Capítulo 18. Una noticia buena y una mala.

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Al día siguiente todos nos encontrábamos sentados en unos viejos pupitres, como hace años. 

"Bienvenidos otra vez", rezaban las palabras que el Profesor había escrito en la pizarra, como un  guiño al pasado. 

Estaba nerviosa, no podía negarlo, lo que íbamos a hacer era, básicamente, como ponernos frente a alguien que nos apuntaba con una pistola, y apretar nosotros mismos el gatillo. 

- Y bien, Profesor.-habló Denver.- ¿Qué es lo que vamos a hacer? 

Sergio nos miró uno a uno, con calma, generando tensión, expectativas. 

- Vamos a robar el oro del Banco de España.-respondió finalmente, señalando la maqueta que había al fondo de la sala.-Vamos a entrar a lo grande, que todo el mundo se entere, que todas las miradas estén fijas en nosotros. 

- Profesor...-habló entonces Nairobi.-Me parece genial su idea, pero, ¿como se supone que lo vamos a hacer, si es uno de los sitios con mayor seguridad de España? 

- Con mucha práctica, y mucha paciencia.-sonrió. 

Día del atraco. Atenas. 

Y ahí estábamos, semanas después, dispuestos a entrar en el Banco de España. 

El día empezó del mejor modo para los habitantes de Madrid: con 140 millones de euros cayendo del cielo. Un regalo de Dios, o, en este caso, del Profesor. 

Era el Plan Chernóbil en su máximo apogeo. No nos había hecho falta en el atraco a la Fábrica, pero ahora sería lo que nos ayudaría a entrar. 

Llovía dinero como si de una tormenta de billetes se tratase. La ciudad se colapsaría en menos de 10 minutos, y ese sería nuestro momento. 

Cuando las pantallas del centro de la ciudad se iluminaron, aguanté la respiración, que solté finalmente en un suspiro cuando escuché al Profesor hablar. 

"Este mensaje es para todos los que sentís esta máscara como un símbolo de resistencia. Os necesitamos. El Estado nos ha declarado la guerra, una guerra sucia, a la que hemos decidido plantar cara. 

Han detenido a uno de los nuestros, Aníbal Cortés, lo han secuestrado hace ya más de dos meses, y lo tienen retenido en un país extranjero. Con toda probabilidad lo estarán torturando. Exigimos que acabe esta detención ilegal, y que sea sometido a la justicia con garantías de derecho. 

El Estado ha dado el primer golpe en esta guerra, y no nos vamos a esconder. Vamos a luchar, a pelear, a golpear. Pero, sobretodo, vamos a robar a lo grande". 

Sentí mi corazón llenarse de orgullo ante las palabras de Sergio, pero sacudí la cabeza para concentrarme de nuevo. Era fundamental que esta primera parte del plan saliera a la perfección. 

Tras ese discurso, esperamos en silencio. Todos íbamos de uniforme, como si fuéramos el mismísimo ejército de España. Teníamos que esperar a recibir la llamada del Profesor, dándonos las indicaciones necesarias. 

Alcé la vista para encontrarme con los ojos de Palermo fijos en mí. Habíamos terminado convirtiéndonos en buenos amigos, muy buenos, de hecho. Había descubierto que los dos habíamos sentido por Berlín un gran amor, y perderlo nos había dolido a partes iguales, por lo que nos servimos de consuelo el uno al otro. Me esbozó una sonrisa tranquilizadora, y yo le correspondí. Podía parecer una persona egocéntrica, pero en el tiempo que pasaramos juntos, me demostrara mucho aprecio. 

No hacían falta palabras. 

- Sois el primer pelotón de la Sexta Compañía de la BRIPAC.-anunció entonces el Profesor, provocando que todos nos pusiéramos alerta.- Tenéis 17 minutos. 

El mayor robo de la historia  (LCDP: Berlín) [EDITANDO] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora