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El timbre de su casa sonó, el cubo de helado fue dejado en la mesilla de centro, la pausa a la serie que estaba viendo fue puesta, su cabello rizado estaba húmedo después de la ducha y su pijama de cuadros tenía su aroma.

Cuándo abrió la puerta, un jóven lo recibió con un ramo de gerberas de varios colores, envuelto en un trozo de tela color azul celeste y amarrado con un listón rojo.

"Buenas noches, ¿Se encuentra el señor Emilio Marcos?". El mensajero sonreía, con otra de sus manos sostenía una tabla junto a un conjunto de hojas".

"Soy yo".

"Oh bueno, le mandan este ramo, ¿Podría regalarme su firma aquí?". El mensajero le entregó el ramo a Emilio, él lo tomó y firmó la nota del mensajero.

"¿Quién lo manda?".

"Pues... No tiene remitente, solo me pidieron que las entregara, eso es todo".

"Bien, gracias".

El mensajero asintió y se dió la vuelta para meterse en un pequeño auto y arrancar, Emilio cerró la puerta, viendo las gerberas con atención, su corazón dió un brinco y una pequeña sonrisa se dibujó en su rostro.

Empezó a buscar alguna nota y la encontró, fue hasta el comedor de la cocina y colocó el ramo con cuidado sobre la mesa, arrastrando un silla y sentándose en ella, los nervios lo invadían y al abrir la nota:

"Y A Pesar De Todo Te Sigo Queriendo, Por Tu Sencillez, Por Tu Timidez, Por Tu Alma Blanca.

Por Tu Buen Amor, Por Tu Gran Valor, Porque Sé Que Nunca Me Darás La Espalda".

Una lágrima se deslizó por su mejilla, suspirando y leyendo una y otra vez aquellas palabras escritas por su puño y letra.

"Joaquín". Susurró, mirando las flores, sujetandolas y acercándolas a sus narices, inhalando el aroma sutil que acariciaba sus fosas nasales, recordando las noches que pasaron en aquel comedor pequeño, charlando y riendo sobre las aventuras de cada uno durante la universidad.

"Recuerdo que una vez mi grupo de amigos y yo decidimos ir al pequeño bosque a pasar una noche bajo la luna, todo marchó bien pero a la mañana siguiente todos amanecimos con un resfriado mortal, las enfermas nos atendieron bien pero el regaño del director hizo que todos nos mearamos encima, hubieras visto tremendo espectáculo en el fino suelo de la oficina del director, ese pequeño suceso provocó que nos aumentaran dos días más a nuestro castigo así que básicamente estuvimos una semana encerrados en nuestras habitaciones". Emilio terminó su relato.

"Bueno, en un viaje en globo aerostático no soporté las alturas y al empezar unas náuseas terribles me vinieron y vomité en un auto, lo peor es que ese auto era el de mi profesora de anatomía general, esa mujer siempre me odió y con ello me gané un examen al 100% y tres ensayos de un día para otro, la muy malvada no entendió que yo tengo miedo a las alturas". Joaquín terminó y los dos explotaron en carcajadas.

Una semana había pasado desde que todo su andar se detuvo, una semana pesada, ver a Joaquín era difícil, aún ahora.

Cuándo pasaron dos días el dolor seguía latente en su corazón y alma, Joaquín dejó un muffin de vainilla con relleno de chocolate, ese siempre ha sido su favorito desde que era niño y miraba el atardecer junto a Romina y sus padres, sentados en el jardín trasero de la casa, Juán tocando la guitarra y Niurka cantando "If Not For You".

Amor De Hospital | EmiliacoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora