Capítulo Cuatro

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24 de Diciembre del año 2019

Estaba sentado en uno de los sillones mirando a Zack con preocupación debido al hecho de que él se encontraba bastante raro. El ambiemte estaba bastante tranquilo, nosotros dos sentados mientras se escuchaba el canto de Leila desde la cocina.

-Oye Zack...¿Puedo saber qué pasa?-Le pregunté a Zack entre susurros, pero él simplemente negó.

-Estoy bien Ian, no pasa nada.-Me contestó, a lo que solo abracé mis piernas y asentí, para después levantarme de mi puesto y subir a mi habitación.

Me recosté en mi cama e intenté ignorar mis propios pensamientos, no tenía ganas de nada.

**********

Abrí los ojos lentamente y me levanté. Eran las cinco de la tarde y parecía que todo estaba en calma.

-¿Qué puedo hacer?-Pensé mientras me acercaba al espejo y observaba mi reflejo.-Soy un maldito fantasma.-Pensé con gracia observando mi tez blanca.

-¿Ian?-Volteé observando a la puerta, viendo a Vale entrar al cuarto.-¿Cómo te sientes?-Me preguntó, a lo que me hice bolita, no le podía hablar.

-No te importa.-Le contesté, a lo que ella se me acercó y se sentó a mi lado.

-Si me importa Ian.-Contestó con seriedad.

-¿Por qué?-Le pregunté sin mirarla, simplemente observando mi reflejo.

-Me quiero llevar bien contigo.-Me dijo.-Y además, no me gusta verte así.-Negué.

-No debes llevarte bien conmigo.

-¿Y según tu por qué?-Dijo levantándose y sentándose en la silla.

-Porque eres una importante persona para mi Ian.-Dijo ella con un tono de tristeza en su voz, pero entonces vio mi cuaderno de poemas y la curiosidad invadió su mirada.-¿Qué es esto?-Preguntó, a lo que yo inmediatamente me levanté y le arrebate el cuaderno.

-Es mío, no lo veas.-Dije seriamente, a lo que ella me observó sorprendida.

-Pero...¿Qué es?-Preguntó nuevamente, mirándome con curiosidad.

-Yo...eh...No te diré.-Le dije con seriedad, a lo que ella sonrió.

-¿Por qué?-Me sorprendi al ver determinación en su mirada.

-Porque...porque no.-Dije en un susurro.

-Quizá que escondes ahí.-Dijo con gracia, a lo que me sonroje y negué.

-No es nada pervertido por si lo estas pensando.-Contesté con seriedad.

-Tranquilo, tampoco pensé en eso.-Dijo con calma.-¿Y me dirás?

-¿Por qué tanta insistencia?-Le pregunté sentándome en el suelo y mirándola fijamente.

-Pues me causa curiosidad. Espera ¿Es tu nota de suicidio?-Me preguntó con tristeza en su voz, a lo que negué.

-Esa la tengo guardada en otro lado.-Dije con simpleza, logrando que Vale se pusiera tensa.

-Así que...si la tienes.-Susurró, dejándome sorprendido.

-Ella ¿sospechaba sobre la existencia de esa nota?-Pensé mientras dirigía mi vista a sus brazos.-Tu también tienes una ¿No?

-Si.-Susurre con una leve sonrisa.-Es en caso de emergencia.-Dijo para después suspirar.

-El cuaderno.-Dije tomándolo entre ambas manos y mirándolo fijamente.-tiene escrito mis poemas.-Susurre.-Lo sé, soy ridículo.-Dije con tristeza.-¿Qué persona se dedica a hacer poemas?-Pregunté mirándola a ella, a lo que, para sorpresa mía, ella levantó su mano.-¿Qué? Acaso...tu.

-Si.-Asintió.-Yo también escribo algunos, digamos que me gusta escribir, desde los cuentos hasta los poemas.-Dijo con una sonrisa, a lo que me sorprendi.

-¡¿También escribes historias?!-Le pregunté sorprendido, a lo que ella asintió.

-Exacto, tengo muchas historias escritas.-Dijo con una gran sonrisa de emoción.-Aunque la mayoría de ellas tienen a los protagonistas con nombres japoneses. Digamos que soy algo viciada al anime.-Me emocioné al escuchar eso.

-¡¿Te gusta el anime?!-Pregunté emocionado, a lo que ella asintió.

-Pues si, digamos que es un mundo amplio y muy genial muchacho.-Dijo Vale con alegría, a lo que sonreí.

-Es la primera persona con la que puedo hablar de estos temas.-Pensé entusiasmado.

Pasaron varios minutos donde nos estábamos poniendo al corriente con lo del anime, hablando sobre nuestros animes favoritos y lo animes que habíamos visto.

-Es primera vez que hablo tanto contigo y no me alejas.-Susurró dejándome en shock.

-Yo.-No quise seguir hablando.

-¿Por qué me alejas siempre?-Me preguntó con una mirada de tristeza, cosa que me dejó un poco triste.

-¿Acaso yo la estoy lastimando?-Pensé mientras la observaba con tristeza.-Oye...Vale...creo que será mejor que te vayas.-Susurre.

-¿Eh? Pero...estábamos bien hablando.-Me dijo ella con una mirada de tisteza.

-Lo sé.

-¿Y entonces? ¿Por qué quieres que me vaya?-Me preguntó observándome fijamente.-Acaso...¿Hice algo mal?-Me preguntó con miedo, a lo que negué.

-Vale...no es eso.-Susurre.

-Entonces ¿Qué es?-Me preguntó mirándome atentamente y de forma desafiante.-¿Por qué cada vez que me intento relacionar contigo me alejas? Y ahora que estamos hablando de lo más normal...también lo haces.-Dijo mientras apretaba sus puños con ira.

-Estas...¿Molesta?-Le pregunté, a lo que ella asintió.-Perdón...yo no quería hacerte enojar.-Dije apenado.

-No estoy enojada contigo Ian.-Contestó, dejándome sorprendido.

-¿Y entonces?-Le pregunté, a lo que ella sonrió levemente. Era una sonrisa falsa, tal como decía Zack.

-Estoy enojada conmigo misma.-Dijo con rabia.

-¿Y eso por qué?-Pregunté ahora confundido.

-Siento que al parecer hago mal...siento que te molesto y que por eso no quieres llevarte bien conmigo. O que quizá...simplemente me ves como una persona rara.-Susurró, a lo que me sorprendi.

-Vale...yo no te veo como una persona rara.-Susurre.

-No vale la pena que lo niegues Ian, no es necesario sentir lástima.-Dijo levantándose de la silla.-Te voy a dejar tranquilo, tal como quieres.-Afirmó mientras se acercaba a la puerta.-Ian.-Dijo al momento de abrir la puerta, por lo que la observé fijamente.-Espero sigas haciendo poesía, no dejes que nadie te impida seguir con lo que te gusta ¿Si? Yo se que tienes talento, aunque aún no haya leído tus poemas, lo presiento.-Dijo sonriendo para después salir de mi cuarto e irse.

El silencio reinó en mi habitación y mis lágrimas comenzaron a salir. En serio era un idiota, no merecía tenerla cerca, ni como conocida.

Me recosté en la cama y seque mis lágrimas con el dorso de mi mano.

-Soy el idiota mas grande del puto mundo.-Pensé.-Por eso prefiero estar muerto.

El hombre suicidaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora