Capítulo 44. Fisterra. 🔴

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Tres horas más tarde paramos en una gasolinera, cerca de Palencia. Estábamos dando un buen rodeo, pero es que no queríamos ir por las carreteras principales tan alegremente. Durante varios kilómetros tuvimos que ir por la autopista, pero cuando tuvimos la oportunidad, salimos de ella. 

Me adentré en la tienda mientras Nairobi iba al baño. Me puse el pelo delante de la cara, y caminé hasta el fondo evitando el ángulo de las cámaras de seguridad. Cogí dos botellas de agua frías, dos bocadillos que tenían bastante mala pinta, y un paquete de galletas. 

Cuando lo llevé al mostrador, el señor sentado al otro lado me miró fijamente. Por un momento temí que me hubiera reconocido, pero cuando esbozó una sonrisa que dejó al descubierto unos dientes negros, comprendí que no me miraba por eso. Supuse que le parecería guapa. Le devolví la sonrisa sin muchas ganas.

Tanto pronto me cobró me apresuré a salir de allí, justo cuando la noticia de que nos habíamos fugado salió en la tele que tenía apoyada en el mostrador. 

Nairobi, que ya había acabado, me esperaba apoyada en el capó del coche, muerta de calor por la peluca, igual que lo estaba yo. Agradeció el agua y la comida que le dí. 

- Ahora me toca conducir a mi.-le dije, estirando la mano para que dejara caer las llaves del coche sobre mi palma. 

- Como gustes. 

Me metí en el coche y bajé la ventanilla. Le di un sorbo al agua y arranqué. 

No podíamos para más hasta que llegáramos a Galicia. Allí ya veríamos que hacer. 

- Pon la radio.-le pedí. Necesitaba saber si decían algo de nosotros. O del helicóptero en el que iba Sergio con todo nuestro puto dinero. Mientras conducía a la máxima velocidad permitida, pensé en Berlín y en Denver, y en como estarían llevando esa situación. No estaba muy convencida de que hubiera sido buena idea dejar que fueran ellos dos solos. 

En la radio simplemente dijeron que nos habíamos fugado. Parecía que no habían cogido a ninguno de nosotros. Para celebrarlo, Nairobi cambió de emisora para poner una canción. La empezó a cantar a pleno pulmón, haciéndome reír. Viéndonos de esa forma si que parecíamos turistas. 

Las horas fueron pasando, y terminamos dejando la aridez del centro de España para adentrarnos en el verde de Galicia. El calor insoportable que habíamos experimentado fue descendiendo, hasta llegar a una temperatura cómoda. 

Nairobi miraba a su alrededor con la boca abierta. 

- Es todo verde.-susurró. 

- Sí, si que lo es.-respondí, mirando yo también a mi alrededor.- Es muy bonito.

Recordé, entonces, teníamos que ir a un sitio concreto, por lo que le pedí a Nairobi que me leyera lo que ponía uno de los papeles que habíamos encontrado en las cajas. 

- Fisterra.-dijo, tras haber leído toda la dirección.- ¿Sabes dónde es eso? 

Nunca había ido a Fisterra, pero había querido visitarla, y había buscado información sobre ella, por lo que más o menos sabía como llegar. Sobretodo si me guiaba por los carteles.

- Creo que sí. 

- ¿Que crees que significa? 

- ¿El qué? 

- Fisterra. 

- Finis terrae.-respondí.- Fin de la tierra. Hace mucho tiempo se creía que ahí acababa la tierra, que el resto era mar.

Me miró con admiración. 

- ¿Cómo sabes todo eso? 

Me encogí de hombros. 

El mayor robo de la historia  (LCDP: Berlín) [EDITANDO] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora