01

2.2K 203 49
                                    


Las sirenas de las ambulancias resonaban por las calles de Atlanta, un choque entre un autobús y un automóvil dejaron 5 heridos.

"¡Hey, ¿Qué pasó?!". Preguntaba Joaquín Bondoni, un neurólogo con manos maravillosas.

"Un automóvil chocó con un autobús provocando que el autobús se volcara y consigo arrasó con 5 heridos, por el momento, los paramédicos aún siguen revisando a los pasajeros". Dijo una paramédico, ayudando a sacar las camillas.

"Tenemos a dos niñas de 6 y 9 años con golpes en el costado y cabeza, un adulto mayor con por lo menos 4 costillas rotas, una mujer de 30 años con probable trauma cerebral y un adolescente con contusiones y un brazo roto". El paramédico Hammer decía mientras caminaba a lado de Joaquín, empujando a la señora de 30 años. "¿Se encargará de ella, doctor Bondoni?".

"Claro, llévala a urgencias, en un momento estaré con ella para una resonancia magnética". Sonrió, sí que es un buen día para explorar el cerebro.

"Bien, bien, señor neuronas con IQ de 150, hoy viene un nuevo residente y debe asesorarlo". La doctora Hamilton se posó a lado de él, sonriente y tomando un expediente. "Se llama Emilio Marcos y es un traslado de Miami, tiene buen historial y no es tan ingenuo como el antiguo residente Charles, su especialidad es la estructura ósea y tiene 20 minutos de retraso".

"Bueno, pues si es mi estudiante más le vale llegar temprano, sabes que no tengo tolerancia para la impuntualidad y demás, a parte, sí su especialidad es la estructura ósea, ¿Por qué me lo mandas a mí y no a Spencer?".

"Porque basta y resulta que también me apasiona la neurología y me informaron que usted es uno de los mejores dentro del hospital". Una voz grave hizo que Joaquín girara sobre su eje, encontrándose con un fino rostro, una sonrisa burlona y egocéntrica, la cabellera rizada que adornada aquel cráneo era maravillosa.

"39 minutos de retraso y no soy tolerante a ello". Joaquín recorrió con la mirada aquel cuerpo bien formado, el uniforme le sentaba bien al tono de su piel bronceada.

"Pido una disculpa el despertador jugó en mi contra, soy el doctor Emilio Marcos, un placer". Le ofreció la mano a Joaquín, él la estrecho, sonriendo, Emilio le ofreció la misma mano a la doctora Hamilton y el ciclo se repitió.

"Bondoni, debe ir a atender a la paciente que acaba de ingresar y hacer lo propio, enseñándole al doctor Marcos lo fundamental, por favor, no sea tan complicado, no todas las personas entendemos de lo que habla y usted no da doble vuelta". La doctora Hamilton sonrió, alzando su brazo para despedirse. "Doctor Marcos, procure no hacer muchas preguntas, el doctor no sólo no tiene tolerancia para la impuntualidad, tampoco tolera a la gente que no le entiende de primera mano". Y sin más, se fue.

Suspirando, Joaquín cogió un expediente y una autorización para realizar una resonancia magnética.

"Doctor Marcos, hoy está de suerte, porque no solo vamos a practicar una resonancia, sí es necesaria una operación usted presenciará la misma en vivo y a todo color". Joaquín sonrió y Emilio correspondió. "Bien, sígame, que esto se va a poner bueno".

•∆•∆•∆•∆•

"Hola Joaquín, ¿Qué tal te va con el nuevo residente?". Spencer Jenner, amante de la estructura ósea y todo lo que lleva. Spencer siempre ha estado enamorado de Joaquín a pesar de que lo ha rechazado en toda ocasión, dejando de lado los encuentros cuando Joaquín estaba pasado de copas y aceptó sin reproches un revolcón.

"Va bien, es astuto, es increíble cómo capta a primera instancia lo que quiero, sabes que no tengo paciencia". Joaquín soltó una risa perezosa, sin dejar de ver el expediente de una de las niñas que resultó herida de la cabeza.

"Sí bueno, eso pinta bien... Por cierto, necesito de tu ayuda, una de las niñas tiene fractura de cráneo y al parecer hay un pequeño problema con su cerebro no sé si..."

"Es justo lo que estoy checando, al parecer sus placas muestran que sólo tiene un poco de sangre acumulada en el hemisferio derecho, basta con succionarla y ya, el cráneo ya es tu asunto". Joaquín sonrió y se giró para ir al quirófano a extirpar un tumor.

"¿Eso quiere decir que estaremos juntos?, Digo, debo ponerle una placa ya que el daño que tiene su cráneo es severo y..."

"Spencer, esto no es una cita, debemos salvarle la vida a esa pequeña, solo iré a sacarle la sangre para que puedas hacer tu trabajo".

"¿Y cuándo aceptarás salir conmigo?". Spencer abrió las puertas plegables que daban a los quirófanos, manteniendolas abiertas para Joaquín, el aroma de su colonia se colaba de entre el aroma estéril del hospital.

"Probablemente cuando dejes de ser tan pesado, ahora déjame trabajar". Joaquín le dió un ligero golpe con su mano abierta en el hombro, dirigiéndose al quirófano en dónde ya lo esperaba Emilio para asistirlo.

La primera operación con Emilio, era obvio que Joaquín no se la iba a poner fácil, Joaquín en su nivel de residente fue muy subestimado por sus superiores, haciéndolo sentir mal cuando no lograba distinguir entre un trauma cráneo encefálico a un simple trauma.

Siempre cuestionaron cómo es que llegó a conseguir un doctorado en neurología sí se ponía nervioso al momento de diagnosticar a su paciente y dar las buenas o malas noticias. Con el tiempo Joaquín fue madurando y aprendió a controlar sus sentimientos por muy cruda que fuera la realidad. Y así, con todo y su nivel de inteligencia, se dió a conocer como una de las mentes maestras del hospital, salvando vidas y gozando de su juventud, sin ser tan egocéntrico al decir que era un doctor titular a sus 25 años cuando a algunos les costaba años lograr un puesto así.

En fin, privilegios de ser una persona prodigio.

Amor De Hospital | EmiliacoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora