LA DESPEDIDA

66 10 0
                                    

Tras leer la carta Amelia comprendió a su padre sin ningún reproche y decidió ir en busca de él, sin importar la dificultad que esto le causaría.

- Estás loca niña!!- exclamó Rosa.

- Piensa bien en lo que dices Amelia. ¿Cómo irás a ese país?, ¿Acaso sabes hablar la lengua alemana? - preguntó Alejandro.

- Yo buscaré la forma de ir a Alemania cueste lo que cueste. El poder comunicarme con la sociedad no será complicado, he estado aprendiendo idiomas en la biblioteca - dijo muy decidida.

Al salir por la puerta habló con Agustín sobre la situación mientras daban una vuelta por el parque.
Fue en ese momento cuando Agustín preocupado por ella le dijo:

- Quiero acompañarte.

- No puedes Agustín. Tu madre estará muy preocupada.

- Tus padres también. Aunque no sean padres biológicos te quieren como una hija.

- Por favor te pido qué por ahora entiendas y aceptes mis decisiones si tanto me amas.

Agustín no tuvo de otra que aceptar la cruda realidad.
Pasaron los días en los que Amelia conseguida dinero trabajando en la cafetería donde Agustín pintaba y vendía sus obras de arte. Juntos se apoyaron para juntar dinero, pero no solo ellos Rosa y Alejandro fueron tan amables en darle un poco de dinero a su pequeña hija.

22 de Agosto de 1942

El día había llegado, Amelia preparaba su maleta y se despedía de sus padres agradeciéndoles todo el apoyo que le habían brindado durante sus primeros años de vida, y que siempre serían sus padres favoritos. Para Agustín fue más difícil el despedirse, pues este amaba tanto estar con ella que sería muy triste el saber que tal vez ya no la podría ver.

- No se preocupen. Volveré cuando sea posible. Se los prometo - comentó con una sonrisa.

- Ten cuidado de los alemanes y de esas guerras que tanto se hablan hoy en día - dijo Rosa llorando.

Y era muy extraño verla de ese modo, siempre demostró ser una mujer de fríos sentimientos. En lo más fondo de su corazón realmente quería Amelia.

- No te preocupes mamá - la abrazó secando sus lágrimas. Después de aquella conversación caminó para tomar su primer viaje.

AMELIA MÜLLER Donde viven las historias. Descúbrelo ahora