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"Buenos días, ¿Disculpe en dónde puedo encontrar al doctor Marcos?".

"Debe estar en urgencias".

"Gracias, lindo día". Una visita inesperada para Emilio, aquella persona que lo ayudó a crecer.

ƥƥƥƥ

Un pitido los hizo detenerse, Joaquín estaba recargado contra la pared, los pantalones de su uniforme estaban a la altura de sus rodillas. Desde que despertaron con sus extremidades enredadas les llevo alrededor de 3 horas levantarse, tomar una ducha, desayunar e ir a la casa de Joaquín para que pudiera vestirse. Llegaron retrasados por una hora, un tumor esperaba a Joaquín y Emilio esperaría las sorpresas que tenía preparadas la sala de Urgencias.

"Demonios, ¿Ahora qué?, Estoy a punto de...".

"Debes atender el llamado, puede ser realmente urgente". Joaquín se irguió y empezó a subir sus pantalones. "Más tarde acabaremos con esto, ahora tenemos vidas que salvar".

Resoplando, Emilio acomodó su uniforme y los dos salieron del almacén de medicamentos.

"Oh, aquí estás". Hammer los recibió al llegar.

"¿Qué ha pasado?".

"Bueno, tenemos esto". Hammer corrió la cortina, dejando al descubierto la pierna destrozada de una mujer de 25 años, su mirada suplicaba ayuda, los analgésicos hacían su trabajo, una calceta blanca estaba rojiza, pasando desde el más brillante rojo hasta una tonalidad vino.

"Iba en mi bicicleta y no me dí cuenta que venía un automóvil, éste impactó contra mi pierna, el conductor se hará cargo de todo lo que tenga que hacer".

Maldita sea Spencer, ¿Cuándo tienes planeado regresar?.

"Bien, Marcos, es toda tuya". Joaquín golpeó el hombro de Emilio con su mano abierta, dándole ánimos. "Sé que puedes hacerlo".

Emilio empezó a revisar la pierna, los moratones eran enormes en su muslo y pantorrilla. La rodilla papiltaba y la sangre goteaba por toda la longitud.

"Tu rodilla está destrozada, necesito descubrir el área para checar bien todo el daño". La chica asintió, Emilio empezó a desatar las agujetas de los tenis, dejando al aire un pie totalmente cubierto de sangre. "Esto dolerá un poco, lo haré lento, no te preocupes". Emilio tomó entre sus dedos el elástico de la calceta blanca, deslizandola lentamente por toda la extención de la pantorrilla, todo iba bien hasta que llegó al tobillo, un grito salió de la chica.

Demonios no, por favor, el talón, no.

La calceta empezó a destapar un talón totalmente destruido, hecho polvo, la piel se había desgarrado a tal punto de abrirse, la sangre salió mas rápido, el algodón de la calceta obstruía un poco su curso, la planta del pie estaba dividida a la mitad, la sangre cuagulada salía como si se tratase de un yogurt de fresas.

"Al parecer el daño de tu rodilla fue tan brutal que también se llevó al talón con él. Voy a reparar tu rodilla ahora mismo dándole un tirón para que los tendones, ligamentos y cartílago se acomoden y el talón deje de sufrir, ¿De acuerdo?".

"Puedes sostener mi mano, será doloroso y debes apretar algo". Joaquín se acercó a la paciente, quien tomó la mano que Joaquín tenía extendida para ella. Una sonrisa de confianza bastó.

"Bueno, a la cuenta de tres". Emilio sostuvo desde el principio de la rodilla hasta el tobillo, haciendo presión. "Sujeta bien la mano del doctor Bondoni, una, dos, tres". Fue tan brutal el tirón que Emilio le dió a la pobre chica que la mano de Joaquín quedó destrozaba. Los gritos de los dos resonaron por toda la sala.

Amor De Hospital | EmiliacoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora