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El tiempo siguió su curso y Joaquín básicamente ya vivía con Emilio, sólo era de cargar un par de maletas y la mitad del closet de Emilio sería de Joaquín. Después de tantos abrazos y despedidas, regresaron a Atlanta, una Nathalie se quedó llorando en la puerta de su casa porque Joaquín le prometió un Mowgli para su cumpleaños.

A veces las personas mayores quisieramos tener la inocencia y pureza de la infancia para siempre. El día de San Valentín decoró de todo tipo de flores rojas, rosas y blancas el hospital. Los chocolates y las notas atiborraban los casilleros.

Emilio preparó una sorpresa para Joaquín, desde que empezaron a ser pareja de manera oficial, el castaño abrió más su mente, corazón y alma, dejando que Emilio conozca parte por parte de su pasado, su niñez y problemas en la adolescencia, cómo fue viajar al extranjero para perseguir sus sueños.

Las manos le sudaban, no sabría con seguridad si la sorpresa le iba a gustar o no, si lo golpearía y es que un detalle que Emilio descubrió de Joaquín es que no le gusta que la gente conozca más de lo necesario, si él tenía la suficiente confianza le contaría o no parte de su historia y vaya que lo hizo pero Emilio no debió hurgar más.

"Emilio, ¿A dónde demonios vamos?, Tus sorpresas ya me dan miedo". Joaquín ya tenía los ojos vendados, el ambiente alrededor se sentía tranquilo, un aura de confianza lo rodeaba, como si regresara al pasado.

"Tranquilo, ya llegamos". Emilio detuvo su andar y consigo Joaquín también lo hizo. Emilio retiró la venda de sus ojos y la expresión de Joaquín se volvió de mil maneras: Sorpresa, felicidad, tristeza, amor, culpa, miedo.

Una pequeña casa estaba frente a ellos, la pintura estaba desgastada, el pasto en el jardín se encontraba seco, la puerta de madera tenía grietas.

"La casa de mi padre". Joaquín dijo en un susurro, sus ojos se llenaron de lágrimas, una pequeña sonrisa apareció en su rostro.

"Sé que prometí no meter mis narices en tu pasado pero cuándo hablamos de tu infancia te ví tan melancólico y triste que decidí investigar y dí con este lugar. La gente de alrededor me dijo que lleva 3 años sin que alguien la habite, así que...".

"¿Quién te dijo de esta casa?".

"Bueno...".

"Fue Spencer, ¿Cierto?".

"Antes que nada quiero decirte que no fue su culpa, yo me comporté como un palo en el culo para que me dijera, ya sabes cuándo soy insistente no me canso hasta no conseguir lo que quiero, por favor, no te enojes con él". Emilio sostuvo la mano de Joaquín y empezó a caminar, el menor lo seguía sin replicar, expectante a cualquier cosa que se podría encontrar ahí.

Emilio abrió la puerta, girando el pomo oxidado, un rechinido por parte de la puerta se hizo presente, Joaquín soltó la mano de Emilio y entró, la casa estaba limpia, el plástico que cubría los muebles ya no estaba, el aroma a lavanda se coló entre sus fosas nasales, el suelo de madera rechinaba con cada paso que daba, un ambiente calmo, su respiración entrecortada, sus brazos y piernas llenas de nervios, pasos inseguros.

"¿Estás bien?, Te vez pálido". La preocupación se reflejaba en la voz de Emilio.

"¿Cuánto tiempo te llevó conseguir todo ésto?".

"Una semana".

Claro, una semana llena de ajetreos, llena de prisas, escapadas de Emilio para ir y arreglar todo, no era una casa grande, tan solo una planta y tres habitaciones, una cocina pequeña, una sala de estar mediana pero vaya que estaba llena de polvo, una semana de constante limpieza.

"Iré a preparar la cena, mientras tú puedes ver todo lo que hay por aquí". Emilio empezó a caminar a la pequeña cocina, la nevera aún funcionaba, el suministro de gas estaba casi lleno, el servicio de agua y luz no había sido cortado, tres años y esa casa se mantenía en pie, estable, una buena capa de pintura y arreglar el jardín no sería tan complicado.

Amor De Hospital | EmiliacoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora