Capítulo Uno

10 2 0
                                    

8 de Diciembre del año 2019

Estaba decaído, como siempre, era normal en mi a decir verdad, y eso todos lo sabían.

No tenía muchos pasatiempos, y lo único que me gustaba hacer era cortarme, me encantaba provocar cada corte en mi piel y ver la sangre cayendo lentamente, gota por gota. Ver aquello era lo único que me hacía sentir vivo.

Solía escribir poesía también, pero no era algo que hiciera constantemente, si no que solo lo hacía cuando sentía inspiración. La mayoría de mis poemas eran tristes, para no decir todos.

Mi vida había sido complicada junto a la de mi hermano. A Zack varias veces lo violaron, pero no dijo nada de esto hasta años después de la muerte de mi padre.

Papá era cruel y despiadado, nos golpeaba cada vez que quería y para mi era horrible. Todo eso comenzó después de que mamá murió, fecha en que nuestro infierno comenzó.

Mamá era una mujer genial, siempre nos cuidaba y nos daba amor, era con la única persona con la que hablaba tan animado, sin contar a Eli, la antigua novia de Vale, quién había sido mi primera amiga.

Elizabeth fue una chica bastante amable con nosotros cuando Vale nos presentó hacia ella. De inmediato nos llevamos bien. Era una chica pelirroja y de ojos azules.

Ella solo logró conocer a Zack, a Sam y a mí en aquellos tiempos, pero fueron buenos. Fue la segunda vez que pude sentirme tan comprendido por una persona, pero no era la misma sensación que sentía con mamá.

Pero bueno...Eso ya es parte de mi pasado, pero quizá en algún momento voy a recordarlos con mas calma.

-Hola.-Susurre al llegar a la cocina, lugar donde Leila y los demás me estaban esperando.

-¿Otra vez decaído?-Me preguntó, a lo que simplemente asentí.-Ian, se que para ti es normal estar así, pero piensa que ha nosotros nos preocupas.

-No es tan importante.-Le dije tomando un vaso de agua.

-¿No vas a comer?-Negué ante su pregunta, para después ver a Sam llegar.

Esa mujer era la persona a quien mas idolatraba. Su forma de ser y actuar eran llamativas ante mis ojos desde el día en que la conocí.

"30 de Noviembre del año 2016

-Hola.-Susurre acercándome a aquella chica rubia, quién estaba sentada con la mirada pérdida en el pasto.-¿Estás bien?-Le pregunté, pero ella, al notarme, reaccionó algo mal.

-¡Aléjate!-Gritó levantando la mano, provocando que el miedo invadiera mi cuerpo y me fuera directo al suelo mientras temblaba y me hacía bolita.

-Por favor no me pegues.-Susurre con miedo, a lo que cerraba mis ojos esperando el golpe, cosa que jamás llegó.-¿Eh?-Levanté la vista logrando ver a la chica, quien tenía su mano a centímetros de mi cabeza mientras me miraba sorprendida.

-Yo...perdón.-Susurró para después bajar la mano.

Ella tenía el cabello largo, le llegaba hasta la cintura y estaba bastante desordenado.

-No...no importa.-Susurre mientras seguía temblando.

-¿Se puede saber qué pasa?-Levanté mi vista, logrando ver a Zack y a Leila detrás de ella.

-¿Eh? ¿Quiénes son?-Preguntó aquella rubia con curiosidad, y al verlos intentó escapar, cosa que no le fue permitida gracias a que Zack la detuvo desde su muñeca.

-¿Se puede saber a dónde vas?-Le preguntó Zack con seriedad, a lo que ella intentaba hacer fuerza para soltarse del agarre de Zack.

-¿No es obvio? ¡Lejos de ustedes!-Gritó, pero Zack simplemente la obligó a sentarse.

-¡Te me vas a calmar!-Le gritó.

-¡Déjame anciano!-Gritó ella.

-¡¿Anciano?!"

A partir de ese momento conocimos a Samantha Roxanne, la chica que se convertiría en mi ídolo con su actitud segura y firme.

Siempre he querido ser como ella, pero se que es imposible por mi forma de ser...no vale la pena que me esfuerce.

-Ian.-Dijo Sam, devolviéndome a la tierra.-Tenemos que hablar.-Me dijo, a lo que asentí.-Me lo llevo, y Leila, pobre de ti que me digas algo.-Dijo esta vez mirándola con seriedad.

El lugar quedó en completo silencio mientras nosotros nos dirigíamos al cuarto de Sam. Al entrar en el cuarto Sam se sentó en su cama y se cruzó de piernas mientras jugaba con su cabello.

-Toma asiento.-Me mandó, a lo que obedecí, sentándome en la silla que estaba al lado de su cama.-Bien Ian, ahora si podemos hablar.-Dijo con seriedad.-Estas enamorado ¿No?-Me tense al escucharla.

-¿Eh? ¿Qué?-Pregunté nervioso y sonrojado.

-Eso.-Me dijo tajante.-Te gusta alguien, morena, pequeña, usa lentes.-Me asusté al oír los datos de aquella chica salir de los labios de Sam.-Ian, se supone que me vas a ayudar a deshacerme de la humanidad, no tienes tiempo para fijarte en ellos.-Agaché la mirada.

-Lo siento.-Susurre.-Fue algo inesperado.

-Eso lo se.-Dijo molesta, a lo que la observé con miedo.-Ian, no quiero desvíos en mi plan. Nada de amoríos.-Me dijo seriamente, a lo que asentí con determinación.

-Entiendo.-Susurre.

-Bien, ahora te puedes ir.-Me dijo haciéndome una seña con la mano para que me fuera de su cuarto.

Me fui directo a mi cuarto y me senté en la cama, comenzando a pensar en las cosas en que me había equivocado.

-No debi fijarme en ella.-Pensé mientras comenzaba a rascarme en los brazos debido a los nervios.-Le estoy fallando a Sam.

Me miré al espejo, viendo mi reflejo atentamente. Grave error. Me molesté conmigo mismo y mis lágrimas comenzaron a caer sin que me diera cuenta.

-Le estoy fallando.-Pensé acercándome al espejo.-Le estoy fallando a la única persona que habla conmigo sin pensar que soy diferente por mi depresión.-Acerqué mi mano al espejo y la pose en el.-Soy un fracaso.-Dije molesto golpeándolo y rompiendolo en varios trozos.

Los trozos de vidrio saltaron por todos lados mientras yo observaba mi puño con varios fragmentos de cristal incrustados.

-Soy un imbecil.-Pensé tomando un trozo de vidrio, haciéndome el primer corte.

Este es el inicio de mi historia...la historia de un hombre depresivo.

El hombre suicidaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora