31 de Marzo de 1942
El tiempo pasó demasiado rápido, los cambios eran más que notables en el país y en la comunidad. Amelia ya no era una niña, ahora su cuerpo se había transformado en una hermosa adolescente de 17 años. Su sonrisa y ojos brillaban como los luceros del cielo, su cabello largo y ondulado se enredaba con el viento. Los muchachos de su escuela no podían evitar mirar su silueta sensual cuando solían ponerse sus vestidos rojos. Sin duda alguna era la joven más bonita de toda la colonia Roma Condesa.
Allí estaba ella cargando sus libros en brazos, caminando de regreso a casa después de una mañana de duro estudio en la universidad nacional autónoma de México (UNAM).
Cuando llegó a su colonia miró a lo lejos como habitaban nuevos vecinos a la casa de enfrente; y se podía ver a Rosa Hernández mirar por la ventana misteriosamente.- Ya llegué de la escuela mamá.- Amelia dejó sus libros en la mesa y preguntó con curiosidad -. ¿Qué haces en la ventana?¿A quién espías?
- Agarra esa canasta de galletas y acompáñame a darles la bienvenida a nuestros vecinos.
-¿Para qué darles las galletas si podemos ser amables con nuestra personalidad? El darles algo es como pedir ser aceptado.
- Shhhh!! Qué preguntona!. No queremos tener enemigos en la colonia. Ahora cállate y acompáñame.
Al tocar el timbre un joven alto de cabello oscuro abrió la puerta y quedó encantado con la belleza de Amelia.
- Disculpe. ¿Podemos pasar? Somos vecinos - dijo señalando su casa.
- OH! Por supuesto que pueden pasar, pasen - muy amable respondió.
En aquella casa habitaba el chico de nombre Agustín Valdés junto a su madre María. Ella se encargó de educar de la mejor manera a su hijo sin ayuda de un hombre; era una mujer realmente valiente al salir adelante siendo madre soltera en una época donde el machismo era muy popular.
Rosa entregó las galletas a la mujer pero ella con amabilidad comentó que no era necesario, lo cual solo empeoró la situación.
- No puede hacernos esto.- insistía Rosa forzosamente-. Ni tan siquiera a probado una.
- No se moleste. Ya hemos comido mucho durante el viaje. Mejor conservarlas para su familia.
-¿En verdad me va hacer esto!? Nadie en esta colonia ha rechazado mis galletas - dijo enojada.
Cuando María no tuvo de otra que aceptar lo ofrecido para no tener problemas Amelia intervino.
- Mamá, nuestra vecina fue muy amable al inicio no hay que forzar a qué haga algo, ya dijo que no quiere las galletas.
Al terminar sus palabras recibió una cachetada por parte de su madre por meterse en la situación. Y muy enojada jaló el cabello de su hija y dijo para despedirse:
- ¡Vámonos! No somos bienvenidos por esta bola de bastardos sin modales.
- ¡ Qué le pasa señora! ¡Usted no tiene el derecho de hablarnos de esa manera ni mucho menos decirnos bastardos! - exclamó Agustín.
- Calma hijo. No vale discutir con esa gente inmadura.
- ¡Te queda prohibido que te juntes con ellos! ¿Entendido Amelia? - dijo Rosa jalando cada vez más el cabello de Amelia en el cuál sacaba su furia.
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AMELIA MÜLLER
Historical FictionAmelia Müller, de sangre alemana y mexicana toma un viaje arriesgado hasta el continente Europeo para llegar a Múnich, Alemania donde conoce a su tío Blaz, qué junto a su familia y un judío polaco se esconden en una casa, para no ser llevados a un c...