Prometelo

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La joven provincia se quedó en silencio, estaba sorprendido.
Sabía cómo actúaba su madre a la hora de conquistar, la forma en la que las rosas servían, pero ellos... Todos... Creía que todos debían tener esa forma misma de conquistar... Controlandolos con las rosas... parece que no

Jamás sus padres le habían mencionado algo como eso, claro que sabía que significaba la muerte, no era ageno al concepto. Mucho menos imaginó que alguien tan carismático como su tío México sería capas dé semejante acto...

Su cabeza era un lío, definitivamente esa sola palabra le había confundido todo lo que sabía hasta el momento... ¿Y sí su madre y padre hacían lo mismo? Matar países para conquistarlos... No, no -frunció el seño levemente y observó al suelo sin decir ni una palabra- él mismo varias veces vio cómo las flores tomaban el control de los demás.
Entonces si era cómo dijo Perú, sólo México lo hace así, al fin pudo sacar una conclusión... Pero eso ¿no está mal? No, si su madre, que lideraba, por así decirlo, todas las acciones lo estaba permitiendo entonses está bien... Recordó aquellas palabras que su padre alguna vez le dijo.

-Supongo... -miró a Perú directo a los ojos, más calmado- que para ganar a veces se tienen que hacer cosas como esas -dijo ésto último algo dudoso, ahora mismo no sabía que más pensar.

Los ojos de Perú se cristalizaron y su miraba de volvió una de tristeza y algo de temor.

-¡Misiones, no! -levento suavemente la voz, acarició los cachetes de la provincia- no esta bien lo que estas diciendo.

Ones agachó levemente la cabeza entre sus hombros, no por asustado, sino por darce cuenta que se equivoco y por las pequeñas lágrimas que corrían por las mejillas de su protector, no fue nada lindo.
Caminaron juntos a un sillón y ahí se pusieron a charlar.

-Misi, ¿recuerdas algo de cuando eras pequeño? - le preguntó - antes de que todo esto pasara...

-mmm, no mucho - respondió serio- talvez que CABA solía molestarme mucho por ser muy pequeño, o que mamá miraba mucho fútbol con mis hermanos mayores.

Apretó sus dientes, era obvio que no recordaría mucho, era apenas un niño cuando la conquista comenzó. No podía negar que a su pequeño no le faltaba cariño, Rusia y Argentina habían sido mejores padres de lo que imaginó, pero no se puede obviar que muchas cosas que le enseñaron están mal, o eso le decía su moral. ..

-Misiones mirá... -estiró sus brazos levemente y el menor se acurrucó en ellos, aunque obviamente no entrara entero, le acarició el pelo y lo abrazo- tus padres, y Mexico incluso, o más bien todo el mundo -se corrigió- no era así antes, era más pacifico,
-intentaba cuidar cada palabra que le decía, no podía contarle de todas las cosas extras que sus padres hacían en tono gracioso-.

-¿Y que cambió? -preguntó en seco, alzó la vista aunque en esa posición no pudiera ver bien su rostro-.

-No lo sé -soltó un suspiro- misi, no puedo cambiar las cosas que tus padres te enseñaron y las cosas que tú mismo piensas -el joven se levantó y lo miró directo a los ojos, a veces su mirada tan fría por fuera le daba escalofríos- pero prométeme una cosa...

Hizo una breve pausa para pensar sus palabras, sabía que lo que le diría podría llegar a pasar alguna vez y tendía que hacer el intento por evitarlo.

-Prométeme que jamás, por ningún motivo, vas a matar a alguien -fue muy directo, tal vez demasiado.

-no movió un solo musculo, su mirada seguía sería y fría, dio un suspiro rápido por sus nariz y formó una pequeña sonrisa en su boca, dejando escapar esos pequeños colmillo blancos- Lo prometo, tío Perú.

En lo profundo del alma [RusArg] (En Reescripcion)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora