La temporada de futbol en Southern era la más importante del año, y eso todos lo sabían. Los día de partido eran un ritual de la fortuna ya practicado varias veces, sobre todo en casa de los Eyelesbarrow, donde ese deporte era de vital para los hombres de la familia.
Era mediados de octubre y la temporada había comenzado hacía tiempo, lo que significaba que los partidos importantes estaban a la vuelta de la esquina. Mis padres, sintiéndolo en el alma, habían tenido que salir de la ciudad por razones de trabajo, por lo que no podrían estar para el de ese día. Afuera, las hojas de los árboles ya se habían teñido de colores otoñales hacía rato, y María salía dos veces a la semana con su rastrillo verde a juntarlas en montones en el patio, los cuales Rocco no tardaba en desbaratar al saltar sobre ellos.
—Brrr. —Logan soltó un quejido al entrar a la casa, dejando las llaves del auto de nuestros padres en el mesón de la entrada. —Hace un frío que pela afuera.
Lo observé, mi café en mano, desde el sillón del living. A mi lado descansaba un libro abierto, que había dejado abandonado por que la historia se había vuelto monótona un par de páginas atrás. El sol se estaba poniendo por detrás de las copas de los árboles, mucho más temprano de lo que solía hacerlo en verano.
—¿Liam ya se ha marchado a la escuela? —me preguntó, acercándose a la ventana para observar a Rocco tontear con las hojas caídas. —¿A qué hora es el partido?
—Creo que comienza en media hora. —respondí tras revisar la hora en el celular. Le di un sorbo al café, quemándome la lengua.
—¿Tú no irás?
Negué con la cabeza, mi pelo teñido de rubio sujetado en un desarmado moño alto. Los partidos de futbol eran de los eventos sociales más grandes de la escuela, cosa que por el momento prefería evitar.
Si bien no había quedado en malos términos con Adam tras la pelea, cada vez que me veía en los pasillos del instituto daba la vuelta para no tener que hablar conmigo. Las cosas con Leah y Daph tampoco estaban mucho mejor. Cada vez se me estaba haciendo más difícil guardar el secreto de Connor dado que Daphne, decidida a no dejarlo ir, había comenzado a responder sus historias en Instagram, con la esperanza de que el chico volviera a darle bola. ¿Cómo le explicaba que él no estaba interesado y que debía rendirse?
Por otro lado, Tyler no me dirigía la palabra, cosa que era de esperar. El problema era que, tras la escena que habíamos montado en la escuela hacía unas semanas, las chicas que lo adoraban no dejaban de insultarme y hablar a mis espaldas, lo suficientemente fuerte como para que las oyera.
Y, finalmente, Calvin había desaparecido. No había vuelto a verlo ni a oír de él tras esa noche en el hangar en King County.
En otras palabras, mi vida social se había vuelto un completo infierno.
—Vale. Yo saldré en unos quince minutos, por si es que cambias de opinión. —me sonrió Logan, intentando darme ánimos. No había tenido otro de sus extraños cambios de humor tras lo de Chris, pero si lo había notado más callado y meditativo de lo normal. Depositó un beso en mi coronilla antes de subir a su habitación.
Una vez que Logan se hubo marchado, me pasé bastante rato intentando retomar la lectura del insípido libro que tenía entre manos, pero no pude. Mi mente estaba demasiado preocupada armando hilos y enrollando historias y creando escenarios ficticios que solo lograban deprimirme. Llevaba así más de una semana, donde rehuía de la gente y me la pasaba vagando por la casa, sin tener ganas de hacer mucho más que eso. Mis primas, Ginn y Eliza, con las que charlaba algunas veces y quienes normalmente me hubiesen hecho reír a carcajadas, ahora con algo de suerte lograban sacarme una sonrisa desanimada. Logan tenía sus propios demonios con los que lidiar, fueran cuales fueran, y Liam apenas tenía tiempo para dedicarme una mirada siquiera, su tiempo repartido entre fiestas y entrenamientos. Por otro lado, mis padres se encontraban enfrascados en el trabajo, intentando cerrar un trato con un empresario en Hong Kong.
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The Bubblegum Bitch
Novela Juvenil¡Cuidado! No te metas con la Reina del Chicle. Es una zorra y no dudará en destruirte. No la mires tampoco. Te hará añicos con solo pensarlo. No te cruces en su camino. Tiene una misión que cumplir, y no está dispuesta a fallar. No digas que no...