Hιρσ: Eʅ Nιñσ II

░36░

La noche cayó tan apacible como siempre. El viento era fuerte y olía a humedad, signo de lluvias aproximándose.

La rubia dormía plácidamente en su habitación, con las almohadas entre sus brazos y la cobija arropando su cuerpo.

La puerta se abrió con lentitud, dándole paso a un cobrizo en pijama y descalzo. Volvió a cerrarla, cuidando de no hacer el más mínimo ruido.

No es una buena idea, le susurraba el adulto, podría malinterpretar la situación.

Pero sólo vamos a pedirle perdón, contestó el menor.

Sí, claro. A las una de la madrugada.

Llegó a los pies de la cama, pensando en su próximo movimiento.

Vámonos antes de que sea tarde.

La respiración de Elsa se volvió pesada y ruidosa, llamando mucho la atención del ojiverde.

—Déjame... Paz... —balbuceaba ella, frunciendo el ceño.

Esa es la señal, huyamos.

Está teniendo una pesadilla.

Decidió subirse a la cama, levantando la cobija para quedar bajo ella. Ya sentado, y con el peso que hacía sobre el colchón, la ojiazul se removió un poco hasta girarse, dándole la espalda al otro lado de la habitación.
Sus ojos estaban cerrados, sus labios apretados en una fina línea y sus puños cerrados aferrándose a la cobija.

Extendió la mano en dirección al rostro, pero tan pronto vio que estaba próximo a tocarla se detuvo: si hacía eso seguro iba a asustarla. Pero se notaba muy mal, y no podía evitar pensar que esa fea pesadilla estaba atormentándola de sobremanera.

Anda, un cariñito no le hará daño, le susurró el adolescente con un toque perverso en su voz.

Se animó, acariciando su nariz con el dedo meñique, tal y como ella hizo la otra vez.

Poco a poco las facciones de Elsa fueron relajándose, hasta oír su respiración en una velocidad normal.

Pronto se acostó de lado, apoyando su cabeza en su mano y usando la otra para seguir reconfortándola. Se sentía cálidamente bien.

—No estoy... Enojada contigo –susurró dormida, por lo que asustó poquito al castaño–. Jamás podría... —terminó, y siguió roncando. Hiccup rió en bajito.

Era todo lo que necesitaba oír para dormir bien durante esa noche.

Quinto mes

Las cosas fluyeron normal entre la extraña pareja, el interior de la mansión fue remodelada física y emocionalmente, el jardín florecía hermoso y la compañía era buena, nada podía ser mejor.