25

239 39 4
                                    

Camila POV

Era de madrugada y Dua no había regresado. Su abuela no sabía ni siquiera que ella había salido. Yo me encontraba en mi camioneta, en el estacionamiento de una tienda de 24 horas. Había salido a buscarla, sin tener éxito en encontrarla.

Un grupo de chicos entró al lugar, entre gritos, risas y humo de cigarrillo. Parecían estar divirtiéndose. Tardaron un poco adentro de la tienda.

Cuando salieron, subieron de nuevo al automóvil que se encontraba al lado de mí. Escuché que una de las chicas se quejara con uno de los chicos y luego encendieron el motor para irse.

Regresé a casa, esperando con encontrarme a Dua pero no fue así.

Estaba ahí, angustiada en la sala, cuando de pronto el teléfono sonó y respondí de inmediato. Era Fred.

—Señorita Camila, hay una emergencia—en su voz podía notar que estaba desesperado.

¿Ahora que pasó?

—Dime.

—Unos chicos vinieron a beber y fumar aquí, cerca del granero y lo incendiaron.

—Maldición...—¿y Dacre?, pregunté para mi misma—¿ya sacaste al chico?

—No puedo...el paso está en llamas y tengo que rodear todo el lugar.

—¡Pues hazlo!

—No voy a llegar a tiempo.

—Inténtalo...ya voy para allá.

La abuela de Dua me miró y yo le dije que mi granero se estaba incendiando.

—No puedes ir, hija, es peligroso.

—Tengo que hacerlo...

—Debes tener mucho cuidado.

—No se preocupe, estaré bien...y si llega Dua antes de que yo regrese, asegúrese de que ella también se encuentre bien.

Su abuela se despidió de mí y yo salí rápido de casa en dirección a mi camioneta, una vez más. Tener encerrado a Dacre me estaba dando demasiados problemas.

Estuve en camino a la máxima velocidad, desde la entrada principal podía ver el fuego y el humo que provenía del granero. El incendio estaba avanzando más.

Rodeé el pastizal que comenzaba a incendiarse y aceleré hasta llegar lo más cerca posible.

Ahí ya se encontraba Fred, intentando buscar cómo entrar.

—¡¿Tienes algo para romper la madera?!—le grité desde la ventana de la camioneta. Él me dijo que no.

No podía arriesgarme más.

Retrocedí unos metros con el vehículo y aceleré para romper la parte trasera del granero. La camioneta entró hasta la mitad.

Por dentro estaba el humo mezclado con el calor sofocante y las llamas.

Rápido bajé y corrí hacia el lugar donde Dacre estaba esposado.

Su mirada estaba confundida.

Le quité la mordaza y las cuerdas que lo ataban, y lo ayudé a levantarse mientras intentábamos salir.

—Creí que me quería muerto.

—Yo igual creía eso.

El humo nos asfixiaba y nos hacía sentir como si estuviéramos siendo consumidos por el fuego.

Nunca pensé que respirar me cansara tanto.

Yo comencé a toser.

—Así que tuvo un cambio de planes.

Asentí con la cabeza mientras llevaba a Dacre hacia la salida.

Él estaba demasiado débil.

—No digas nada—le pedí.

Hasta que logramos salir por el agujero que había hecho al entrar con la camioneta.

—¿Usted hizo eso?

—Sí, no había otra forma de entrar.

Dacre miró de nuevo el golpe que había dejado en la madera y sonrió.

—Me hubiera dejado morir.

Esta vez negué mientras buscaba la llave en el bolsillo de mi pantalón, pero no estaba ahí. Tal vez lo había dejado en la camioneta.

A lo lejos, escuché las sirenas de los bomberos.

Miré hacia adentro y vi que Fred ya estaba sacando mi camioneta.

—¡¿Qué demonios haces?!—le grité mientras veía que él estaba avanzando en reversa con mi camioneta. El fuego ya había terminado con la primera parte del granero, le faltaba poco para colapsar.

Fred rompió otra parte del agujero que había dejado y ralló más la pintura de la camioneta pero logró liberarla del fuego. Inmeditamente corrí hacia el vehículo.

—Fred, necesito las llaves para quitarle las esposas a Dacre.

—¿Por qué?

—Lo vamos a tener que liberar...la policía viene en camino.

—No es sólo por la policía, ¿verdad?

Fred levantó la mirada y gritó.

—¡Hey!

Cuando volteé a ver, Dacre ya estaba corriendo hacia la salida del campo, por el camino que conducía a la entrada principal de la propiedad. Quienes llegaran primero, los bomberos o policías, lo iban a ver.

Maldita sea.

Sólo esto me pasa a mí.

Corrí hacia donde se dirigía Dacre y detrás de mi escuché cómo Fred encendía de nuevo el motor para perseguirlo.

Las luces de los bomberos iluminaron mi rostro al llegar al camino principal, dirigiéndose con rapidez hacia el granero.

A mis espaldas, el pastizal estaba siendo consumido con más intensidad.

Los autos de los policías entraron detrás de los bomberos y en un segundo, ya todo el lugar estaba cubierto con seguridad.

Yo seguía buscando a Dacre, tal vez se había adentrado al campo de cultivo.

Fred bajó de la camioneta a pocos metros de mí y se acercó.

—¿Lo ve por alguna parte?

—No, pero debemos dividirnos...tú ve por la derecha—le ordené mientras él me extendía la llave de las esposas y luego un arma, dudé en sostener la pistola cargada

—Si lo encuentro, ¿qué hago con él?

—Me lo traes, pero no le dispares...

Fred no lo creía tampoco, pero siguió mis instrucciones y se fue por la derecha. Yo me adentré al cultivo de maíz por la izquierda.

Y ahí me perdí entre las hojas y mazorcas tiernas. Mis pasos se mantenía con cuidado hasta que escuché unos gritos. Era imposible.

Un escalofrío recorrió todo mi cuerpo y sentí como si me detuvieran. Ese grito lo reconocía, estaba pidiendo ayuda.

Presioné mi mano al arma y busqué entre el cultivo que se hacía interminable. Las hojas golpeaban mi rostro y yo sólo buscaba la dirección de donde escuchaba que la chica forcejeaba con alguien.

Mi corazón se agitó.

A lo lejos escuché varios disparos.

Pensé en Dacre, en Fred, en la policía.

¿Qué demonios está pasando?

Todo es un caos. Un maldito caos.

Y de pronto, me detuve por lo que ví.

DADDY »	duamilaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora