Una vida menos

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La escena parecía fatal ante los ojos del ejército entero.

-¡Muy bien muchachos! Prometo que en cuanto esta guerra termine les invitaré una ronda de cerveza a todos.-Exclama Ryuji y todos sus soldados sonrientes gritaban alzando los gritos de júbilo.

La sonrisa del joven guerrero dragón había llevado a la victoria a millares de demonios, honrado con cada enemigo vencido y adorado por las familias al verlo regresar con sus soldados que eran padres de familia.

Ryuji podía ser a veces un holgazán, ridículo e infantil muchacho, la edad aunque era tan grande como la de Sesshomaru, marcaba una gran diferencia, nadie pensaría que Ryuji oscilaba por los mismos rumbos de destrucción y muerte pues siempre regresaba dedicando una cálida sonrisa.

Hasta que un día se topó con la joven de ojos brillantes:

-Por favor, no me digas princesa.-Decía una joven Rin con un rubor en su semblante. Había sido cautivado por esa bella flor.

Incluso ahora que había dedicado su corazón a otra mujer y había tenido un hijo, aún guardaba una extrema admiración por la joven, no cualquiera se siente bendecido por la presencia de una persona. Rin había logrado tocar una fibra sensible que las batallas se habían encargado de esconder tras las escamas del dragón.

Él lo sabía, pero esa voz se había perdido tras la lúgubre oscuridad que además cubría sus ojos. Sus brazos y piernas se entumieron cuando sintió esa presión en su frente, todo se había nublado y su consciencia fue suprimida. Dentro de él su confusión lo hundía y su cuerpo no respondía.

-Por favor, Ryuji, reacciona.-Suplicaba Rin que había detenido su ataque con sus cuchillas. Pero el simplemente no le respondía.

-Yo sé que no serías capaz de hacer esto, somos amigos ¿recuerdas?

Él de un salto se separó de la mujer enlistándose para otro ataque. El pensar en lastimar a su amigo era algo que su mente no concebía, pero... Su vida estaba en riesgo.

Miró hacía arriba, la mujer araña veía interesada la pelea, como si se tratase de un juego a su merced sonreía y analizaba los movimientos.

-Vamos, mascota, diviérteme.

Tenía ganas de arrancarle la lengua para que así ya no hablara, le había colmado más que la paciencia.

De nuevo el cuerpo del dragón rompió el aire y esta vez Rin solo alcanzó a esquivarlo de último momento, él se quedó en la misma posición hincado con la espada hundida en la tierra del fallido ataque anterior. Aunque Rin no atacase el esquivar es algo que también estaba comenzando a cansarla.

-Ryuji, recuerda, hace mucho tiempo... Tú me juraste que siempre estarías conmigo, que serías mi amigo para siempre.-Decía ella sustituyendo su tono de voz por uno más calmado.

-¡Qué tonta eres! Si ni siquiera recuerdas cómo lo conociste en verdad.-Gritó Kumone divertida por el espectáculo.

-¡Eso no importa! Yo sé que a final de cuentas, esas palabras si se quedaron en mi mente.

Ryuji no la miraba parecía apenas estar reaccionando y se levantaba para volver a atacar. Sesshomaru sintió un ligero dolor en el pecho ¿qué era ese ambiente entre ellos dos?

-Y sé que él nunca faltaría a su palabra...

En ese momento el demonio se detuvo en su travesía a lastimarla. Relajó los brazos y bajó su espada.

-¿Qué sucede?-Se preguntó Kumone alarmada. La esperanza brilló en los ojos que veían atentos la escena.

-Amigos ¿recuerdas?

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