—Kida. —una voz cantarina me sobresaltó mientras guardaba los cuadernos en el casillero, haciendo que algunos papeles cayeran al suelo con suavidad. Ashley, de pie junto a mí, se agachó para ayudarme a recogerlos, mi mente intentando adivinar por qué diablos estaba dirigiéndome la palabra. —¿Tienes tiempo para hablar?
—¿Quieres hablar? —le solté, pasmada, de una manera que sonó bastante poco amistosa.
—Si, quiero hablar. —repitió, observando a su alrededor. Parecía fuera de lugar ahí, instalada junto a mi casillero, abrazando su agenda rosa con fuerza. Me dedicó una mirada casi vulnerable, antes de bajar la cabeza para mirar sus zapatillas negras de caña alta y ligera plataforma que iban a la perfección con su polera, casi traslúcida. —Bueno, quería agradecerte, en realidad. Por advertirme sobre Tyler.
Mi sorpresa, grande desde un principio, aumentó aún más. ¿Ashley Ashcroft me estaba agradeciendo a mí, Kida Eyelesbarrow, por la ayuda? Los milagros existían, después de todo.
—Yo no...
—Si, sé que no lo has hecho por mí, pero lo aprecio de todas formas. —apretó los labios en una sonrisa que, aunque tensa, lucía honesta. Era una chica que, a los ojos de cualquier padre, se veía encantadora, porque sabía justo lo que debía hacer y decir para convencerlos, pero era sabido entre los jóvenes lo malvada y manipuladora que podía llegar a ser. —Mira Kida, sé que nunca hemos tenido la mejor relación de todas, y tengo claro que es por mi culpa. No te he tratado de la mejor manera y realmente lo siento.
La cara de impacto que puse, mi boca abriéndose de par en par, la hicieron rodar los ojos.
—Si, créelo, lo siento. —me repitió. Respiró profundo antes de continuar. —Me gustaría mejorar las cosas entre nosotras. He cambiado, Kida, igual que tú, y espero poder enmendar las cosas que he hecho. —pese a lo mucho que la detestaba, lo mucho muchísimo que la detestaba, no podía negar que sus disculpas parecían ser sinceras. Además, claro ¿por qué si yo había cambiado ella no podía hacerlo? Así y todo, no podía confiar en ella: si perra naces, perra te quedas. —Liam le ha contado a Sloane que irás al baile de otoño de Red Valley.
—Sí, así es. Sawyer me ha invitado. —se mordió los labios al escuchar ese nombre. ¡Dios, no había pensado que Ashley también se había acostado con él! Yo era su segundona, que horror.
—Pues yo también voy, y creo que sería genial que nos arregláramos juntas. ¿Estamos hablando, entonces?
El sonido de la campana hizo que se marchara antes de que alcanzara a darle mi opinión sobre lo pésima que me parecía su idea, pero me resigné al verla desaparecer en el mar de alumnos que se movilizaban como ganado, caminando en masa lentamente, hacia su siguiente clase.
Así que, muy a mi pesar, Ashley Ashcroft, la reina de Southernland High, apareció plantada frente a mi casa dos horas antes del baile, llevando consigo una maleta de maquillaje y su vestido colgando del antebrazo.
—Pase usted, belleza. —oí como la hacía entrar Liam, mientras yo me paseaba por mi habitación llevando tan solo una toalla, recién salida de la ducha, preguntándome como lo haría para sobrevivir sola con una de las chicas que más detestaba en la faz de la Tierra. —Kida está arriba, tercera puerta a la izquierda.
Respiré profundo, ni cerca de estar preparada para aquello, antes de abrirle la puerta con una falsa sonrisa. Esas serían unas eternas dos horas...
...O quizás no. Realmente no sabría qué responder si me preguntaran como estuvo mi cita de belleza con Ashley. Lo más probable es que dijera que me la había pasado del asco, pero eso se debería a que no confiaba ni un poco en sus extrañas intenciones de querer arreglar las cosas conmigo. Quiero decir, ¿para qué? Si es que había cambiado, como ella decía, que se limitara a dejar de tratar mal al resto. Todo ese discurso del "seamos amigas, Kida, nos lo pasaremos genial" estaba de sobra.
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The Bubblegum Bitch
Teen Fiction¡Cuidado! No te metas con la Reina del Chicle. Es una zorra y no dudará en destruirte. No la mires tampoco. Te hará añicos con solo pensarlo. No te cruces en su camino. Tiene una misión que cumplir, y no está dispuesta a fallar. No digas que no...