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Emilio Marcos siempre fue destacado de entre los internos en el hospital de Miami. Los residentes y los titulares siempre se preguntaban como demonios un chico de 20 años era capaz de nombrar todos los huesos, su clasificación y si estaban en pares o no.

Emilio era alabado por los residentes, el jefe de cirugía le tenía cierta estima, es por ello que decidió trasladarlo a Atlanta en dónde tendría una mejor oportunidad y su residencia no duraría más de un año para ser ascendido a titular.

El viaje a Atlanta fue agotador, todo el viaje se la pasó lleno de nervios, estudiando los libros de anatomía básica que le había regalado la doctora Sandler antes de abordar el avión. Sí bien tendría dos días de completo descanso en dónde podría conocer la ciudad, la angustia y la ansiedad no lo dejaban tranquilo.

Trabajar junto a Joaquín no fue un gran reto como se lo plantearon en cuanto puso un pie dentro de aquel gran hospital, comentarios llenos de advertencias cómo:

"Debes tener cuidado con el doctor Bondoni, es complicado tratar con él, digo, yo soy su amigo y me trata como si fuera un palo en el culo"

"¿El doctor Bondoni?, Pobre de ti, en tu primer día y te ponen a uno de los más bestias, te recomiendo que siempre le pongas atención, suele ser un poco estricto"

"¡¿Bondoni?!, Pero... Pero... ¿Acaso quieren que regreses a Miami con el rostro lleno de lágrimas?, Bueno, en fin, se encuentra en urgencias, ojalá se apiade de ti y no salgas llorando"

Nada más alejado de la realidad, Joaquín sí que provocó en Emilio bastante inseguridad durante el día, pero cuando le dijo que él sería quien lo iba a asistir en la extirpación del tumor cerebral, no tuvo más opción que ponerse a estudiar como un loco durante su hora de almuerzo. Y los nervios y las náuseas se hicieron presentes en cuanto Joaquín le pidió que sostuviera el bisturí.

"¿Qué pasa doctor Marcos?, Conmigo no van los nervios, si no se siente apto para este tipo de operaciones debería plantearse bien el porque decidió estudiar medicina". Joaquín le reprendió al ver sus manos temblorosas, sin duda, su primer día no había pintado tan bien.

Después de la operación, cuando se quitaban los gorros, guantes y cubrebocas, Emilio tomó el valor suficiente para encarar a Joaquín.

"¿Sabe?, Me advirtieron mucho de usted, diciendo que es brutal a la hora de enseñar, obviamente no creí nada de eso hasta comprobarlo por cuenta propia, los nervios me jugaron mal, no era mi intención..."

"Veamos doctor Marcos, si le advirtieron tanto de mí y los nervios le hicieron una mala pasada, ¿Por qué se metió al quirófano?, Pudo ver todo desde arriba, no había necesidad de que estuviera ahí si no se sentía capaz de..."

"Estuve ahí porque quiero aprender, por algo me mandaron aquí, en Miami yo era uno de los mejores y aquí, usted es uno de los mejores, quiero aprender doctor Bondoni, superar mi capacidad e incursionar en otras áreas". Emilio miró fijamente a Joaquín, aquellos ojos café se encontraron con lo suyos, un brillo los adornaban tan bien, podría mirar esos ojos toda la vida.

"Bien, en ese caso, si quiere aprender, lo quiero todos los días al terminar el turno en la biblioteca y ahí le enseñaré las maravillas del cerebro, sí quiere aprender tendrá que quemarse esas hermosas pestañas que adornan sus ojos, el aprendizaje conlleva muchas cosas, entre ellas los sacrificios y déjeme decirle que su primer día no ha sido tan miserable como el de otros residentes, créame, me he comportado amable con usted". Joaquín se dió la vuelta y salió de la sala, dejando a un Emilio boquiabierto, analizando las palabras de Joaquín.

¿El doctor Bondoni, uno de los mejores en Giorgia, temido por los residentes y respetado por los titulares, le había propuesto una cita para estudiar neurología?.

Claro, la palabra cita se acoplaba muy bien a la propuesta de Joaquín para estudiar aunque sea en la biblioteca del hospital después del turno y Emilio no podría estar más contento con ello.

∆•∆•∆•∆•∆

El reloj marcó las 19:00 p.m, Emilio se encontraba sentado en una banca de la sala de espera, observando cómo sus compañeras y compañeros se retiraban a sus casas al igual que las visitas de las y los pacientes que se encontraban en las habitaciones, todas las personas de poco iban dejando sus lugares para por fin ir a descansar.

Y ahí se encontraba él, esperando a una persona, aquella que le enseñaría las maravillas del cerebro, la que había conquistado su corazón a pesar de ser tan serio, era muy pronto para proponerle follar, a parte, Joaquín era una persona seria a quien no podía tomarle el pelo de tal manera sin llevarse consigo la consecuencia de que lo tratara como un idiota.

Emilio rió entre dientes, cerrando los ojos, imaginando cómo sería su estadía en el hospital siendo tratado como un completo pelmazo por parte de una mente maestra.

"¿De qué se ríe Marcos?". Aquella voz lo sacó de sus fantasías, Joaquín lo miraba con curiosidad, ladeando la cabeza.

"Oh, de nada, solo recordaba algunas cosas". Emilio volvió a enfocar todo su ser en aquellos ojos, de verdad que eran hermosos.

"Bien, pues levante el trasero de ahí y vamos a la biblioteca, usted y yo tenemos una cita con las enciclopedias". Joaquín empezó el recorrido y Emilio no tardó en pisarle los talones.

En cuanto llegaron a la biblioteca se abrieron paso a un millar de libros, todos ordenados por área, desde sistema circulatorio hasta sistema óseo, pasando por manuales para tratar dermatitis y otras enfermedades de la piel.

Emilio observó todo con la boca abierta, pestañeando y preguntándose si esta biblioteca era real y no un sueño del que no quería despertar.

"Emilio, necesito tu ayuda, eres más alto que yo así que...". Y una vez más, la voz de Joaquín lo sacaba de su ensoñación.

Joaquín se encontraba encima de un pequeño banco, estirando su brazo lo más que pudiera tratando de alcanzar una enciclopedia gigante. Emilio se acercó y sin hacer tanto esfuerzo alcanzó la enciclopedia, Joaquín sonrió y se acercó a una de las mesas, Emilio lo imitó y colocó la enciclopedia en medio.

En la pasta de la enciclopedia se leía: "Introducción Al Estudio Neurológico: Recopilación De Ensayos". Dicha enciclopedia de seguro valía más de lo que Emilio podría ganar en todo un año, su pasta era de cuero puro, tintado de un color vino, el papel de sus libros no era nada comparado al de la enciclopedia.

"Esta enciclopedia te ayudará mucho, viene desde un diagrama del cerebro hasta los diferentes traumas cerebrales, tumores, daños en algún hemisferio y como tratarlos, cuando y como se da la muerte cerebral, entre otros temas". Joaquín ya caminaba hacia la salida.

Emilio sostuvo una vez más la enciclopedia y alcanzó a Joaquín, tomándolo del brazo para que se detuviera.

"¿Por qué haces esto por mí?". Una pregunta que tenía rondando su cabeza desde que salieron del quirófano y le ofreció ayuda.

"Porque eres un residente y como titular quiero que aprendas, sin más Emilio, con todas las personas que he trabajado siempre les he tratado así, no eres ninguna excepción, ah, y tienes una semana para entregarla". Joaquín retomó su camino y al llegar al umbral de la puerta se detuvo, sonriendo y ladeando sus caderas. "Descansa Emilio, sí es que puedes porque mañana te haré examen oral y si no lo apruebas ahora sí conocerás al doctor Bondoni del que tanto de advirtieron".

Una vez más, Emilio se quedó boquiabierto, analizando todo de Joaquín, desde su postura hasta su manera de hablarle.

Examen oral, bien, no tengo problema con memorizar.

Y vaya que tuvo problemas con memorizar, porque no podía concentrase sin evitar pensar en cierto doctor que le había robado el aliento en cuanto lo tuvo enfrente.

Amor De Hospital | EmiliacoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora