Nueve.

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La discusión que hubo entre Tyler y Ashley el lunes siguiente fue, sin duda alguna, una de las más épicas que se hubiesen visto en la historia de la escuela. Incluyó acusaciones graves, llanto, gritos y hasta una malteada de chocolate sobre la cabeza del acusado, quien hizo un esfuerzo bastante débil por defenderse. El video existía, y nada de lo que dijera sería suficiente frente a semejante prueba de infidelidad.

Yo disfruté de toda esta escena desde el otro lado del patio, mientras masticaba fuertemente un chicle sabor sandía. Era hora de almuerzo, y me encontraba sentada en una de las mesas metálicas que había junto a la puerta de salida con Daph y Leah, quienes no podían despegar los ojos de la pelea. Nadie en todo Southern podía hacerlo.

De todas maneras, yo estaba tranquila. Alexa había prometido su silencio, así que si alguien se enteraba que era yo quien lo había enviado, no sería por ella. Y, si bien lo que había hecho era una completa traición a Tyler, no me arrepentía en lo absoluto. Él había comenzado aquella guerra pidiéndole a Ashley, hermana de la chica que me había acosado durante toda mi adolescencia, que fuese su novia. Ahora era mi turno de contraatacar.

Pero Ty no era tonto. Tardó tan solo unos días en sumar dos más dos para llegar a la conclusión de que había sido yo, y nadie más que yo, quien lo había delatado ante su preciosa ex.

—Tenemos que hablar.

Era jueves tras el segundo periodo, y me esperaba recostado contra la muralla a la salida de mi clase de Química. Al verlo ahí, dolido como se sentía, no pude evitar que me poseyera la pena. Su presencia ahí me demostraba que lo había perdido, después de todo, y tras esto no habría forma de recuperarlo.

—Bien, habla. —le dije, intentando parecer fuerte, escondiendo cómo realmente me sentía.

—Quiero que me expliques por qué, Kida. —exigió. Comenzó a acercarse, intimidándome lo suficiente como para que mi espalda se pegara contra los casilleros en un intento por retroceder. Me tenía acorralada. —Qué te he hecho yo como para que me hicieras algo así. Porque has sido tú, ¿no es así? Tú enviaste el video. ¿Qué demonios, Kida? Creí que éramos amigos...

—Bueno, pues creíste mal. —interrumpí, sacando valor de donde lo encontrara. Ese era el momento que tanto había buscado evitar, pero ya no podía seguir alargando el problema. Y, aunque el ambiente no era el ideal, con un grupo de curiosos comenzando a formarse alrededor nuestro, debía hacerlo. —Nunca fuimos amigos, Tyler. La amistad es mutua. ¿Lo nuestro? Estaba lejos de ser mutuo. Era yo quien estaba para ti, yo quien se preocupaba por ti, yo quien cuidaba de ti. En cambio, ¿qué hiciste tu por mí? Respóndeme: qué hiciste tú por mí.

Se quedó callado, sin poder creerse lo que le estaba soltando. Pude ver el dolor y el asombro en su ojos, que me miraban sin poder reconocerme, como si no fuera la Kida que había conocido durante tantos años. Al parecer él esperaba que yo negara su acusación, que rogara su perdón o algo así, pero no eso. No toda la mierda que acababa de soltarle.

—Si estuve para ti, Kid...

—Ah, ¿sí? —asentí lentamente, desafiándolo. Podía sentir la ira ardiendo dentro de mi pecho, toda la rabia que me había tragado cada vez que lo vi liándose con otra chica, que lloré por él en silencio, que me dio por sentada. Todas esas veces, donde el rencor se había acumulado en lo más hondo de mi ser. —¿Y cuándo fue eso? Dime, ¿acaso fue cuando tuve que echarme la culpa porque vomitaste el auto de mis padres? ¿Cuándo tuve que mentirle a los tuyos sobre dónde estabas, siendo que no te había visto en días y estaba preocupada por ti? ¿Cuándo me llevaste de sujeta velas a citas? ¿O cuando le pediste a la chica que me maltrató psicológicamente durante años que fuese tu novia? Vamos Tyler, dime. Cuando estuviste para mí.

The Bubblegum BitchDonde viven las historias. Descúbrelo ahora