Desde ese día que leyó la carta, no se había sentido bien. Su cuerpo le pesaba y la cabeza le daba vueltas, sin contar las molestas voces que parecían no tener fin y se desquitaban con él, pero más que nada con Elsa, que no entendía la frialdad con la que era tratada. El niño pequeño la defendía, el adulto se mantenía distante y el maldito adolescente no paraba de decirle cosas horribles sobre ella, sobre Tadashi y sobre sí mismo.
Intentaba hacerse entender que no era culpa de ella, ni siquiera tenía la menor idea de lo que le pasaba, no podía ser duro con la rubia, pero existía una parte de él llena de odio y rencor que no le permitía sanar.
Llegó a dejar de salir de las paredes para no topársela y así evitar lastimarla, y no de forma física, jamás haría lo que el patán de Hans le hizo. Hablaba de una manera emocional, después de todo ya había sufrido lo suficiente como para seguir con la misma mierda de siempre. Además, nadie la dejó decidir, ni tampoco la prepararon para estar ahí, fue un rehén más de los Haddock.
¿Sí sabes que no va a pasar mucho tiempo para que Elsa te busque por entre las paredes, verdad? Escuchó decir del Hipo mayor, éste asintió por costumbre.
Esto no habría pasado si hubieras respetado su privacidad, le reprendió el pequeño.
Ay mi pequeña escoria, no sabemos el significado de esa palabra. Conocemos a la perfección cada centímetro de su piel, cuál es el lunar que resalta más y en dónde está. No quieras darnos un sermón de lo que está políticamente correcto. Las mejillas se le pusieron rojas de la vergüenza, la vocecilla no mentía pero tampoco era totalmente cierto. El adolescente la había visto, no los demás si es que podía describirse de ese modo. Y quiero recordarte tu frasecita, "conocimiento es decisión", ¿no? ¿Qué vas a decidir ahora, campeón?
Hundió la cara en su almohada, y en el proceso tragó polvo. Había olvidado sacudir su cama, de hecho había olvidado que estaba en su vieja habitación.
Suspiró con cansancio. Era un suplicio tener que vivir de esa manera. Cerró los ojos, decidiendo dejar todo eso para después.
[...]
Otra noche más comiendo sola. Por alguna razón creía que el ojiverde bajaría de esas escaleras y se sentaría a su lado listo para cenar. Pero sus esperanzas se desvanecían cuando estaba por acabar su plato y el que había servido ya estaba frío. Sabía que estaba comiendo, pues las sobras desaparecían, lo que no hallaba lógica era su extraño comportamiento. Creyó que todo se había disipado entre ellos dos, que ya no había más problemas y que juntos seguirían con la remodelación. Claramente se había equivocado, ¿pero en qué?
Gruñó en bajito y recogió los platos que ocupó, aprovechó para lavarlos y limpiar la cocina, con o sin él empezaría con el cuarto de Hipo mañana a primera hora. No permitiría que un cambio de humor arruine sus planes, se lo prometió a sí misma y lo haría cueste lo que cueste.
Guardó la comida que se suponía era para el castaño, y subió las escaleras con rapidez. Quería bañarse ya para dormir temprano y empezar con toda la actitud.
[...]
Con una caja en un brazo, y el plumero en el otro, comenzó a asear la habitación. Primero sacaba el polvo de las cosas, después las ponía en la caja, mas que nada esos raros juguetes que lo eran todo menos inocentes. Estornudó un par de veces, pero eso no era impedimento para seguir.
Había estado checando el ático en busca de muebles que pudieran servir, o tan siquiera adornos, cosas más normales que ayudaran a Hipo en la transición a una vida más completa y sana. Por suerte muchas cosas se encontraban en perfecto estado, después de despejar toda la habitación quitaría el opaco verde del papel tapiz y lo reemplazaría por un color llamativo, como el rojo o el azul, cualquiera que combinara con la alcoba.
Chistó cuando vio del tamaño que era, tenía que cambiar la cama, era muy pequeña para el castaño.
No seas tonta, tienes mucho material aquí para usar, pensó.
Pronto se percató que había una sombra a la entrada de la habitación. Con sigilo se acercó a la puerta, pero tal parecía que no funcionó, pues la silueta tenía intenciones de moverse.
¡Ah no, ésta vez no!
Avanzó lo más rápido que pudo y logró pescarlo de la muñeca, éste se tensó al tiempo en que ella lo tocó.
—¿Qué es lo que te pasa? ¿Por qué estás evitándome? —preguntó ella, chocando con las palabras. Tantas cosas qué decirle y nada salía de su boca.
—No lo hago —susurró el otro, por lo que Elsa rió amargamente.
—Ni siquiera sales a comer conmigo, ¿qué tienes? ¿Qué fue lo que hice para que estuvieras enojado? —lo tomaba con fuerza, no quería que se le escapara.
—Suéltame...
Las mejillas de la rubia ya estaban rojas por el enojo, y salpicadas por las pocas lágrimas que se le salieron.
—Bien –gruñó, y lo liberó de su agarre–. Vete al diablo entonces —se regresó a la habitación y dio un portazo que hizo eco en toda la mansión.
Hiccup suspiró. Ahora ella también estaba enojada.
Bien hecho, idiota.
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Hιρσ: Eʅ Nιñσ II
Fanfiction❌ HISTORIA CON POSIBLE CONTENIDO SENSIBLE PARA MENORES DE EDAD, NO LEER SI ERES -15 ❌ Después de que la verdad saliera a la luz, Elsa se verá obligada a mantenerse fuerte y firme, ante aquel desconocido. La ayuda llegará, pero habrá de tardar seis...