Estaciones

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Las estaciones se reanudaron, las hojas nacieron y murieron, el viento cambió de dirección y los días iban quedándose cada vez más en el pasado. La vida se abría camino hacia el dulce porvenir. Los días largos, las noches cortas.

Al principio resultaba gracioso ver el rostro del Lord, nadie se atrevía siquiera a hablarle, bajo sus ojos se habían formado dos bolsas de cansancio, aunque él no fuese un ser que necesitase mucho del dormir, a final de cuentas era necesario un reposo de vez en cuando. Pero...

Mitad de la noche y la pequeña lloraba pidiendo comida. Sesshoomaru se había rendido, ya no podía gozar de su mujer pues parecía que el bebé tenía un radar y justo en el momento más 'picante' comenzaba a llorar.

-Te toca, Sesshomaru.-Le decía Rin sonriente mientras se daba media vuelta. La sangre le hervía al youkai, esto de los turnos no le agradaba, sin embargo no soportaba que alguien más se le acercara a la pequeña.

"¡Serás un papá muy celoso!" Siempre le comentaba la muchacha.

No se diga de las incontables batallas para cambiarle el pañal, la ropa, darle de comer o jugar.

El bebé lograba escabullirse de las manos del demonio, justo cuando parecía que el pañal estaba a punto de estar listo, daba una vuelta sobre sí misma y la prenda terminaba echa un nudo.

-¿Tuviste problemas Sessh—

No alcanzó a terminar la frase, pues solo observó como la cocina ahora estaba llena de alimentos por el suelo, Mitsuki cubierta de comida y riendo mientras su padre la miraba con enojo también cubierto de alimentos.

Sesshomaru en su infancia jamás tuvo contacto con su madre, con su padre se veía más seguido y para lo único que se veían era para que el pequeño mononoke retara a su padre. Inu no Taisho era más humano que demonio en sus maneras de ser, le gustaba de vez en cuando abrazar a su primogénito aunque este no mostrara el agrado debido; Sesshomaru creció lleno de atenciones, sus nanas eran quien le daban de comer, si necesitaba algo en seguida 50 manos salían al aire para ayudarle, jamás sufrió de carencias.

Sin embargo, Rin le había dicho que el mejor crecimiento para un niño era el de crecer con su familia, ella había comentado que así creció ella sus primeros años. A pesar de que ella fuese una campesina, su familia lo era todo y por ello le insistía tanto al Lord sobre también participar en los cuidados de la hija. El al principio se negó, le gustaba ver a la nena jugar pero en cuanto lloraba era hora de irse y que Oyuki o su madre se encargara. ¡Él no había nacido para cuidar niños! El creció para convertirse en un poderoso demonio, en su mente nunca había estado la idea de una familia. Tal vez la idea de una dinastía pero eso era un término rutinario.

Pero Rin tenía esa manera de ser tan insistente:

-Quiero que cuando ella crezca, sea tan feliz con recuerdos sobre su familia. Yo aún tengo recuerdos amenos con mi mamá, mi papá y mi hermano.-Comentaba mientras veía los cerezos caer al atardecer. Sesshomaru la observó y después a la cría que yacía en un sueño profundo sobre una cuna.

Que la niña tuviese una infancia llena de gozo era algo que por dentro le decía al Lord que así debía ser, que la niña no merecía ser infeliz. Era ese instinto tal vez paternal, así que después de un corto tiempo aceptó también estar dentro de las comidas, juegos, baños y recreos con el infante.

Varias veces el cabello del Lord terminó hecho un desastre con comida y demás, inclusive en su rostro. Torcía la boca en desagrado pero cuando volteaba a ver a la criatura, esta le sonreía y ahí acababa el asunto. No podía competir contra esa sonrisa...

Varias veces pasó su mirada de la pequeña a su madre, sentía una inmensa paz; la nena tenía esa misma sonrisa que Rin.

"El rostro de dulce sonreír..." Pensaba cuando la veía.

Estaciones de una vidaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora