Temor

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La noticia le cayó como pedrada en el corazón. Sus ojos se pusieron en blanco cuando escucho esa exclamación. ¡EMBARAZADA! ¿Era posible? Bueno, técnicamente si, ya era una mujer en todo su esplendor pero... La próxima primavera cumpliría 20 años. No se sentía preparada sobre todo ¿su señor estaría preparado? Ya estaba a punto de cumplir un año en el palacio del Lord, si tomamos de punto de partida el día que Seshomaru la resucitó, toda su vida estuvo con el apuesto demonio. Aceptó una vida prolongada, los experimentos de la bruja Irasue con su potencial espiritual incluso arriesgando su vida, la convivencia rodeada de demonios desde que era niña. Aún recuerda aquél monje que la quería convencer de que los humanos y los demonios no pueden convivir y ahora estaba ahí, siendo festejada por su familia con el nuevo porvenir que en su vientre se estaba formando. El día anterior pensaba en si llovería o que comería para la hora del almuerzo ahora pensaba en como tomar la noticia y como hacérsela saber a su señor.

-¿Qué dicen sus cálculos?.-Preguntó Rin a Kagome quien llevaba un par de minutos calculando la etapa posible de ella en base a la última fecha de su período. Kagome miraba seria el papel en su mano y se levantó, todos guardaron silencio.

-Mmm... Por lo que me dices es casi un 70% que estas en espera y según mis cálculos deberías estar terminando tu segundo mes de gestación. Hablaré con Jinenji para hacerte otra prueba...

Los gritos de las mujeres se hicieron presentes, agitaban sus manos animadamente y le decían palabras que no podían ser captadas en ese momento. Oyuki le tomaba la mano y la abrazaba felizmente. Todos celebraban excepto un hanyou desde una esquina de la cabaña.

-Inuyasha, no seas amargado ¡vas a ser tío!.-Le decía Sango pero él solo hizo una mueca de desagrado.

La tarde se fue rápidamente, la esposa e hijas de Miroku salieron con la idea de preparar una suculenta cena para festejar, Shippo fue por un par de regalos a la ciudad mientras Kagome y Oyuki llevaban a Rin con Jinenji, la medicina herbolaria podría ser de gran ayuda y tras varias infusiones y una pinchazo en el dedo Kagome y Oyuki se quedaron discutiendo los resultados.

Rin se sentía demasiado abrumada y por ello se rehusó a la idea de quedarse con ellas.

-Entiendo, aún no lo digieres ¡tomate un descanso!.-Le decía Kagome contenta.

Comenzó a caminar a las afueras de la aldea donde alcanzó a ver a Ah-Un que pastaba tranquilamente, apenas la vio venir y se acercó corriendo.

-¡Ven pequeño!.-Exclamó y abrazó a ambas cabezas que comenzaban a lamerle el rostro.

-¿Te gusta el lugar?.-Le preguntaba y el dragón gruñía en modo satisfactorio. En eso se sintió observada y por inercia llevó su mirada hacía un árbol, entre las ramas vio unos ojos dorados.

-¿Joven Inuyasha?

El mencionado no respondió enseguida. Rin se sintió un poco incómoda pero intentó no prestarle atención, se acercó hacia el gran árbol, activó sus poderes y de un salto alcanzó la rama donde se encontraba aquél mudo muchacho. El no se inmutó, solo se cruzó de brazos, parecía que le estaba haciendo un berrinche, aguardó un momento antes de hablar.

-¿Eres feliz, Rin?

La pregunta pareció tomar por sorpresa a la muchacha, pero tras unos segundos relajó la mirada.

-En mi vida primera, solo conocía el dolor, aún así trate de no desanimarme. Perdí a mi familia, mi voz y crecí solo con el objetivo de que al día siguiente tenía que sobrevivir. La tarde en que conocía a mi señor... Tuve un motivo más para vivir, volví a sonreír y después de un tiempo alguien se había preocupado por mi bienestar. Ahora vivo con él, paso de ser mi salvador, mi amigo, a mi amante y compañero de vida. Una vida que tengo gracias a él, mi único anhelo era estar siempre con él... Y se cumplió. Si usted estuviera en mi posición ¿sería infeliz?.

Estaciones de una vidaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora