XIX_ Familia

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Era de mañana, y la pequeña niña despertó lentamente de su profundo sueño. Estiró sus cortos brazos al techo, y bostezó largamente para desperezarse.

Se levantó de su cama y se puso una bata por encima de su ropa de sueño. La pequeña sabía que incluso en primavera las mañanas eran frías cerca de la costa.

Recorrió el templo en absoluto silencio, recordando que tal vez los alumnos de su padre se encontraban aún durmiendo.
Llegó hasta las amplias cocinas y subiéndose a un banco que la dejó a la altura de la mesada preparó con los utensilios dos tazas de leche con chocolate tibio y tomó de su propio escondite en la cocina un par de dulces que llevaba guardando para una ocasión especial. 

Decoró todo con flores del jardín y llevó las bandejas hasta la última habitación del templo, la que estaba justo al lado de la suya y sin más entró.

—¡Sorpresa papá! ¡Sorpresa!— gritó. —¡Feliz Cumpleaños!—

Su padre se levantó enseguida de un salto y le tomó unos momentos comprender la situación.
Observó con ternura a su hija, que apoyó la bandeja de desayuno a un costado de su cama y corrió a sus brazos riendo.

—¿Si te gustó?— preguntó la pequeña.

—Por supuesto que sí mi amor—, musitó con cariño. —Gracias—.

Juntos compartieron el desayuno excesivamente dulce en la cama, mientras reían y jugaban.

En seguida, golpearon la puerta y aguardaron. 
El hombre iba a responder, mas su hija corrió hasta la puerta y abrió sin más.

Un hombre alto y de coleta pelirroja se asomó despacio.

—Kuma...— habló con sorpresa entre risas —¡No creí que ya estarías despierta!—

—¡Hoy es el cumpleaños de papá, tío Shen!— le comentó la niña tomándolo de la mano y encaminandolo hasta la cama. —¡Ven a desayunar con nosotros!—

Shen reía con un leve rubor en las mejillas mientras la pequeña albina le ofrecía dulces.

—Feliz cumpleaños, hermano—, saludó al padre apoyándole una mano al hombro. 

Devolvió el gesto con una sonrisa asintiendo y notó a una tercera figura caminando despacio hasta ellos. 

—¡Abuelo Kusho!— gritó Kuma emocionada al notarlo.

El mentor sonrió a la pequeña y luego dirigió la vista al hombre que crió. —Feliz cumpleaños, Usan—.

—Muchas gracias, maestro—

...

"—...Maestro...—"

...

"—...Maestro...—"

...

—Maestro—.

Zed abrió los ojos, encontrándose con Yusari frente a él.

—¿Yusari?— preguntó confuso. —¿Qué significa esto? ¿Qué haces en mi alcoba?—

—Lo lamento, Maestro Zed... Pero Khaara dijo que es urgente—.

Al Maestro de las Sombras le tomó un segundo recordar todo lo que había sucedido. El sueño lo había desorientado más de lo que le hubiera gustado.

¿Acaso esa habría sido su vida si tomaba otras decisiones? 

No había mucho tiempo para cuestionarse. Se levantó y vistió enseguida, mientras Yusari aguardaba por él en la puerta.

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