Gilbert Blythe

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Nota de la autora:
Holis a partir de este capítulo la narración será omnisciente, es decir, en tercera persona y desde un punto de vista en general para poder abarcar acciones que sucedieron al mismo tiempo y que la protagonista desconoce. Sin más los dejo leer.


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Ethan se levantó temprano, no necesitaba más regaños por parte del capitán, se cambió y recogió ligeramente sus pertenencias, que no eran muchas. En cuestión de minutos se encontraba en la puerta de las letrinas, tomó aire profundamente y con su mano libre empujó lo único que lo separaba del horrible lugar.

Un olor nauseabundo inundó sus fosas nasales y una mueca de asco se mostró en su rostro, tomó el objeto que traía consigo y comenzó la limpieza. Su mente divagaba en los recuerdos de la primera vez que limpió letrinas, ese era el peor de los castigos que podían recibir y él lo había hecho muchas veces más de las que podía contar con sus dos manos.

El capitán era uno de esos hombres gordos, los cuales no tenían nada de malo, pero este hombre en específico le daba muy mala espina. Tenía cabello color chocolate y una barba de candado maltratada. Jamás lo veías sin su pipa en la mano derecha, a no ser que trajera una botella de alcohol, en ese caso la pipa pasaba a la mano izquierda.

Ethan estaba recostado en su hamaca tratando de conciliar el sueño mientras que un grupo de hombre jugaban a las cartas, tomaban y fumaban, todo al mismo tiempo. No entendía cómo no les asqueaban la mezcla de sabores, pero tampoco le importaba, él se había jurado jamás tomar ni una sola gota de alcohol y nunca llevar un cigarro a su boca.

Oye niño—. Lo llamó el capitán ¿Por qué no te nos unes?

No gracias—. El chico detestaba este tipo de juegos, no le veía el sentido a perder dinero que tanto le había costado conseguir solamente por unos vicios.

No me digas que eres un.... Ethan rodó los ojos el escuchar el término tan corriente y poco original con el que lo llamó.

Yo no soy de vicios —. Palideció en cuanto las palabras abandonaron su boca, quiso disculparse apenas terminó la oración, pero no le dio tiempo ni de tomar aire para hablar.

¿Ah sí? Pues se te va a hacer vicio limpiar las letrinas mañana —. El capitán salió del lugar enfadado no sin antes darle un golpe en la nuca, las palabras del hombre no tenían mucho sentido, pero se contuvo para no hacer enojar más al hombre que le pagaba.

Mientras trabajaba los recuerdos lo atormentaban, cada golpe, cada insulto hacían su sangre hervir. ¿Por qué no se iba? Era la pregunta que se hacía en cada maltrato que sufría, podía conseguir un buen trabajo en tierra firme y con el paso del tiempo hasta un hogar propio, después dejaría de fingir ser alguien que no era.

La respuesta era fácil, Bash.

Bash la detenía, él no podría trabajar allá afuera o lo tratarían como esclavo. Nadie le vendería una casa y sería raro que una niña y un hombre de color sin ningún parentesco vivieran juntos. Y ella no estaba dispuesta a dejarlo solo, sufriera lo que sufriera se quedaría con él cuanto tiempo el destino la dejara. Por suerte el mundo parecía conspirar a su favor sin que ella lo supiera.

Terminó el trabajo antes que los demás, o eso supuso, tenía una hora para ducharse y cambiarse sin que la molestaran. Pidió permiso al guardia que la vigilaba para poder salir. Este lo concedió, siempre que alguien limpiaba las letrinas se le daba un tiempo para bañarse y que no apestara el lugar donde dormían, sin embargo, la ropa no podía ser limpiada.

A paso apresurado se dirigió al baño y trabó la puerta, puso una caja de metal enfrente de ella por si a algún gracioso se le diera por destrabar la puerta con las uñas. Ya había pasado varias veces, por suerte a ella no. Se quitó la ropa y se duchó rápidamente, pronto tendría que cortar su cabello, ya llegaba a sus hombros. Estaba cambiándose cuando tocaron la puerta.

—Ocupado—dijo rápidamente mientras se colocaba delante de la puerta para impedir que la vieran en el caso de que pudieran abrirla, ya que la caja permitía que se moviera un poco.

—Soy Bash, calma—Le había puesto un susto de muerte, siempre se ponía nerviosa en estos casos.

—Ya casi termino—Bash no respondió nada solamente se alejó de la puerta y susurró algo que ella no pudo oír.

Acabó de colocarse las vendas en el pecho y se puso la camisa, después amarró su cabello y lo metió por debajo del gorro, aunque estuviera mojado. Soltó una risa al recordar que Bash siempre le preguntaba por qué tardaba tanto, ella nunca le decía que tenía que colocarse vendas solamente reía y se encogía de hombros.

Quitó la caja y abrió la puerta sonriendo, su sonrisa se desvaneció en cuanto vio que el hombre se encontraba acompañado.

—¿Quién es el? — preguntó despectiva mientras escaneaba al chico. Parecía ser uno o dos años mayor que ella, cabello castaño rizado, ojos color almendra y piel clara. Era un poco más alto que ella, como 10 centímetros y estaba en forma, pero no exageradamente. Tenía una sonrisa amigable en su rostro.

—Me llamo Gilbert Blythe, señorita—. Se presentó amablemente.

—¿Le dijiste? — volvió a preguntar irritada ignorando por completo al chico, ni siquiera lo consultó con ella, no lo conocían. ¿Cómo podía Bash ir por la vida revelando el secreto que podría costarle incluso la vida?

—Es de confianza Emma.

—Ethan —lo corrigió molesto. —Te he dicho que me llamó Ethan.

—No le diré a nadie 'Ethan', me parece increíble lo que estás haciendo por sobrevivir—dijo aquel chico Blythe mirándola con una sonrisa de comprensión, algo dentro de ella se sintió tranquila con él presente, pero no estaba dispuesta a mostrarlo.

—Increíble será lo que tú tendrás que hacer para sobrevivir si le dices a alguien mi secreto.

El chico de cabello rizado borró su sonrisa en cuanto oyó eso y se puso algo nervioso, a la chica este gesto le pareció lindo y tierno. Aunque siguió con su cara molesta. Bash soltó una carcajada mientras posaba una mano en el hombro del muchacho.

—Tranquilo niño, me dijo lo mismo cuando me lo contó.

La conversación se vio interrumpida por la entrada de los demás trabajadores, todos se tumbaron en las hamacas sin importarles nada más, muchos estaban cansados de la larga jornada de trabajo. Bob apenas entró comenzó a molestar al menor.

—Hasta que te bañas, flojo.

—Mi baño es tan frecuente como el problema de tu cerebro para poder pensar. O sea, casi a diario.

Como la vez anterior las risas se escucharon en todo el lugar incluyendo las de Bash y Gilbert, Bob simplemente se alejó sin contestar, pero maldiciendo en voz baja a Ethan. El chico sonrió satisfecho eso debía alejar a Bob hasta el día siguiente. Los tres caminaron hacia las tumbonas, Bash le enseñó a Gilbert la suya, la cual era la que estaba enfrente de la de Ethan y pronto cayeron en los brazos de Morfeo.



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Nota de autora:

Emma ya conoció a nuestro querido Gilbert Blythe, ¿no hacen una hermosa pareja? Solo para aclarar Blythe y Bash se conocieron tal como en la serie.

Las quiere
-Una Lectora Compulsiva


*Versión editada publicada el 10/08/21

Part of Your Sky (En edición)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora