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Camila POV

—Lo sé todo, Camila...—Dua me estaba hablando entre besos mientras dejaba que mis manos la desnudaran.

Nos encontrabamos a solas en el granero de la casa de su abuela. Era de noche, quizás más de las doce y para nosotras nada más importaba.

Mis besos estaban unidos a los de ella, con calma, desesperación y de nuevo con calma, como si jugáramos a atraparnos, sin detenernos.

—Estás loca.

—Lo estoy.

—¿Y sabes qué pienso?

Mis manos terminaron de bajarle el vestido y mis labios se encargaron de besarle el cuello y las clavículas hasta seguir hacia su pecho desnudo.

—Dime.

Nuestras voces se silenciaban con el sonido de nuestros besos y jadeos que lentamente aumentaban.

—Que tu locura me enamora más de ti.

Sonreí contra su piel y continué besándola.

—No sabes lo que dices.

—Creéme que sí...

Mi boca se cerró alrededor de uno de sus pezones y succioné lentamente hasta que sintiera aún más su dureza contra mi lengua.

Escucharla gemir me daba tanto placer.

—¿Por qué lo hiciste?

—No supe controlarme—le respondí mientras seguía sintiéndola con mi boca.

—¿Alguna vez te has controlado?

—Ahora lo hago.

Levanté mi mirada para encontrarme con ella y esa sonrisa pervertida que me invitaba a continuar haciéndolo.

—Sabes que me puedes hacer tuya de esa manera que deseas.

—¿Estás segura?

—Completamente.

Seguí besándola hasta atraparla con mis brazos y recostarla conmigo en la paja del suelo del granero. Sentía su cuerpo desnudo, hirviendo debajo de mí.

—Dime cariño, ¿no me tienes miedo?

—¿Por qué tendría que tenerlo?—sus ojos cafés buscaron los míos—dijiste que serías capaz de hacer lo que sea, por mí.

Por un segundo me detuve a admirarla. Nuestras respiraciones chocaban entre sí y podía sentir su pecho moverse al respirar, contra el mío.

—Nunca te haría daño...pero creo que tú estás más loca que yo.

—Puede ser...—Dua se mordió el labio y después sujetó mi rostro con sus manos para atraerme a ella y continuar besándonos.

Mis caricias subieron a su cuerpo con delicadeza para cerrar mis manos en sus pechos desnudos y presionarlos. Dua gimió contra mi boca, entreabriendo los labios para después meterme su lengua húmeda.

Sus manos comenzaron a sujetarme con más fuerza y abrió las piernas para que yo me acomodara entre ellas.

—No estuvo bien lo que hice.

—Tal vez necesites ayuda—al escucharla decir eso, me detuve y la miré de nuevo, pero ella estaba concentrada en desabrocharme el cinturón para después abrirme el botón del pantalón.

Sus dedos eran hábiles. En segundos ya estábamos desvistiéndome.

Acomodó un poco su cabello y sonrió al verme apoyar mis manos a cada lado de su cuerpo.

—¿Cómo lo supiste?

—Hace meses te seguí hasta el granero y ahí mismo te descubrí. Sólo esperaba a que tú misma me lo contaras.

—Iba a hacerlo, pero no sabía cómo.

—Sólo lo hubieras hecho y ya-su mano se entrelazó con la mía.

—¿Y el drama por el anillo?—le pregunté.

—No fue drama—rió un poco, lo recordaba—eso fue porque creí  que te acostaste con la rubia, con Dacre, y en algún momento pensé que me ibas a dejar. Estabas tan distante de mí.

—Nunca lo hice. Nunca me acosté con nadie más. Ni pensaría en dejarte.

—Lo supe después.

Estaba sorprendida, y ella siguió hablando.

—Busqué a Colette para tener respuestas, y ella me dejó claro que no había nada entre ustedes.

Eso no lo esperaba.

—Estaba desesperada, Camila, no entendía lo que pasaba. Sólo quería estar segura.

Bajé a besarla y sus labios me atraparon de nuevo. Sus manos se aferraron a mi cuerpo y me presionó con sus piernas para atraerme lo más cerca posible a ella. Sentía cómo se movía debajo de mí, cómo su respiración se agitaba y sus besos se hacían más hambrientos.

—No entiendo cómo estás perdonándome todo lo que hice.

Me senté en sus caderas y puse mis manos en sus hombros para apoyarme y dejarla inmóvil.

—¿Cómo...?–comencé a repetir pero ella me detuvo.

—No importa cómo, sino por qué.

—Entonces...¿por qué?

—Porque te amo, Camila, te amo de una forma que nadie más entendería...sólo tú. Y sé que, así como morirías por mí también matarías por mí. Estás loca, muy loca, y enamorada de mí como yo de tí, así que no eres la única que haría lo que fuera para mantenernos así.

Escucharla decir esas palabras, de esa manera, me había dejado sorprendida.

Su mirada recorrió todo mi cuerpo y desde abajo se movió para que sus caderas se movieran contra las mías.

—Lo deseas.

—Más de lo que imaginas—le respondí.

—Sigue. Demúestrame que tú igual me amas con la misma intensidad.

—Te amo—dije contra su boca para seguir haciéndola mía una y otra vez, hasta el amanecer.

Y a la mañana siguiente, lo que me despertó fue el ruido de la podadora de césped en el jardín de la casa. Alguien estaba afuera.

Sacudí el brazo de Dua para que se despertara y terminé dándole un beso en la frente al verla abrir los ojos.

—Cariño, tenemos que vestirnos, alguien está afuera.

Dua sonrió.

—¿Aún no nos han visto, verdad?

—No.

—Podemos quedarnos un poco más a dormir.

—No bebé, debemos irnos ahora antes que nos descubran que lo hicimos aquí.

—Que lo sepan.

Dua se giró para seguir con su plan de sueño pero en ese momento escuchamos que alguien comenzara a abrir la puerta del granero.

Ella se levantó y me miró sorprendida. Yo coloqué mi dedo por encima de mis labios para decirle que guardara silencio, y sin hacer ruido buscamos nuestra ropa del suelo para comenzar a vestirnos y salir semidesnudas por la puerta trasera.

Dua ya tenía las bragas y estaba riendo mientras se cubría el pecho desnudo con la ropa.

—Nos van a ver.

—No me molesta—le respondí mientras me colocaba la blusa. Estaba sin pantalones, al lado de Dua, mirando hacia los lados para cruzar corriendo el jardín.

Ella sonrió más.

—¿Segura?

—Segura—le guiñé antes de sostener su mano con la mía para que me siguiera a casa.

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⏰ Última actualización: Jun 02, 2021 ⏰

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DADDY »	duamilaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora