Capítulo 27. Elección.

1.7K 154 14
                                    

Atenas

Le pedí a Nairobi que me ayudara a levantarme. Sabía que no debía forzar mi cuerpo, pero es que ya no aguantaba más estando ahí, sin hacer nada.

Con su ayuda me vendé todavía más la espalda y parte del abdomen, para evitar el libre movimiento de las costillas que me habían roto, e inmobilicé mi brazo izquierdo contra el costado.

- Tenemos que ver si Palermo necesita nuestra ayuda.-le dije a mi compañera, que me miró no muy convencida.

- Ya te he dicho que si la necesitan, vendrán a buscarnos. Además, ahora cuentan con el apoyo de Manila.

Suspiré, mientras intentaba caminar por la habitación, me sentía una completa inúltil.

- ¿Alguna vez te conté mi acuerdo con el Profesor?.-volvió a hablar Nairobi, captando mi atención.

- ¿Que acuerdo?

- Me va a dar un hijo, Atenas.

Alcé las cejas con sorpresa. ¿Como un hijo?

- ¿Como que te va a dar un hijo?

- Si, me va a dar su esperma para que yo pueda tener un niño guapo e inteligente.

Su idea me dio ganas de reir, pero me tuve que contener, porque el dolor era demasiado fuerte.

- Me alegro mucho por ti, querida amiga.-le dije. Y se lo decía de verdad, me alegraba por ella, pero no creía que la inspectora Murillo se lo fuera a tomar igual de bien.- Espero que me hagas madrina del pequeño.

- A ti y a Berlín.-añadió, mientras me echaba la lengua.

Narrador omnisciente. En ese momento.

Habían logrado, de milagro, cortar el cable de comunicación del teléfono, por lo que, por lo pronto, estaban a salvo.

Mientras Palermo y Bogotá empezaban a desmontar la puerta de la habitación del pánico, tratando de distraer a Gandía; Río y Denver agujereaban la pared, para poder introducir el gas que dejaría totalmente k.o. al asesino profesional que tantos problemas les había dado.

Cuando consiguieron el agujero, introdujeron una pequeña cámara, a través de la cual observaron como Gandía estaba tirado en el suelo, inconsciente. Tokio lo había tumbado. Río dio el aviso, y Palermo se apresuró a tirar la puerta abajo, para desatar a una excitada Tokio.

- ¿Dónde está Nairobi? ¿Le ha pasado algo?.-preguntó, desesperada.

- No te preocupes, Nairobi está bien.-respondió escuetamente Palermo.

- ¿Hay alguien que no lo esté?

El silencio confirmó lo que se temía, y salió corriendo en busca de sus compañeros.

Atenas

Tokio irrumpió en la sala de improviso.

Corrió a abrazar a Nairobi, aliviada al ver que estaba viva, y después hizo lo mismo conmigo.

- No aprietes demasiado.-le pedí.- Ahora mismo soy un puzzle con las piezas mal montadas.

Sonrió.

Uno tras otro fueron entrando los demás, mirándome con sorpresa al verme ahí de pie.

- ¿Estás loca, boluda?.-me gritó Palermo, acercándose peligrosamente a mí.

- Sé que esperabas mi muerte, querido, pero tardará en llegar.

- ¿Que has hecho?

- Me han quitado la bala, ahora estoy bien. Dolorida pero bien.

El mayor robo de la historia  (LCDP: Berlín) [EDITANDO] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora