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—Qué estúpida, estúpida, estúpida —se reprendía, golpeándose la frente

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—Qué estúpida, estúpida, estúpida —se reprendía, golpeándose la frente.

No podía creer que había hecho eso, ¡simplemente no quería!

¿Cómo podía atraerte la persona que te tiene encerrada en contra de tu voluntad? Era lo que no podía explicarse.

Técnicamente, estás aquí porque negociaste con él. Le dijo su subconsciencia. Y tenía razón. Hicieron un trato: se quedaría con él si le perdonaba la vida a su amado, además de que ella lo convenció de que aceptara.

—Qué ingrata —gritó. Y se dio una fuerte cachetada. No podía hacerle esto a Tadashi, quien arriesgó todo por ella.

No puedes tratarte así, no lo mereces y no era algo que pudieras controlar.

Tarde o temprano iba a pasar, es la naturaleza del ser humano. Desear y dar afecto.

—Perdón —susurró a la nada, su pecho ardía y sentía un incómodo calor abrazarla. La abrumaba de tal modo, que el ambiente se puso tenso.

Sumándole que un par de ojos verdes la observaban detrás de las paredes. Totalmente ignorante a lo que ella pensaba.

Se lanzó a su cama, y se cubrió completamente con la cobija, era una forma de ocultar la vergüenza que desprendía.

Tienes serios problemas emocionales, debes controlarte. No vas a botar todo y derrumbarte a la primera provocación o motivo que encuentres. Debes ser fuerte.

—Debo ser fuerte —susurró.

Se lo prometiste a Joyce, cumple con tu promesa.

Dejó salir un suspiro, y trató de dormir. Seguramente ese día sería muy demandante.

Hιρσ: Eʅ Nιñσ II Donde viven las historias. Descúbrelo ahora