Ocho.

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Desperté al día siguiente acostada en mi cama, sin estar segura de cómo había llegado ahí, sintiéndome tan mal como si un camión me hubiese pasado por encima. De abajo escuchaba los gritos de mi madre llamándome a almorzar, pero el cuerpo no me daba para moverme, mucho menos levantarme. Una serie de imágenes de la noche anterior pasaron ante mis ojos, como una película borrosa y mal grabada, con demasiados saltos temporales que no te permitían entender la historia con claridad.

Lo último que recordaba era estar en una habitación con Sawyer, ambos en ropa interior sobre la cama de un desconocido. Dios, que vergüenza. Yo no era ninguna santa, o al menos había dejado de serlo durante el verano, pero lo de anoche había sido realmente humillante. Si mi memoria era correcta, había sido de los peores polvos que había tenido en la vida.

—¡Kida! —Liam abrió la puerta de mi habitación de golpe, dejando que una gran cantidad de luz entrara y me diera de lleno en la cara. Con un gruñido hundí la cabeza en la almohada, sin ánimo para insultarlo siquiera. —Joder, ¿estás viva? ¡Huele a mierda aquí dentro! —gruñí nuevamente. —Te llevamos esperando un buen rato para que bajes a almorzar...

—Dile que me ha llegado mi periodo y no quiero bajar. —sabía que mamá comprendería. —Comeré sola más tarde.

Se encogió de hombros, pero bastó para que se fuera, cerrando la puerta a sus espaldas y dejándome sola con mi torbellino de pensamientos. Sawyer, la ex de Ryan, el baño... ¡Tyler con la chica! La imagen me llegó de golpe, seguida del recuerdo del vídeo que había hecho. La Kida sobria no supo si felicitar a la Kida borracha o avergonzarse. ¿Grabar a Tyler mientras le hacían sexo oral?

Eso sí, estaba orgullosa de haber apagado el flash.

Dormité otro rato más, sintiéndome demasiado mal como para levantarme de la cama, hasta que a eso de las cuatro de la tarde sonó el timbre de la entrada.

—Kid, te buscan. —dijo Logan entrando en mi habitación con un vaso de agua, lo cual le agradecí profundamente, mi boca seca como lija. Tomé asiento y, recibiéndole el vaso, lo miré interrogante. —Una tal Chris, ¿la conoces? No tiene mucha pinta de ser amiga tuya...

Chris, Chris... No podía ser otra que la hermana de Calvin. ¿Qué demonios estaba haciendo en mi casa?

—Vale, hazla pasar y dile que me espere. Necesito vestirme. —le pedí. —Y gracias por el agua.

Haciendo un esfuerzo sobre humano logré levantarme de la cama, la cabeza latiéndome en las sienes, y apresuré todo lo que pude en darme una ducha corta que me quitara, aunque fuese un poco, el olor a alcohol que emanaba de mi cuerpo. Era, definitivamente, la resaca hecha persona.

—Hola, Ricachona. —saludó Chris al verme, poniéndose de pie. A pesar de hacer el intento de verse relajada, se notaba que no lo estaba, retorciéndose los dedos y mordiéndose los labios cada pocos segundos. Me fijé en el vaso con jugo de piña natural, clásico en casa de los Eyelesbarrow, que descansaba frente a ella en la mesa de centro del salón. Probablemente obra de Logan, considerando que ni María ni Ollie trabajaban los fines de semana. Mi hermano definitivamente era una maravilla de persona. —Espero no te moleste que me haya pasado sin avisar...

—No claro, un gusto tenerte por aquí. —respondí, pero de todos modos no logré esconder mi extrañeza, que se delataba en mi mirada constante sobre ella. —Chris, no me malinterpretes, pero...

—Se que te sorprende verme por aquí, de verdad. No hace falta que intentes ocultarlo. —sonrió ella, de vuelta en su asiento. Me hizo un gesto para que la imitara, lo que me hizo adivinar que se vendría una larga conversación. Que mal momento para estar sintiéndome como momia disecada. —Realmente necesito hablar con alguien, Kida. Alguien inteligente, que me de una buena idea de qué hacer con mi vida, porque siento que se me está saliendo de control.

The Bubblegum BitchDonde viven las historias. Descúbrelo ahora