XIV_ Lazos

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Kuma intentaba meditar a la sombra de un abedul, mas le resultaba imposible concentrarse. Estaba distante, su mente intranquila, se encontraba ansiosa y muchos sentimientos más que la alejaban de la paz necesaria para la meditación. Khaara estaba a su lado en la postura del loto y con sus manos sobre las rodillas; Las sombras de su cuerpo iban meciéndose frente a su piel y Kuma, frustada por no alcanzar la paz interior, comenzó a admirar ese detalle.
Luego de unos minutos se aburrió, y como niña pequeña comenzó a inquietarse. 

Reaccionó de lo molesta que se había vuelto cuando escucho a Khaara gruñir por perturbarla y en silencio se levantó despacio para evitar causar la ira de su compañera y retirarse.

Se acercó al pequeño "campamento" en el bosque, si es que a caso podrían llamarlo así. Habían varias fogatas regadas por distintos espacios y a su alrededor grupos de seis o siete acólitos, cada uno haciendo diversas actividades. Algunos reposaban, otros descansaban e incluso otros conspiraban teorías locas sobre lo que podría estar pasando en la fortaleza.

Kuma se había enterado que Kayn había comenzado todo esto, seguramente fue Zed quien lo ordenó, pero seguía siendo su compañero quien lo llevó a cabo. Por algún motivo se sentía orgullosa de él, sabía que era muy probable que haya tenido la tentación de poder junto a Kusho, pero se resistió y siguió fiel a sus principios. 
Puede que sea una especie de villano a los ojos de muchos, pero es un "villano" con convicciones, propósitos y por supuesto, fidelidad.

Divagó sus pensamientos por varios minutos, mientras se dirigía a la cima de colina.

"¿Acaso Kayn estará algún día orgulloso de mí?" pensó. "¿Acaso algún día seré capaz de mirar al frente y no ver solo su espalda? No quiero estar delante de él, solo poder caminar a su lado", se sinceró.
Suspiró profundamente, mientras admiraba el paisaje en dirección a la fortaleza.

—¿Estás ansiosa, mascota?—

Yusari estaba en las ramas de un árbol, mirando con atención también en dirección a la fortaleza. Se lo notaba un poco más relajado que aquella vez que había sometido a Kuma y aunque no volvieron a tratar sobre el tema, el ambiente ya no eran tenso entre ellos. Era como si, de a poco, el trato entre ambos fue escalando y podría decirse que actualmente ya no había resentimientos. 

Kuma llevó una mano a su mejilla, donde Yusari le había hecho el corte en aquella ocasión y suspiró. 

—Fue necesario—, dijo el vastaya. Saltó desde la rama y se acercó a Kuma con tranquilidad. Le mostró unas bayas que también él iba comiendo y las apoyó con delicadeza sobre la mano de la albina. —No fue profundo, la cicatriz no tardará mucho en irse—.

Kuma asintió bajando la vista. En su vida había tenido varias marcas de ese estilo. Algunas se fueron, otras se quedaron. A pesar de que la albina no disfrutaba coleccionar heridas, tampoco se sentía mal mirando las marcas de su pasado. Sabía bien que eso estaba enterrado y que si algo hubiera sido diferente probablemente no estaría donde está ahora; y en el fondo de su corazón estaba realmente conforme de quien era actualmente.

—Kuma—, volvió a hablar Yusari. La albina lo miro con una sonrisa genuina mientras metía a su boca un par de las frutas. —Yo pude averiguar...—

—¡Están ácidas!— se quejó. Tragó rápidamente y miró a Yusari con la cara roja y ojos húmedos. —Amo lo ácido, pajarraco tonto, ¡Pero solo si lo acompaño con algo dulce!— comentó. El vastaya la miró desconcertado. —Estás cosas son como limones... ¡Deliciosas! pero solo como acompañamiento—.

El sombrío la miró mientras ella cerraba los ojos con fuerza y tragaba las demás frutas haciendo muecas. Él no pudo evitar sonrojarse y reír levemente.

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