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Mangel

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Mangel

Unos segundos fueron los que tuvimos para sacar las espadas y estar en guardia antes de que un gran número de desconocidos con trajes rojizos y encapuchados nos rodeasen , saliendo de las sombras de los árboles.

Todos ellos armados y sin mostrar el rostro, nos comenzaron a atacar con ansias.

Mi nerviosismo se fue en cuanto comenzamos a defendernos, debiamos luchar para no poder ser asesinados. Debiamos tener valor.

Pero eran más que nosotros, nos superaban en cantidad. Y aunque podiamos enfrentarnos a ellos, el ser uno contra dos o tres a la vez dificultaba las cosas.

Los demás estaban concentrados en sus propias luchas , estabamos muy separados por tanta movida. Mi contrincante era más alto que yo, y más robusto. Tenía que dejar espacio entre nosotros para que no se me abalanzase encima o seria el fin. Me mantenia a la defensiva todo el tiempo.

En el caos de la batalla pude observar a Lolito , el cual tenía la vista clavada en uno de ellos, el que mayor armado estaba y por apariencia, parecía ser el jefe.

Nunca perdió de vista a este, sus ojos demostraban cierto enojo al verle, y tan pronto logró liberarse de sus otros enemigos que lo rodeaban, le saltó encima al mayor, enfrentándolo con gran ira y espada en mano.

Dejó caer el acero con todas sus fuerzas, pero dio en el vacío, parecia que aquel sujeto tenia un gran sentido del peligro, y logró esquivar aquel ataque del pelinaranja , echándose hacia un lado rápidamente.

El brutal impulso empleado en la estocada desequilibró a lolito, quien se fue hacia delante, tropezó, cayó de rodillas y su espada se enterró contra la nieve , dejandola inútil.

Tuve miedo , él estaba a merced y en una situación peligrosa para su enemigo.

Con una risa de burla y triunfo, el encapuchado levantó la lanza para traspasar al pelinaranja de lado a lado, pero no alcanzó a completar el gesto porque una espada en la nuca lo tumbó y lo dejó inmóvil.

Era rubius quien aprovechó la situación para ayudarle y asesinar al hombre.


Todo había ocurrido muy rápido, pero a pesar de ello no tenía tiempo para relajarme.

Encontrarme a la defensiva con mi contrincante solo nos hacia perder el tiempo. Ninguno atinaba un golpe mortal y ninguno parecia seguro de querer pelear.

Los mounstros comenzaron a salir. Una gran araña horripilante comenzó a atacar a mi enemigo, el cual al distraerse por quitarsela bajó su espada. Era mi oportunidad también , y con gran temblor y angustia, atravesé la espada en su pecho. La araña no parecio interesarse en mí, y comenzó a comerse al tipo ya herido.

Mangelito ; Anhelando El AmorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora