Capítulo 43. Una irlandesa y una italiana. 🔴

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Mientras Sergio nos organizaba, me limité a escuchar sin decir nada. No tenía fuerzas ni ganas de discutir.

- Marsella y yo iremos en el helicóptero, donde nos esperan Matías y Manila.-empezó a hablar, siendo interrumpido por Lisboa.

- Yo también voy con vosotros.

Sergio la miró en silencio sin decirle nada. Vaya, con ella parecía que no se enfadaba. Solté un bufido que llamó la atención de mis compañeros, pero me limité a encogerme de hombros.

- Ni se te ocurra volver a decir que vas con Sergio, ¿me oyes?.-le susurré a Berlín, cuando este se acercó a mi.- No puedo correr el riesgo de volver a perderte.-de perderos a los dos, añadí para mí.- Así que tú irás a donde yo vaya.

Por un momento pensé que el Berlín altanero saldría a la luz, y se negaría a obedecerme, sin embargo, sentí como asentía.

- Estocolmo, Río y Tokio irán en otro coche.-siguió hablando Sergio, mientras les entregaba un papel.- Helsinki, Bogotá y Palermo en otro.-les entregó un papel antes de acercarse a mí.- Berlín, Nairobi, Denver y Atenas, en otro.

Me entregó el papel, que desdoblé al instante. Aparecía la dirección de la calle y el modelo del coche.

- Las llaves de cada uno de los vehículos se encuentran dentro de la rueda delantera izquierda.

Tanta planificación me hizo pensar que el plan no había sido tan desorganizado como había pensado en un primer momento. Lo único desorganizado era la salida del oro. Lo único desorganizado, y lo más peligroso.

- ¿Y Sierra?.-pregunté entonces, acordándome de la inspectora.

- Conmigo.-respondió.

- No creo que sea buena idea, sobretodo en su estado.-respondí.

- ¿Me estás llamando débil?.-preguntó entonces esta.

- Ni mucho menos, es sólo que las alturas no son buenas para...

- ¿Qué sabrás tú de eso?

Me mordí el labio, pero no dije nada más. Pude sentir los ojos de Sergio fijos en mí, pero no lo miré. No tenía ganas de encontrarme con la cara de tristeza que sabía que tenía.

Todos nos quedamos unos segundos en silencio, como si no supiéramos muy bien que hacer o que decir. Fui yo la primera en romper el silencio, para despedirme.

- Ya nos veremos, entonces, ¿no?.-sonreí sin ganas, antes de caminar hasta la salida, seguida poco a poco por cada miembro de la banda.

La sensación de que algo iba a salir mal seguía estancada en mi pecho, y no era capaz de pensar en otra cosa.

Pronto estuvimos todos fuera, a excepción de Sergio y Lisboa, que con la excusa de eliminar cualquier tipo de prueba de que habíamos estado ahí, estaban teniendo un momento de intimidad.

- Como le hagas algo al Profesor....-susurré en el oído de la inspectora Sierra, cuando me acerqué a ella.

- No necesito que me amenaces.-respondió.- Soy la primera interesada en que el oro llegue sano y salvo a su destino.

Asentí, no muy convencida, mientras me alejaba para ir hacia un coche negro, en el que Nairobi estaba apoyada. No sé de donde había sacado unos cigarrilos, pero el caso es que estaba fumando, así que le pedí que me diera una calada.

Nadie parecía tener ganas de hablar. No nos sentíamos triunfadores. La salida había sido tan precipitada que todavía no estábamos a salvo, y hasta que lo estuviéramos, nadie estaría tranquilo.

El mayor robo de la historia  (LCDP: Berlín) [EDITANDO] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora