, cariño?

Maldición. Su voz tranquila estaba de nuevo, tal y como recordaba, pero al mirarla, sólo veía maldad en ella.

—¡Es una jodida tortura todo esto!

—Sin malas palabras, Dacre—corrigió. Me hacía sentir un niño.

La miré con molestia pero a ella pareció no importarle en nada.

—Entonces, dime...¿realmente la estás pasando mal?

—Como no tiene idea.

—¿Y no te quedó suficiente con el mensaje de tu padre?

—No sé de qué habla.

Ella sonrió sarcástica.

—Sabes de qué hablo, cariño...¿quieres que te lo recuerde?—yo sólo la miré sin decir nada y ella se apoyó en una de las columnas que sostenía el interior del granero, cruzó los brazos y me observó—me imagino que te advirtió sobre mi–maldita sea–tu padre sufrió "un poco" con la pelea que tuvo en el bar, pero se intentó defender y le fue peor. Me recuerda tanto a ti.

En su media sonrisa me dejó ver que estaba más que feliz. Y aquello me enfureció. Intenté liberarme de las manos, a pesar de saber que era imposible porque me tenían esposado.

Camila lo notó.

—No te lastimes, cariño, es mejor que te quedes quieto y escuches...uhmm ¿en dónde me quedé?—hizo señas como si intentara recordar y luego continuó—...ya recuerdo, te estaba diciendo que tu padre sufrió en una pelea y terminó en un hospital, y yo le ordené que te llevara con él...pero fuiste terco, haciendo lo que querias...como siempre.

DADDY »	duamilaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora