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Camila POV

Eran las primeras horas de la mañana y yo me encontraba en el bosque, de pie junto a un árbol mientras jugaba con mi arma. Frente a mí, estaba el chico arrodillado, Daniel, suplicando por su vida.

Ya no me voy a arrepentir de nada.

Le había disparado en la pierna y seguía escuchando como se quejaba por el dolor que le estaba causando la bala atravesada.

—Tendría maravillosos planes para ti, Daniel, pero temo decirte que necesito atender otras cosas y el tiempo se me agota.

El chico me miró con odio. Me estaba dejando de buen humor.

—¡Es una maldita loca!

—Gracias cariño, no es momento para halagos pero lo aprecio.

—¡Enferma!¡Maldita pe...!—le pedí que guardara silencio.

—Bien, vamos a ver qué hacer contigo—caminé cerca de él y el chico intentó ponerse de pie, pero la pierna le dolía. Tenía la bala incrustada y un par de golpes míos en la herida.

Sentía la adrenalina y la furia recorrer mi cuerpo. 

Él me observó y le pedí que se levantara.

—Ya vi que te gustan los juegos...por eso incendiaste mi granero e intentaste tener a mi chica a la fuerza.

—No sé de qué habla.

—No seas tan estúpido como para negarlo.

—Pero ella...

—¡Ya cállate y levántate ahora mismo!—le apunté con el arma y él no tuvo más remedio que hacerlo entre quejidos de dolor y molestia.

–Se va a arrepentir.

Sonreí.

—Eso lo veremos.

Él se presionó el muslo con la mano para evitar que sangrara más pero sabía que no ayudaba en mucho.

—Bien, pon atención porque sólo te lo dire una vez.

—No soy retrasado.

—¿En serio? No parece.

—Debería probarlo.

—Lo haré—definitivamente ya estaba iniciando bien la mañana.

Miré hacia el cielo y suspiré, agradeciendo que poco a poco se estaban resolviendo todos mis problemas. Sonreí con tranquilidad y de nuevo bajé mi mirada hacia el hombre que ahora estaba intentando huir rápidamente de mí.

Que ingenuo.

Corrió colina abajo para intentar perderse entre los árboles, como si no supiera que yo ya conocía perfectamente el lugar.

Avancé hacia donde él había ido mientras le hablaba en voz alta para que me escuchara.

—Te iba a proponer una carrera para ver cuánto lograbas avanzar...pero al parecer, te gustan las escondidas, así que pongámos un poco de emoción al juego.

De reojo miré que alguien pasó hacia el otro lado para ocultarse detrás del tronco del árbol. Ví como las ramas se movieron. Ahí estaba el chico.

—Si te dejas a atrapar, terminaré rápido contigo...prometo que no sufrirás

Seguí hacia un lado para que él se confiara y escuché sus pasos detrás de mí, ya lejos, huyendo lo más rápido posible.

Verlo desesperado, corriendo e intentando salvar su vida me hacía sentir de una forma extraña. Divertida, eufórica.

Dejé que avanzara un poco, lo suficiente para darle esperanza, y continué tras él.

DADDY »	duamilaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora