Berlín y Atenas I

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Los siguientes 2 o 3 capítulos estarán destinados a que conozcáis mejor como era la relación entre Berlín y Atenas. 

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Dos meses en la casa de Toledo

Era tarde pero no importaba. Hacía ya varias noches que habían establecido como rutina el salir a pasear por la finca de Toledo. La primera en salir fue ella, con un vestido ligero, y una sudadera negra, extraña combinación. La brisa de la noche le dio en la cara, y le hizo sonreír. 

Cinco minutos después le siguió él, bien vestido, como siempre. Salió con la bata roja, acolchada, que tanto le caracterizaba. 

Se reunieron a varios metros de la casa, donde creían que nadie los podría ver, y sonrieron. 

Se sentaron en uno de los bancos, y ella dejó caer la cabeza en el hombro de él, quien posó una mano sobre su pierna, apretándola suavemente. 

- ¿Como estás?.-le preguntó, como si no se hubieran visto en días. 

- Berlín, me acabas de ver hace cinco minutos.-respondió ella sonriendo.- Y sabes mejor que nadie que estaba, y estoy.-añadió.-Perfectamente. 

- Sólo era por confirmar, querida Atenas. 

Ella rió de nuevo, mientras se dedicaba a mirar el cielo. Se le hacía extraño estar en esa situación con ese hombre que hacía menos de dos meses que había conocido. Giró la cabeza suavemente para clavar sus ojos verdes sobre su rostro. 

Le gustaba. Le gustaba mucho. Su personalidad era extraña, sabía que era una persona arrogante, pero no podía evitar que le atrajera. Era demasiado atractivo. Personal, y físicamente hablando. Sin darse cuenta se mordió el labio, y fue justo en ese momento en el que Berlín procedió a mirarla. Se quedó callado unos segundos, y finalmente se acercó despacio para rozar sus labios con los suyos.

Se dejó llevar, disfrutando del beso, y siendo consciente de que le gustaba más de lo que creía. 

Cuando se separaron lanzó una sonrisa ladeada. 

- Ay, Berlín. Tú que siempre decías que nada de relaciones personales, y mírate ahora.-le dijo, con una picarona sonrisa. 

El hombre se encogió de hombros. 

- La vida es muy corta.-respondió.- No hay tiempo para reprimirse.

- La vida es muy larga, Berlín, aún queda mucho por delante.-le respondió ella, llevándole la contraria, como acostumbraba a hacer.- Y cuando acabemos el atraco, seremos millonarios, y entonces, empezará nuestra verdadera vida. 

Berlín no dijo nada. Su rostro se tornó serio, como si no supiera exactamente que decir. Ella lo notó, por lo que se alejó levemente para poder mirarlo mejor. 

- ¿Que es lo que pasa, Berlín? 

No la miró, pero abrió la boca, como si fuera a decir algo. 

- Yo no tengo toda la vida por delante, querida Atenas. 

- ¿Que dices?.-no entendía nada, y el modo serio en el que hablaba le hacía pensar que no estaba de broma. 

- Tengo una enfermedad, heredada de uno de mis queridos progenitores. 

- ¿Pero no tiene cura?.-se había quedado sin palabras, y a duras penas fue capaz de lanzar esa pregunta. 

- No. 

Cerró los ojos para dejar de mirarlo. No entendía por qué le afectaba tanto esa noticia. Berlín le importaba muchísimo, por mucho que se negara a aceptar eso. Cuando los volvió a abrir él le estaba mirando, con una mirada fija, que, si no lo conociera bien, parecía expresar preocupación. 

El mayor robo de la historia  (LCDP: Berlín) [EDITANDO] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora