04

1.3K 183 110
                                    


"¡Lo estamos perdiendo!, ¡Su ritmo cardiaco baja!, ¡Carajo Joaquín, debemos hacer algo!". La voz de Lauren resonaba, las y los enfermeros entraron en pánico, buscando en dónde poner la manos, que hacer, dónde estaba el problema.

"¡No, no, no!, ¡NO, NO, NO!, ¡JAMES!, ¡Cariño, no me puedes dejar, por favor, regresa!". Joaquín movía el cuerpo de James, haciendo presión en su pecho, tratando de estabilizar su ritmo cardíaco, todo era en vano. "¡James, debes quedarte conmigo, TE NECESITO, TE AMO, NO ME DEJES!".

El sonido se hizo presente: "piiiiiii". Joaquín soltó un grito de dolor, sosteniendo en sus manos el cuerpo de James, las lágrimas corrían como cascada de sus ojos, un hoyo sin fondo capturó su ser, todo de él, cuerpo, mente, corazón y alma, no tenía de donde sostenerse.

"Lo lamento Joaquín, no se pudo hacer nada, sabíamos que esto podría llegar a pasar, de verdad, lo lamento". Lauren tomó de los hombros a Joaquín, tratando de calmarlo, todo en vano, Joaquín estaba alterado, respirando con rapidez, su corazón cada vez se hundía más.

"¡No Lauren, él debe regresar!, ¡Tú mejor que nadie sabes que él nunca me dejaría solo!, ¡No, Lauren!, ¡Déjame, podemos salvarlo!, ¡LAUREN, POR FAVOR, LO AMO TANTO!, ¡NO, NO!"

"¡No, James, no!". La respiración era acelerada, su corazón martilleaba en su caja torácica, las lágrimas invadían su rostro como un rio, sus extremidades estaban llenas de temblores. "¡¿Por qué me dejaste?!, ¡Me prometiste que nunca lo harías!, ¡James, regresa!".

James Pierce, neurólogo, doctor titular a los 30 años, amante de la música instrumental, cariñoso y amable con cualquier persona cercana a él, entregado a su trabajo y pasión completamente.

Joaquín y James eran la pareja perfecta frente a los ojos de sus compañeros, su amor se transmitía a todas las personas.

05:30 a.m, Joaquín se levantó de la cama, sintiéndose débil, al llegar al baño y mirar su reflejo en el espejo situado encima del lavamanos, aquel reflejo que James odiaría ver, ese rostro triste, esos ojos sin ningún brillo, la sonrisa no adornaba ese rostro idolatrado por James desde la noche en que hicieron el amor por primera vez.

El agua de la regadera cubría el cuerpo desnudo de Joaquín, tibia, el aroma de su jabón corporal, aroma tropical, su shampoo con aroma a miel, la mezcla perfecta. Aquella pesadilla no se hacía presente desde hace un mes, dejándolo tranquilo después de tres largos meses provocando que Joaquín se despertara llorando mares, con un fuerte dolor en el corazón.

La muerte de James afectó mucho al personal del hospital, la felicidad que era capaz de transmitir se quedó en el pasado, incluso a día de hoy, cuando el hospital ya se encontraba funcionando como en los tiempos de James, su ausencia se hacía presente de manera monumental.

Desde aquel día, Joaquín se prometió a sí mismo a no enamorarse hasta que al menos haya pasado un año de la muerte de James, y claro que todo iba bien, hasta que llegó Emilio Marcos, con esa sonrisa, con todo su ser.

"De acuerdo James, siento que me estoy enamorando de nuevo y la verdad, me da tanto miedo, miedo a que vuelva a pasar lo mismo que pasó contigo". Joaquín susurró mientras terminaba de difuminar con corrector sus ojeras, mirando el retrato de James y él sentados en una balsa, sonrientes, aquella cita de su tercer aniversario.

∆•∆•∆•∆•∆

Emilio observaba atento a Joaquín mientras él le explicaba lo que sucedía cuando alguien se golpeaba la cabeza y la amnesia se hacía presente, cuánto tiempo duraba, cómo ayudar a la persona a recordar, el tipo de análisis que se deben realizar durante la rehabilitación.

Desde que Joaquín llegó al hospital transmitió un aura de dolor, tristeza, melancolía, nadie le preguntaba algo, al parecer era normal que hubiera días en los que Joaquín llegara en ese estado, incluso Spencer lo miraba con comprensión, era obvio que había algo que Emilio no sabía, ese algo que causaba tanto dolor en Joaquín, algo que provocaba que una sonrisa egocéntrica no se dibujara en su rostro. Emilio no podía soportar seguir mirando así a Joaquín sin saber que demonios ocurría.

"¿Quién fue el doctor James Pierce?". Sin más preguntó Emilio. Joaquín levantó la vista del modelo cerebral que tenía entre sus manos, mirando a cualquier lado menos a Emilio, su rostro palideció.

"Fue un doctor titular del hospital". Joaquín respondió con mucho esfuerzo, tragándose el nudo en su garganta, las lágrimas amenazaban con desbordarse por el rabillo de sus ojos. "Bien, como te decía, el cerebro cuenta con más de...".

"¿Es cierto que fue él quién te ayudó a ser quién eres?". Emilio no dejaría escapar su duda, realmente quería saber más de James Pierce y su legado.

"Emilio, estamos hablando sobre las neuronas, hablar del doctor James Pierce no tiene nada que ver, ¿Podríamos regresar a la clase?".

"La doctora Hamilton me lo mencionó cuando estábamos viendo cómo extirpadas el tumor cerebral, mencionó que él fue quien te enseñó todo lo que sabes ahora y que ustedes fueron pareja y que...".

"Murió". Un suspiro pesado y lleno de tristeza abandonó el cuerpo de Joaquín, quien al fin se atrevía a ver a Emilio, posando sus ojos tristes, las lágrimas recorriendo la piel de sus mejillas, una trás otra, sin parar, el alma de Joaquín soltó un grito de dolor igual al de la muerte de James, su corazón se estrujó. "James Pierce y yo fuimos pareja, sí, James Pierce me ayudó durante mi residencia, sí, James Pierce fue un doctor maravilloso, pero lamentablemente me dejó solo, cargando con un dolor incesante, culpandome de su muerte por no darme cuenta que no estaba en condiciones para ser operado, pero como Joaquín Bondoni quería operar y salvar su vida no tomó las medidas necesarias y así fue... ¡Así fue como perdí al amor de mi vida!, ¡Sí Emilio, sí, James Pierce fue parte fundamental no sólo del hospital, sino también de mí, EL AMOR DE MI VIDA SE FUE ENTRE MIS MANOS!". Y Joaquín se desplomó, llorando, sus sollozos cada vez más cargados, transmitiendo más dolor, Emilio sólo lo miraba, algunas lágrimas recorrían su rostro.

No debí preguntar, demonios Emilio Marcos siempre debes meter la pata cuándo la gente es más vulnerable.

Emilio abrazó a Joaquín, quién colocó su rostro húmedo contra la tela del uniforme de Emilio, mojandola al instante, apretando la tela con sus manos, sollozando dolorosamente, sintiendo como de nuevo cada herida se abría y provocaba escozor en su alma, el pensamiento:

"¡Tú lo mataste Joaquín, ¿Cómo pudiste ser tan imbécil como para no saber que no debía ser operado?, Perdiste al amor de tu vida por tu propia estupidez!. ¡Es tu CULPA, SOLO TUYA, TÚ LO MATASTE, LO MATASTE!".

Un grito salió de su ser, siendo ahogado por el cuerpo de Emilio, apoyándose más en ese amplio pecho, soltando el dolor que tenía acumulado, una pizca de alivio se hacía presente en su alma, al fin la liberación se sentía, el dolor empezaba a ser liberado para dar entrada a la paz, todo el sufrimiento de aquellos días en los que se obligaba a dibujar una sonrisa en su rostro era libre. Su pequeño gigante empezaba a respirar, a ver la luz, a sentir el amor.

¡Libertad, ¿Joaquín, me oyes?, Libertad, todo puede volver a ser igual que cuando James estaba con nosotros, ahora puedes apoyarte en Emilio y permitirnos amar de nuevo!.

"Lo lamento, no quería provocar que esto sucediera, de verdad, perdón". Emilio susurraba, acariciando la espalda de Joaquín, caricias reconfortantes, el roce de sus labios contra los pequeños rizos de Joaquín, el aroma a miel inundó sus fosas nasales.

Y una nueva pregunta resonó en la mente de Emilio: ¿Cómo un ser tan puro, tan hermoso y amable podía culparse por la muerte del amor de su vida?, ¿Por qué Joaquín?, Dime, cuéntame todo y prometo que tú no sufrirás más, quiero aliviar tu dolor.

Quiero ser tu nuevo amor y si me permites, te casarás conmigo para formar uno solo y amarnos hasta la eternidad.

Amor De Hospital | EmiliacoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora