Capítulo 11. Tokio vuelve.

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No sé como, pero Arturito no había perdido la consciencia, y ahora no hacía más que gritarle a Mónica. 

Enfurecida, me acerqué a él, y apoyando mi pie sobre su pecho, lo empujé con fuerza contra el suelo. 

Soltó un quejido de dolor. 

Cogí el palo con el que Mónica le había golpeado, y lo apoyé justo donde hacía unos días una bala le había impactado de lleno. 

Empecé a apretar hasta que el mono se le manchó de sangre. Sin pasarme, pero lo suficiente para que se le abriera algún punto, y tuviera dolor durante varias horas. 

- Sólo te voy a decir una cosa, Arturito.-le dije, con la mirada temerosa de todos mis compañeros y rehenes clavada en mí.- Tengo muchísima paciencia, muchísima. Pero cuando acaban con ella, no tengo ningún problema en plantarle una bala en la cabeza a quien haga falta.-hice una breve pausa mientras me acercaba aún más a él.- No sería la primera vez. 

Dicho eso, me alejé de él sin mirarle. Pude oír como lloraba. 

Caminé hasta Mónica, y delante de todos los rehenes la abracé. 

- Gracias.-susurré en su oído antes de alejarme de nuevo. 

Necesitaba que supiera que, ya que los rehenes no la aceptarían, yo si lo haría. Nos acababa de salvar la vida. 

Cuando hice ademán de salir de allí, fue Helsinki quien se acercó a Arturito. 

- Tú desnudo.-le dijo. 

Miré a Helsinki sin decir nada. ¿Por que le estaba mandando desnudarse? ¿Acaso había sido idea de Berlín? Por la cara de desconcierto que tenía el mismo, no debía ser así. 

- Tengo una herida en el hombro, no pued...-trató de negarse Arturito, sin éxito alguno. 

- Hazlo.-fue lo único que dijo el serbio. 

Justo cuando empezó a levantarse la camiseta, no sin dificultad, pudimos observar como del borde del calzoncillo, salían varios fajos de billetes. 

- Vaya por Dios.-grité yo, mientras me acercaba de nuevo al rehen, haciendo que este cayera hacia atrás, asustado.- ¿Habéis visto, compañeros? Arturito nos estaba robando.-negué con la cabeza, como si estuviera decepcionada.- ¿Es una indirecta, Arturito? ¿Quieres convertirte en uno de nosotros? ¿Quieres unirte a la banda? 

Nadie dijo nada. 

- Creo que ya tengo el nombre para tí, querido.-continué.- Kansas. 

Denver soltó su particular risa, y yo esbocé una leve sonrisa, sin apartar la mirada del asustado Arturo. 

- ¿Q-que vais a hacer conmigo ahora?.-fue lo único que dijo, con un hilo de voz. 

- Helsinki te puede pegar un tiro si yo se lo ordeno.-le expliqué.-Pero creo que ya tienes bastante con el hecho de ser una persona tan despreciable. Sin embargo, voy a dejar que sea Helsi quien decida que hacer contigo.-finalicé, mientras caminaba hacia mi compañero. 

- Juega, Helsi, disfruta.-susurré cuando estuve a su lado, sabiendo que él sabía que lo decía de broma. Aunque tampoco tanto. 

Helsinki sonrió, y se acercó a Arturito peligrosamente.

Después de todo ese espectáculo volví a la sala del teléfono, seguida de alguno de mis compañeros, Berlín entre ellos. Necesitaba un descanso. 

Me senté en el sofá, y Berlín hizo lo mismo, mientras pasaba un brazo alrededor de mis hombros, ante la atenta mirada de Nairobi. 

- Hay algo que te preocupa, ¿verdad?.-me dijo esta última. 

El mayor robo de la historia  (LCDP: Berlín) [EDITANDO] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora