Al despedirse de su padre aquella noche, Amelia entro a la casa de Heidi para descansar después de haber pasado un largo día lleno de sorpresas, el lugar donde dormiría sería nada más y nada menos que la recamara dónde estaba el escondite. Ella recostada en la cama intentando obtener el sueño escuchó las pequeñas charlas que decía su tío finalizando con un rezo pidiéndole a Dios que cuidará de ellos y de Amelia; aquellas palabras causarían en ella cierta empatía y cariño.
23 de Septiembre de 1942
Al día siguiente bajó a saludar a su familia desayunando y contando lo que pasaría en esa noche:
-Mi padre realizó una cena por mi bienvenida y para ser honesta estoy muy nerviosa y algo temerosa.
- Querida, debes disfrutar aquellos momentos junto a tu padre.- comentaba Zelinda -. No dejes que la inseguridad sea el problema de tu vida.
- Dichoso aquél que puede salir sin ser golpeado, aquél que puede ver un cielo azul sin temores y saber que puede entrar a cualquier tienda por no ser judío- decía Leyna para que Amelia empezará a valorar lo afortunada que era el poder hacer muchas cosas sin tener que ocultarse como en el caso de ella y su familia.
- Tienen mucha razón. Cuando llegué aquí tenía una imagen muy distinta de mi padre, un hombre que trabajaba en un empleo de bien pero no es así, la realidad es diferente; Él pertenece a las SS, es su jefe y todo eso llega a decepcionarme, pero a pesar de ello estoy muy feliz que este ahora conmigo y sé que debo aceptar su trabajo.
- Sé que lo harás, yo acepté que mi destino sería éste (el esconderse) debido al trabajo de tu padre, pero eso no importa. Lo que en verdad si importa es la felicidad que esto tendrá en tu vida, es lo que has venido a buscar y te aseguro qué pase lo qué pase habrán momentos felices que Edward y tú vivirán - decía con fe su tío Blaz .
Por la tarde Heidi se dedicó a trabajar en una cafetería donde pagaban bien para juntar dinero necesario para la semana y poder alimentar a sus amigos, Amelia por otro lado recibía dinero de su padre lo cual invertido en comida para su tío y en el un lindo vestido para la cena. Las horas se pasaban cada vez más rápido y el momento había llegado. El cielo comenzaba a brillar por las estrellas y afuera de la casa había un militar de la SS esperando llevar a Amelia hacia su destino, contratado por Edward por su alto valor de confianza que este le transmitía a el, sería el encargado de llevar a su hija a la cena. Su nombre era Ingo Köhler , un joven alto de 22 años y muy carismático que se había comportado amablemente con ella, lo cual hizo que pensará que habían personas buenas dentro del partido.
Al llegar a su destino en un palacio elegante adornado de luces se detuvo al salir del automóvil preguntado al joven si se veía bonita, a lo cual recibió como respuesta:
- Brillas cómo luz de luna y de tus cabellos rizados cómo el oro jamás visto en este mundo.
- Nunca llegué a imaginar que los militares fueran también poetas.- Amelia dio una sonrisita y dijo-. Muchas gracias de todos modos, eso me hace sentir segura te lo agradezco mucho.
Al entrar Edward se acercó a ella presentándola a quiénes pasaban a sus costados hasta llegar hacía Adolf Hitler.
- ¡Heil Hitler! - exclamaba la gente con voz potente cómo el himno de cualquier país orgulloso de su nación.
- Mein führer, ella es mi hija Amelia - dijo Edward.
-Mucho gusto su excelencia - extendió la mano para saludarle pero éste se acercó a ella y dijo.
- Dime mi Führer - sonrió y estrechó la mano de Amelia.
- ¡Cómo usted diga mi führer!
- Me agradas jovencita, eres toda una chica alemana de raza aria. (Refiriéndose a su físico).
- Lo es mi führer, su madre y yo somos de raza aria. Me alegra que esté conmigo para ser parte de nosotros, toda una ANTISEMITA - comentaba Edward sin darse cuenta que Amelia se encontraba incómoda pero debía ocultar su disgusto para no quedar mal con los demás, o tener sospechas.
Estando en el gran comedor Hitler comenzó hablar de sus nuevas ideas para el pueblo alemán. No tardaron en mencionar el tema de los Judíos, haciendo chistes de mal gusto que venían de la boca de los militares de las SS mientras uno de ellos repartía pedazos de tarta con la imagen de un judío muerto, Hitler y los demás comenzaron a reír de su apariencia la cual habían puesto al judío con una nariz más grande que su rostro.
- Si comemos está tarta de judíos nos dará un malestar estomacal - decía el führer tirando la tarta al suelo muriéndose a carcajadas.
Para Amelia todo parecía cruel, inmaduro e inhumano; pero debía seguir la corriente imitando todo lo que hacían y decían los demás. Al final de la cena este gesto de imitación había hecho feliz a Hitler felicitando a Edward por su educación.
- Yo no hice nada mi führer.- decía Ed-. Mi hija llegó a Múnich conociendo nuestra ideología.
- ¿Dé dónde eras? - preguntó uno de ellos.
- Viví mucho tiempo en España, luego en Italia siendo una aventurera pero jamás evite mi nacionalidad alemana y cabe mencionar que he venido a mis raíces para ver como mi país se convierte en el mejor de todo el contiene Europeo - dijo Amelia sin nerviosos manteniendo una postura que mostraba seguridad.
- ¡PERFECTO! Ella sabe seguir el buen camino.- el führer alzó su copa de vino y brindó por ello.
Después de aquello, Hitler se marchó del lugar dejando que la fiesta continuará solo para los militares quienes habían contratado en seguida algunas mujeres para su diversión. Edward comenzó a beber alcohol con sus amigos olvidándose de la presencia de su hija. Este acto causaba en ella tristeza, así que salió del palacio y tomó asiento en los escalones fríos. En aquél instante Ingo Köhler salía a tomar aire fresco y al percatarse de Amelia se acercó a ella para conversar.
- ¿Qué tienes?.- preguntó amable -. Si se puede saber...
Amelia quería decir la verdad de sus emociones, porque el ser Nazi no estaba en sus planes pero debía serlo para salvar a los que amaba y no solo eso le afectaba esa noche, lo de su padre iba más allá de ser Nazi. Así que solo mencionó lo triste que se sentía por él.
- El jefe suele ser inmaduro.- comentaba Ingo -. Nunca ha podido sobrellevar sus cosas personales, pero eso no quiere decir que te esté evitando. Solo está estresado porque no sabe cómo cuidar de ti, el quiere ser un buen padre pero no sabe cuál es la manera. Siempre bebé alcohol cuando está demasiado estresado, los cambios le afectan más que a cualquier otra persona, así que solo dale tiempo.
Ingo Köhler se había convertido en aquél momento una buena persona para ella, porque sin duda alguna era todo un caballero.
Minutos más tarde tomó su abrigo y regreso a casa sola para reflexionar en el camino teniendo cuidado de no ser sospechosa por las altas horas de la noche en las cuales caminaba. A lo lejos miró como un militar se adentraba a la casa de Heidi causando una preocupación que le ponían los pelos de punta.
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AMELIA MÜLLER
Historical FictionAmelia Müller, de sangre alemana y mexicana toma un viaje arriesgado hasta el continente Europeo para llegar a Múnich, Alemania donde conoce a su tío Blaz, qué junto a su familia y un judío polaco se esconden en una casa, para no ser llevados a un c...