«No podia dejar de amar a mi mangel, no podia dejar que sea de nadie más.
Mi niña siempre estará alaisimo mio.»
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Mangel ha tenido un pasado muy doloroso con Rubius. Sin posibilidad de liberarse de aquella relación codependiente, todo cambiar...
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Lolito
El viento de las calles desoladas corría en esta noche, un pueblo que a estas horas parecía tan muerto como lo era un pueblo abandonado de personas.
Ya ni siquiera la policía se dedicaba a hacer rondas por el miedo que provocaban, no solo yo, si no varios ladrones y delincuentes.
Pero estas noches eran mías, unas noches para desahogar todo mi estrés y mi satisfacción.
En esta noche sé que encontraría a alguna joven con la cual jugar al gato y al ratón.
Dos personas que ahora seríamos cazador y presa como solía ser cada noche. Volviéndola a la vida, se podía sentir el helado sentimiento del vacío mientras corría y buscaba a la mujer que minutos antes observé caminar sola.
Fue descuidada, debió hacer caso a las noticias. Por que el asesino en serie,como me llamaban, estaba ansioso de cortar , ahorcar y matar a alguien.
Estaba ansioso, demasiado. Ella a espaldas parecía caminar tranquilamente, no tardé mucho y la sujeté del hombro.
Tanta fue la brusquedad en aquel apretón, que marqué su piel con mis manos y uñas.
Sin embargo ahora era distinto, ella desesperada gritó y se giró rápidamente.
Una roca.
Una maldita roca hizo que diese un mal movimiento , me hizo torcer mi tobillo.
Ella aprovechó y huyó, pero no se lo dejaría fácil.
Me levanté con algo de dificultad , y al mover uno de mis pies, este se sintió doler como el mismisimo infierno.
Pero no debía parar, asi que con gran esfuerzo tuve que hacer continuar mi caminata.
La mujer rubia aprovecho esto y corrio, como si su vida se le fuese en ello.
Ella se me iba de las manos, pero la desesperación me hacia anhelar atraparla más de lo que anhelaba seguir mi placer.
No podía cometer fallos, no podía arruinarlo todo por una simple caída.
Con gran dolor me aferraba a perseguir a esa rubia, como lo hacían un depredador a un inocente y débil ciervo, que pese no poseer ninguna fuerza, su vida podía jugarse en el capturar o no al ciervo.
Aquellos cabellos me recordaban al idiota de rubius, pero ya no solo la perseguía por compararla con ese chico oso. Si no por su silencio.
Pero pensar y divagar no me ayudaba, mis ojos giraron por otros lados donde no debía y mi mirada se centro en dirección donde me parecio que ella se escondía.
