XX_ Partida y Encuentro

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El barco se perdió en el horizonte. 

El sol en el punto máximo sobre el cielo y él, aún divagando por sus pensamientos, con la mirada fija sobre aquel diminuto punto en el agua que se alejaba del puerto velozmente.
Que se alejaba de él. Con ella a bordo.

Suspiró apoyando la cabeza en el tronco a su espalda, mientras estiraba las piernas en la rama sobre la que estaba.

—Estás inusualmente callado hoy— musitó la pelinegra a su lado. —Aunque no es que me importe, claro—.

Kayn sonrió de lado, con ese sarcasmo tan característico de él.

—Tienes razón, Akali. No te importa—.

La ninja subió sus hombros con una sonrisa, restando importancia al asunto y luego se balanceó del tronco para bajarse. —Entonces ¿tienes información para mí?—

—El de la Rosa Negra actuó solo, pero eso no quiere decir que por su cuenta—, Akali elevó su vista hasta Kayn, que seguía reposando vagamente sobre la rama. —Es probable que algunos Noxianos más sepan lo que hacía—.

—¿Insinúas que Noxus y esa secta...?— Akali apretó su puño en frustración, era obvio que estaba molesta. Estaba cansada de tener que actuar por su cuenta porque ningún Kinkou lo haría. Harta, de tener que actuar por fuera del equilibrio cuando lo único que pretendía es defender su tierra.

Kayn se avanzó hasta ella por la espalda y se acercó a su oído. —Tranquila— susurró apoyando sus manos en los hombros ajenos.

Akali se sorprendió y rápidamente tomó distancia de él con sus kunai en mano. —No me fío de ti, Kayn. Sé que tú y tu estúpido maestro tienen algo que ver con todo esto—.
Molesta, sacó una bomba de humo de su bolsillo y la estrelló contra el suelo.
Enseguida, desapareció entre la espesura del bosque.

Kayn rió por un momento y luego retomó la vuelta hacia el templo.

El verano en Jonia invitaba a turistas y habitantes a los lagos y ríos por igual; y Kayn, absorto en sus pensamientos no fue la excepción. Sin querer, sus pies lo habían dirigido al muelle, donde la brisa fresca marina aliviaba considerablemente su calor.

Pasó unos cuantos minutos observando el horizonte, pensando levemente en su compañera.

Sus piernas pesaban, su pecho se oprimía y sus manos temblaban. ¿Por qué se sentía así de mal? No era eso. 

No podía ser eso. 

Kayn detestaba la idea de extrañar algo, de depender de alguien. 

Apenas se había aferrado a la idea de permanecer junto a Zed y obviamente era porque su maestro sí lo merecía. La había dado una chance de vivir ¿Cómo no le sería fiel? Sin embargo, Kuma... ¿Qué había hecho por él? No mucho, suponía.
Él, en cambio la sacó de Noxus, ¿no debería estar ella a su lado como él estaba junto a Zed? La salvó de su destino, ¿por qué ahora ella no le era fiel? ¿Por qué partió?

—Si vienes a despedirte ya es tarde—, musitó una voz fría a su espalda. —Partió antes del mediodía—.

Kayn negó, mientras Khaara avanzaba a estar a su lado.

—Se fue con Sahara, por si te preocupa—, comentó ante el silencio. —La chica es fuerte, ambas podrán cuidarse—.

—¿La estrella de Sett?— preguntó Kayn. —¿Por qué iría con ella?—

—Kuma quiere hacerse más fuerte y Sahara intenta conseguir luchadores dignos del foso ¿No es un buen trato para que viajen juntas?—

El azabache no respondió. Permaneció en silencio unos minutos más, con la mirada clavada en el mar que tan infinito le parecía. 

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