XI_ Recuerdos

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En la Orden de la Sombra las cosas comenzaban a ponerse tensas. Los adeptos más aptos no llegaban a controlar del todo a los iniciados que muchas veces eran más salvajes que disciplinados. 
Yusari no aportaba con las tutelas, y aunque Kuma deseaba ayudar solo creaba más conflictos por ser novata en muchos sentidos. Khaara se impacientaba cada vez más, al tiempo que sus sombras alertaban cada vez más sobre "algo" que pasaría pronto.

—¡Ahora me siento mejor!— gritó Kuma al entrar a la habitación de La Oráculo sin previo aviso.

Khaara volteó a mirar a la albina, que ahora llevaba las ropas y el peinado diferente.
El cabello largo suelto y el flequillo bien recortado le sentaba bien a su rostro. Llevaba unos pantalones cortos negros ajustados acompañado de listones rojos envueltos y amarrados por el largo de sus piernas junto a un par de botas negras largas con detalles en rojo que hacían juego con la capucha oscura que ocultaría su cara y la máscara negra habitual para los ninjas asesinos de la orden.

—Ok, si querías mi atención la tienes, dulzura—. Comentó La Oráculo guiñándole un ojo.

—No seas tonta, Khaara—, se ruborizó la albina. Ingresó a la habitación y cerró la puerta. Y respirando hondo y relajando los hombros se sentó de frente a la Oráculo. —Bien. ¿Qué tienes?—

Khaara la miró unos minutos en silencio antes de entender que no podía seguir ocultando la verdad por mucho más tiempo. 

—El templo se sale de control. Los acólitos desconfían de Zed por perseguir un fantasma de su pasado y perder a nuestros hermanos en el proceso—. Kuma escuchó cada palabra de Khaara atentamente. —Creen que está siendo egoísta en perseguir sus propios enemigos en lugar de los que señala nuestro patrón y por ende están empezando a impacientarse y a...—

Hizo una pausa, tratando de buscar palabras adecuadas para no alertar a Kuma innecesariamente.

—Y planean levantarse en su contra—, habló la albina. Khaara la miró e instintivamente su compañera continuó su frase. —En estos días noté en el rostro de muchos acólitos el descontento, y habiendo participado yo misma en un motín en mi infancia no me costó mucho atar los cabos sueltos—.

La Oráculo se mostró curiosa. Sabía todo sobre el pasado de Kuma, todo... excepto eso. Durante el ritual de Sombra Sangrante que había practicado con Kayn y su mentor para saber los orígenes de su pasado no había podido divisar nada respecto a eso debido a que los recuerdos de su portadora permanecían sellados. Khaara no había querido forzar esa barrera que los dividía puesto que sabía que al hacerlo se produciría un quiebre tal en la personalidad de la muchacha que probablemente lastimaría su cerebro y rompería su espíritu.

Kuma leyó por segunda vez en el día el rostro inexpresivo de La Oráculo y tomó aire profundamente antes de hablar.

—No recuerdo mucho de mi infancia que no sea sangrar y ver mi cuerpo llenarse moretones a diario... Pero sí hay algo que siempre guardaré en mi memoria serán la serie de sucesos que me llevaron a creer que por fin era un ave emprendiendo vuelo en mi niñez...— Kuma esbozó una sonrisa melancólica mientras miraba el suelo. —Kayn y yo no eramos amigos, pero como con el resto de los niños del "orfanato" nos sentíamos unidos por el dolor. Una noche, nuestro amo Regulus nos encomendó una misión en común. El objetivo parecía sencillo: Kayn y yo debíamos ganar tiempo en una trifulca del pueblo hasta que los guerreros imperiales llegaran... y en ese mismo momento, sin armas ni nada más que nuestros frágiles cuerpos y manos desnudas debimos de partir—. En ese momento, Kuma miró a los ojos a Khaara, que por primera vez se mostraba expectante de lo que oía. —Al llegar notamos que nada iba a ser tan sencillo como nos lo habían hecho creer. El conflicto incluía por lo menos a veinte personas, entre ellos varios armados con hachas y martillos y hasta incluso un mago. Sin hablar, continuamos por varios minutos escondidos en un arbusto cualquier señal de los guardias imperiales llegando, pero nunca arribaban y al final comprendimos que en realidad solo querían deshacerse de nosotros—. La albina sonrió con cierta nostalgia y apoyó la cabeza sobre su propia mano mientras con dos dedos "dibujaba" en el suelo. —Es normal si lo pienso ahora—, comentó. —Kayn y yo nos habíamos quedado atrás en los entrenamientos y nuestras heridas tardaban cada vez más en sanar; La única opción que Regulus tenía era deshacerse de nosotros—. 

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