Cinco.

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Desperté a la mañana siguiente gracias a María, que abrió las cortinas dejando entrar la luz natural del sol. Gruñí antes de taparme la cabeza con la almohada. Apenas había tomado algo la noche anterior, pero por alguna razón la cabeza me dolía y estaba mareada. Imaginar como debían de sentirse L y Daph solo empeoraba mi estado.

— ¿Qué hora es? —pregunté molesta, aún con los ojos cerrados.

—Las 12:37, para ser precisas. —respondió una voz que no coincidía exactamente con la de María. Al sacarme la almohada de la cabeza vi a una chica baja y menuda, con el cabello castaño ondulado hasta los hombros, que me observaba apoyada en el marco de la puerta con una sonrisa brillante.

— ¡Sienna! —me puse de pie de un salto y corrí a abrazarla. Ella me estrechó fuertemente antes de despegarse de mí para poder echarme un mejor vistazo.

— ¿Y a ti qué coño te ha pasado? —a pesar de sus palabras, no sonaba sorprendida. Posiblemente Logan ya le hubiese contado sobre mi cambio y, conociéndolo, también hubiese exagerado todo. —Estás vestida como esa zorra con la que sale Liam...

—Me sentiría ofendida, pero llevo tanto tiempo sin verte que te lo voy a dejar pasar. —le sonreí.

Sienna era una de las pocas chicas que, al igual que Daphne y Leah, no se interesaban en las fiestas y los novios. Su madre la había obligado a dejar la escuela y a tomar clases en casa debido a una extraña enfermedad que tenía de la cual el nombre no recuerdo, pero de todos modos la chica tenía amigos por montón y, a pesar de su poco interés en una vida social, salía casi todos los días, sobre todo con Logan.

— Veo que tus vacaciones estuvieron geniales. —se rio, dejando salir unas carcajadas que asemejaban al sonido de un gato. No se podía negar que su risa era contagiosa. —Tienes que contármelas enteras. De principio a fin.

—Lo haría si tu novio no fuese tan empalagoso y te dejara por lo menos un minuto sola. —le respondí cuando Logan apareció caminando por el pasillo. Al llegar donde nosotras le plantó un beso en la mejilla y me miró de pies a cabeza, antes de suspirar, con una decepción simulada. — ¿Qué?

—Deberías verte en un espejo antes de ir caminando con esa pinta por la casa. —le saqué la lengua ante el comentario, pero de todas maneras me pasé la mano por el pelo en un vano intento por ordenarlo. —Y tu amigo se marchó temprano, hace casi tres horas. No quiso despertarte, pero dijo que te diera las gracias de su parte.

Mierda, Adam. Abrí los ojos al recordar que se había quedado en el cuarto de huéspedes. Pobrecillo. El haber estado solo con mi hermano debe haberlo asustado de todas maneras. Logan no era un ser amenazante, ni de cerca, pero la incapacidad social del otro chico era de un nivel que iba más allá de lo poderes de simpatía de cualquier ser humano. Menos de Calvin, por alguna razón.

—Ea. —llamé a la pareja de novios, que ya se marchaba para ir a su cita semanal. Creo que ese día tenían planeado una tarde de canopy a dos horas de la ciudad. — ¿Cómo lo hacen para estar tan bien? Me siento del asco y ni siquiera estoy con resaca.

Sienna rio.

—Es cosa de costumbre. —respondió, dejando que Logan le pasara un brazo por la cintura. La verdad era que, desde que había empezado a salir con ella, mi hermano había cambiado muchísimo. El sexo, las drogas y, ocasionalmente, el alcohol, habían quedado de lado. Las fiestas seguían, pero si la rubia lo acompañaba no había nada que temer. El chico estaría en pie al día siguiente, fresco como lechuga, y no perdido en los barrios bajos de la ciudad, como solía ser. La llegada de Sienna había sido un alivio para mis padres y unos cuantos policías, que ya estaban hartos del fastidioso Eyelesbarrow y sus locuras en estado de ebriedad. —No es tu primera fiesta, pero es la primera vez que te preocupas tanto. Oí lo que sucedió con ese tal Adam. Sentirse responsable agota, ¿no?

The Bubblegum BitchDonde viven las historias. Descúbrelo ahora