XV_ Unión y Redención

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El sabor de su boca era dulce

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El sabor de su boca era dulce. Tenía un ligero olor a alcohol que los incitaba a seguir bebiendo de sus labios. Y, como adictos, se aferraban con fuerza uno del otro.

Kayn acariciaba la espalda de su compañera con delicadeza, mientras Kuma seguía sin soltarle el cuello. Enseguida, la muchacha necesitó recobrar el aliento, por lo que tomó una leve distancia del azabache aún sin soltarlo. 
Se admiraron por unos cuantos segundos. Un leve rubor inundo el rostro de la albina y buscó esconderse en el pecho ajeno, mas Kayn se lo impidió. En su lugar, la tomó con cierta rudeza del cabello y la besó nuevamente con pasión. 

Kuma correspondió enseguida, igualando el fervor con el que movían sus lenguas, mientras el azabache enredaba sus dedos en los blancos mechones de ella.
Kayn comenzó a rozar con las uñas la suave espalda y ella, complacida, descendió uno de su brazos para acariciar el pecho ajeno. 

El hecho de que Kayn tuviera un aspecto físico bien trabajado a Kuma le encantaba: Su voz profunda, su actitud carismática, su poder, su cabello, sus ojos, incluso sus defectos o su grandísimo ego. Absolutamente todo hacía que ese hombre sea el que ella deseaba tener.

Disfrutó rozando el torso ajeno, mientras Shieda descendió una de sus manos a las nalgas de su compañera. Kuma se separó levemente de él y lo miró con picardía, mordió suavemente su labio inferior y enseguida volvió a besarle. 

Kayn tomó el gesto como un desafío.

Jaló del blanco cabello con rudeza, obligando a Kuma a mirar al cielo mientras él descendía a su cuello y comenzó a besarlo. Escucho a su compañera respirar profundo y enseguida la mordió. El suspiro ahora fue un gemido, y Kayn ascendió victorioso a ver la reacción de la albina.

Kuma lo miraba con ojos expectantes, sus rojas pupilas estaban encendidas y su blanca piel contrastaba muy bien con el rubor en sus pómulos. Kayn la observaba divertido, mientras ella intentaba ocultar su bochorno. 
Enseguida, volvió a recorrer su cuello con la lengua y llegó hasta la oreja. Kuma se estremeció al sentir la respiración del segador en su oído y por inercia comenzó a respirar agitada.

Kayn sonrió y enseguida soltó el cabello de Kuma. La tomó apresuradamente por los muslos y la cargó para apoyarla contra el tronco del árbol, la albina lo abrazó por el cuello y se aferró con las piernas alrededor del torso. 

El azabache desató la blusa de su compañera y ésta comenzó a desprenderse descubriendo su pecho. Kuma estaba roja, mas la expresión de nervios y su incomodidad al mirar otro lado hizo que Kayn admirara por más tiempo su figura. Ahora fue él quien mordió su labio inferior a escondidas y deseoso tomó la blusa con rudeza y la apartó por completo.
Kuma ahogó un grito y cerró sus ojos con fuerza, pero enseguida los abrió al sentir el aliento del segador en su pecho.

El pelinegro apretó gustoso los muslos de la albina y enseguida se aventuró a trazar un camino con la lengua en el torso. Kuma respiró más agitada y Kayn al sentirla se aventuró a continuar con sus senos.
Por inercia, la muchacha clavó sus uñas en el hombro ajeno y él aprovechó para usar sus dientes con delicadeza. La respiración de Kuma comenzó a acelerarse y Kayn sintió su miembro palpitar ante el gesto. 

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